Aquilino Tejedo (20/5/2010)tribunal-penal-internacional
La opinión de quien suscribe y otras recogidas en su entorno, coinciden en el estupor ante  la reiterada solicitud, desde La Haya, para que Baltasar Garzón, suspendido en España como juez, por presuntas responsabilidades penales, pase a actuar durante varios meses como asesor externo del fiscal jefe de aquel tribunal penal internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo.

Garzón, pendiente de sentarse en el banquillo de los acusados, por la primera de las tres causas que están tramitándose en el Tribunal Supremo de España, no parece un fichaje recomendable en estos momentos, ni como vendedor de coches de segunda mano.

Ebaltasar-garzon-2x-compañeros -tal como están hoy las cosas- de Baltasar Garzón en los escalafones de la judicatura, expresan, en círculos de confianza, opiniones muy negativas sobre él. En otro ámbito como es el universitario, Garzón no dejó, entre diversos docentes, buen recuerdo de su paso como profesor contratado en el entonces CEES, hoy Universidad Europea de Madrid; acompañado de su escolta, atravesaba el campus con un habitual aire petulante.

Las críticas periodísticas como mal instructor, como político de ida y vuelta, y como juez con fama de manejar la ley a su antojo, contribuyen al rechazo por parte de un amplio sector de la opinión pública española.

Entre cuantos forman esa parte de la sociedad española, la consideración de la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, recibe un impacto descalificador. Si ya compartían fuertes prevenciones ante una instancia penal discutible y a la que no aceptan someter a sus ciudadanos, grandes potencias nacionales, ahora, la incorporación de un Garzón en entredicho, constituye un auténtico hachazo moral.

Se entiende que hay una especie de contaminación recíproca. La explicación para la extraña entente podría resumirse en una frase hecha: tal para cual.

Tampoco parece lógica la decisión de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial, para dar su aceptación  al trabajo temporero de Garzón en los aledaños de un tribunal internacional, por 3 votos a 2, después de suspenderle cautelarmente como juez.

Esto semeja una exportación en régimen de «dumping». Así pues, unos informes recabados y que, previsiblemente habrían de ser evacuados con cierta escora, no pueden justificar al presidente del CGPJ, Carlos Dívar. Ya había anticipado que  ese órgano que preside, estaba para defender a los jueces. Sí, pero en plural. Y, es de suponer que entre ellos, a los del Supremo, que él mismo también preside, aunque tal defensa deja mucho que desear.

No hay etiquetas para esta entrada.