Mi Columna
Eugenio Pordomingo (12/1/2010)
Tanto preocuparnos por los asuntos de Estado (nacionaesl e internacionales), y resulta que el notición está ahí a la vuelta de la esquina. Tanto preocuparnos por la fotografía de Mariano Rajoy junto a los parados de ZP en el INEM, o el viaje a hurtadillas del diputado nacional Gustavo de Arístegui a Malabo para agasajar y prometer al tirano Obiang Nguema que no se preocupe, que cuando ellos (Partido Popular) lleguen al poder todo cambiará, o sea, que seguirá igual, apoyándole. Tanto preocuparnos por los dos vapuleados prisioneros en Guantánamo que nos ha endilgado Obama, y resulta que el notición está ahí a la vuelta de la esquina. Bueno, en Irlanda del Norte, que casi es lo mismo.
En Irlanda se ha puesto de moda, al menos últimamente, eso del sexo. Y es que, claro, con tanta humedad, tanto nubarrón y esas tardes tristes que nunca acaban, pues el cuerpo tiene que buscar sus escapes.
Primero fue un asunto que atañe directamente a la Iglesia Católica irlandesa. Un informe gubernamental ha destapado un escándalo de pederastia de magnitudes inconmensurables. Más de 400 sacerdotes católicos y 100 seglares de la diócesis de Dublín -y las otras ¿qué?- han sido acusados o se sospecha que han abusado sexualmente de cientos de menores. La investigación se remonta al año 1940. Pero la vergüenza, el dinero y el poder, se han ocupado de hacer que la noticia vaya desapareciendo de los medios de comunicación y de las mentes de las personas.
El otro asunto relacionado, también con el sexo -curiosamente, éste ha dado más cancha a la prensa-, se ha conocido como el ‘caso Robinson’, en honor del ministro principal de Irlanda del Norte, Peter Robinson, uno de los implicados.
Al pobre Robinson resulta que le ha tocado en suerte una mujer fogosa, vamos, que le va la marcha de acuerdo con el nuevo diccionario de la RAE. Lo malo es que cumple fuera de casa y del lecho conyugal.
Un rumor – relacionado con la familia Robinson- recorría los verdes condados y haciendas irlandeses. Y es que, al parecer, durante varios años el cabeza de familia maltrataba físicamente a Iris, su mujer. El rumor -en este caso aclaraba el motivo de las agresiones-, es que la mujer de Peter Robinson mantenía relaciones extramaritales -se lo hacía fuera de casa- con dos o tres mancebos. No sabemos si la infidelidad la practicaba mostrando sus moratones o en la etapa en que las magulladuras habían desaparecido.
La familia Robinson pertenece a la Iglesia Libre Presbiteriana -en todas partes cuecen habas-, fundada por el reverendo unionista Ian Paisley, cuyos jerarcas han pedido al actual líder de su facción que debería dimitir, al menos temporalmente, hasta que limpie su nombre. Más que el nombre, lo que tendría que lavar es otra cosa.
A lo que vamos. La esposa del premier de Irlanda del Norte, la tal Iris, sesentona de pro, mantenía relaciones con un joven de 19 años, a quien en pago de sus ardientes favores, subvencionó -a cargo del erario público- y, posiblemente violando la ley, para que pudiera abrir un bareto. Pero las infidelidades de Iris no fueron sólo con el joven Kirk McCambley, ya que el padre de éste tuvo ocasión de apagar el mismo fuego.
Pero la señora Robinson se prodigó más en sus costumbres amatorias. Que se sepa, también mantuvo relaciones con un compañero de partido político (DUP) en el que ella y su marido militan. Los testigos del acto copulatorio fueron dos policías que vigilaban la casa de los Robinson, que los pillaron in fraganti.
No me extrañaría que a estas horas miles de mujeres en todo el mundo (quizás millones) quisieran el día de mañana reencarnarse en la concha de Iris Robinson, igual que Woody Allen, que dijo que el día que se muera le gustaría reencarnarse en las yemas de los dedos del mujeriego Warren Beatty.
Por cierto, el título de este texto, A vuestra mujer beso la mano en habiendo vacante, es el último párrafo de la Carta de un cornudo a otro, de Francisco de Quevedo.