espacioseuropeos.com (16/11/2009)
Las peticiones de ayuda -especialmente de desempleados- a Cáritas se disparan en este año. La organización social de la Iglesia católica ha visto crecer de forma alarmante el número de peticionarios de ayuda asistencial.
El promedio a nivel nacional de peticiones de ayuda ha aumentado este año en un 40 por ciento respecto al año anterior, y un 80 por ciento desde el inicio de la crisis. Los datos son del Informe del Observatorio Cáritas ante la crisis.
Las peticiones de ayuda son, por este orden, de alimentos, vivienda, ropa, medicinas, pañales y leche infantil. Según datos de Cáritas, el gasto en los seis primeros meses de este año -recogía el diario «El País»– ha supuesto un 58 por ciento más que en el año pasado.
Los pagos de hipotecas, embargos, recibos de luz, agua o teléfono son otras de las muchas peticiones que recibe la organización católica. Asimismo, la ayuda de Cáritas se traslada a la atención psicológica.
En la actualidad Cáritas atiende a más de 1.300.000 en nuestro país y a 9.102.406 en otros países, con un presupuesto de 216,9 millones de euros.
Las cifras de pobreza en España han aumentado de forma alarmante en los últimos años. Por ejemplo, el número de personas que no reciben ningún ingresos (ni de rentas de trabajo, ni ayuda social) se acerca al 1.300.000, más del doble que en 2007.
Las críticas de la organización social de la Iglesia se han escuchado en diversos medios. Cáritas se queja de su organización no debe sustituir al estado, sino complementarla; pero, la mayoría de las veces las instituciones estatales les mandan a personas en situación de total precariedad mientras la Administración trata de buscar algún tipo de ayuda. En concreto, no hace mucho, directivos de Cáritas criticaban a las administraciones públicas de «una grave dimisión de responsabilidades, que obliga a Cáritas a volcarse en un modelo de acción puramente asistencialista».
Muchos inmigrantes se quejan de la escasa o nula ayuda que les prestan sus países de origen. Por ejemplo, Rumanía, cuya embajada en Madrid y consulados no prestan ayuda a los numerosos ciudadanos de ese país que la demandan. Otro tanto acontece con Marruecos o Argelia, cuyos regímenes se desentienden de esa problemática cargándola sobre España.
Con tremendo dolor, muchos marroquíes se quejan -aunque les cuesta decirlo- de la ausencia de la Media Luna Roja, equivalente a Cruz Roja, o de otro tipo de asociaciones de carácter social y humanitario.