Eugenio Pordomingo (1/12/2009)
La votación del pueblo suizo, en libertad, de la que carecen la mayoría de los países de religión musulmán, ha convulsionado a algunos progres que ni saben qué es el Islam, además de confundir musulmán con árabe, magrebí o islamista, o creer que la palabra «moro» es insultante o despectiva.
En Suiza ha habido un plebiscito para que el pueblo -¡consultado sea!- opine sobre si quiere que se sigan implantando o construyendo, minaretes o alminares en las mezquitas. Y el pueblo suizo ha dicho NO casi el 60 por ciento de los que acudieron a depositar su voto (sobre con papelito dentro con la opinión en libertad de los mayores de edad).
Los suizos no han dicho que No a que se eliminen las mezquitas (con alminar incluido), simplemente, han dicho que NO a que sigan proliferando las «llamadas a la oración», es su país y así lo han considerado. Unos podrán estar de acuerdo y otros no; pero hay que respetar la decisión.
La Real Academia Española define al minarete o alminar -viene del turco minare– como «torre de las mezquitas, por lo común elevada y poco gruesa, desde cuya altura convoca el almuédano a los mahometanos en las horas de oración». Y los suizos han dicho que no quieren oir más el adhan o llamada a la oración de las que ya tienen bastantes.
No voy a entrar en las bondades del budismo, judaísmo, cristianismo, islamismo, hinduismo, o cualquier otra forma de religión («opio del pueblo» lo llamó Karl Heinrich Marx), ni en las libertades que unas u otras han generado. Aquí, en España, no hay debate sobre eso, sólo hay visceralidad.
Por eso, yo simplemente me pregunto, ¿cuántas iglesias católicas o protestantes hay en países musulmanes? ¿Cuántas sotanas se ven por los zocos? ¿Cuántas campanas se oyen repicar en los países musulmanes?