espacioseuropeos.com (29/11/2009)
La prestigiosa revista «The Economist» afirma en su último número, en el que repasa la coyuntura española actual, que «España es el nuevo enfermo de Europa» y que sus problemas económicos «son insostenibles». La revista califica al presidente José Luís Rodríguez Zapatero de «eterno optimista», y al Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible como una ley que se «basará en gran medida en buenas intenciones a falta de medidas duras».
Para «The Economist», «España es el nuevo enfermo de Europa», que vive una «resaca estructural«; un país que «se emborrachó a base de ladrillos antes de explotar la burbuja inmobiliaria». El semanario afirma que España afronta problemas económicos insostenibles y que se ha convertido en «el nuevo hermano pobre de Europa».
Ningún otro país europeo ha sufrido con tanta severidad la crisis económica del último año -afirma el semanario-, para el que las cifras de desempleo -cercanas al 20 por ciento- son un auténtico desastre.
Esas cifras son una «resaca estructural en un país que se emborrachó a base de ladrillos y cemento antes de explotar la burbuja inmobiliaria en 2007». La revista comenta que el presidente Zapatero es optimista en exceso, para el que la «recuperación ha comenzado», a pesar de las evidencias de lo contrario.
Zapatero sigue pensando «que puede encaminar al país hacia el crecimiento. Esta semana, el gobierno español tenía pensado presentar una nueva propuesta de legislación de economía sostenible (…). La ley se basará en gran medida en buenas intenciones a falta de medidas duras».
No se libra de estas críticas la vicepresidenta económica, Elena Salgado, por «frenar la expansión fiscal para el próximo año» y, sobre todo, por su empecinamiento en subir los impuestos y recortar el gasto publico. De hecho, el aumento de la presión impositiva rebajará las perspectivas de crecimiento para 2010.
Algunos aspectos han quedado, en esta ocasión, fuera del ojo del semanario «The Economist». Por ejemplo, el derroche que supone el actual estado de las autonomías, el peso de una inmigración que no encuentra ubicación laboral, los enormes costes de la sanidad pública (con menos cotizantes), la carga de una numerosa clase política bien remunerada y con escasos controles, sin dejar al lado la galopante corrupción, fenómeno en el que España ha subido tres puestos en el último año.