espacioseuropeos.com (8/10/2009)mariano-rajoy
El «caso Gürtel» nos está dejando ver  la cruda realidad de la clase política española. Unos por acción, otros por omisión, y los de más allá por colaboración. El caso es que la podredumbre y la corrupción, por no hablar de la ética y la estética, han minado las estructuras políticas y, lamentablemente, también las institucionales.

El «caso Gürtel» va dejando a las claras que, aparte de que un número importante de altos dirigentes del PP y cargos públicos se han venido beneficiando económicamente a través de la trama urdida, supuestamente, por Francisco Correa, hay bastantes indicios de financiación ilegal del Partido Popular.

En Valencia, donde esta trama ha tenido un auge inusitado, se quiere dar cerrojazo con la expulsión del número «dos», secretario general del PP y Portavoz en Les Corts, Ricardo Costa. Pero Costa no cede, sabe mucho, y le ha dicho a Camps, «el Curita», que se lo pida en un comité ejecutivo del partido en Madrid o Valencia.

Las filtraciones, lanzadas desde Génova 13, van encaminadas a hacernos creer que cargos del partido presionan a Mariano Rajoy y Francisco Camps para que le de «una salida airosa a Costa«. «Golpe de efecto» le han llamado, creyendo -y tal vez estén en posesión de la verdad- que así van a parar esta crisis.

¿Es Ricardo Costa el único responsable de tamaña golfería? No, ni mucho menos.  Los informes policiales hablan de corrupción, pero también de «posible financiación ilegal». El asunto del regalito de unos trajes al presidente de la Comunidad de Valencia y los bolsos a la alcaldesa valenciana, Rita Barberá, han sido el comienzo, pero la riada de «donaciones» no para: relojes de varios miles de euros, coches de superlujo… y ahora, las orgías con esculturales rumanas, que no nos extraña hubieran grabado y visionado, a los «actores» en pleno orgasmo. A todo esto, ¿qué dirán en su entorno familiar? Las esposas de los fogosos «peperos» ha podido recibir jugosos sobres de sus respectivos maridos, y ellas sumisas callan, mientras gastan a mansalva; como Ana Mato, que no sabía cómo su marido, Jesús Sepúlveda, se compraba un lujoso «Jaguar», o quién le pagaba las comuniones de los hijos.

En el «caso Gürtel«, como en otros muchos que llevan varios años pendientes de juicio,  no hay que «buscar salidas airosas», hay que hacer justicia. Los encausados no pueden ocupar un cargo público con ese lastre que llevan encima. Hay que depurarajoy-y-campsr responsabilidades de arriba abajo; hacer público de una vez el sumario y emplazar a todos a un juicio lo antes posible.

Las actuaciones de los imputados, aparte de lo que se han llevado en crudo y en regalos han supuesto un grave deterioro para las arcas públicas y para los bolsillos de los ciudadanos, además de una burla a toda la sociedad: eventos políticos, públicos, obras, servicios, suministros y mantenimiento, se han visto altamente encarecidos, pues en las correspondientes facturas se tenían que cargar los porcentajes de esas jugosas comisiones.

Pero, mucho nos tememos que todo quede en nada, como en tantasotras  ocasiones.