Simiescus (14/2/2010)simiescu
Mientras retozaba, y harto de hacer zapping para ver si encontraba alguna noticia que nos informase del fin  de la dictadura en Guinea Ecuatorial, o al menos sobre las atrocidades de la dictadura, hete aquí que Google me muestra una noticia sobre mi país. Veo la fotografía de un apuesto guineano de nombre Apolonio Mba Ondo Mangue, y me lanzo cual poseso a leer la crónica.

Busco las palabras «tortura», «dictadura», «represión», «corrupción», pero nada. Desesperado, lanzo un dardo a un inmenso cartel con la efigie de Miguel Ángel Moratinos -acción que el psicólogo me ha recomendado a fin de controlar mis impulsos más agresivos-, y comienzo a leer el texto del diario español ABC.

No tengo práctica en la lectura de periódicos, pues en mi país no se venden, ni hay quioscos, ni nada de nada.  

En la cabecera del texto del mencionado diario aparece «Aquí me siento en mi casa»,  y debajo el nombre de Apolonio Mba Ondo Mangue. Continúa la nota: «Si estuviera aquí sólo para trabajar no me interesaría la integración, pero yo he venido para vivir». ¡Coño, que suerte!, eso lo digo yo, el gran Simiescus. Aquí puede vivir, claro que se refiere a España.

Que suerte tienes, querido Apolonio. Ya la quisiera para sí, Severo Moto, que al hombre lo tienen como secuestrado, sin entregarle su pasaporte para poder viajar, por ejemplo, a Estados Unidos. A él, a Severo Moto, todavía no le han pedido ni disculpas por los cuatro meses que pasó en las jaulas de Navalcarnero.  La misma suerte tuya la debe querer Faustino Ondó Ebang, al que el tirano guineano acusa de ser el inspirador del asalto a su palacio en febrero (17-F) del año pasado, y al que en breve se le juzgará, Faustino no tuvo tu suerte Apolonio, pues pasó más de cinco años en la prisión de  Black Beach sin que hasta ahora nadie le haya explicado la causa…     

Pero antes de relatar las persecuciones, torturas, encarcelamientos y «eliminaciones» que los opositores sufren en Guinea Ecuatorial y el atosigamiento de que son objeto en España, veamos las lindezas que dice nuestro amigo Apolonio.   

Está en la flor de la vida con sus 43 años, aunque aclara que los últimos diez «los ha pasado entre Madrid, Barcelona y Murcia, pero en ningún otro lugar se ha sentido tan a gusto como en Valencia», recoge el diario español.

«La sapolonioociedad es muy acogedora. Aquí me siento como en mi casa. Muchos inmigrantes vienen aquí con la única idea de trabajar, pero creo que deberían venir fundamentalmente con la idea de vivir», afirma Apolonio.

¡Vivir!, ¡Vivir!, ¡Vivir…! Eso es lo que pretendemos todos los seres. La alegría de Apolonio parece que se acrecentó desde que  «participó en la primera promoción de las Escuelas de Acogida, el proyecto pionero en España puesto en marcha por la Conselleria de Solidaridad para facilitar la integración de los inmigrantes en la Comunidad mediante el conocimiento de los valores y reglas de convivencia, sus derechos y deberes o los idiomas oficiales de la Comunidad, entre otras cuestiones».

Tan encantado ha quedado Apolonio con la experiencia que quiere repetir. Y así se lo expuso al conseller de Solidaridad de la Comunidad de Valencia. Lo hizo durante el ágape que el político con el dinero de los contribuyentes ofreció a algunos de los participantes a esos cursos.

Querido Apolonio,  ya que has tenido la facilidad de acceder a los políticos valencianos y a la prensa nacional española, deberías haber aprovechado para, de paso, dar a conocer al público los males que aquejan a tus compatriotas en Guinea Ecuatorial, debido a la opresión a la que los somete la dictadura de Obiang Nguema y a la tolerancia del gobierno español. De paso, también podías haber pedido que los españoles que van a tu país tengan acceso a la sanidad gratuita, como tu la tienes aquí, y a una cierta cobertura jurídica similar a la que tu puedes acceder en España.

En fin, Apolonio, que de seguir así te van a meter en una lista de algún partido político para que así tengas un ágora donde perorar sobre los muchos olvidos que has tenido y la oportunidad que has desaprovechado. Bueno, te dejo que me van a despiojar…     

N. de la rR.
La fotografía de Apolonio es propiedad de Fotos Rober Solsona.