Guinea Ecuatorial
Severo Moto Nsá (19/8/2010)severo-moto3
Ninguna alternativa política de gobierno, diferente de la dictadura de Obiang, podría o debería permitirse el desastroso «lujo», -mejor, estupidez- de soltar todas las furias de la venganza provocada por Obiang Nguema y acumulada por el pueblo guineano, sobre el entero pueblo de Mongomo.

Algo de arte -aunque sea mínimo- debe tener eso de hacer política. Y todo lo que no sea «arte», o sea buen trato a la ciudadanía, a la hora de definir y hacer la «polí»-«tica», difícilmente puede merecer tal nombre. Un cambio, de la dictadura a «otra cosa», que no sea poner un serio punto final y aparte a la dictadura cruel con la que Obiang Nguema ha gobernado nuestro país; y que se limite a ejercer una desbocada venganza sin límites ni consideración o cuidado, resultaría un evidente «peor remedio que la enfermedad».

Dejo aparte la dura resistencia que los foráneos (con el poder español que pesa sobre nuestro país, incluido) vayan a poner al cambio de régimen militar en Guinea Ecuatorial. Quiero centrarme en el decisivo papel que en eso tienen los propios guineanos.

A mi edad, puedo fardar de haber superado la triste media de esperanza de vida que normalmente se atribuye a los guineanos por el paupérrimo nivel de vida al que se empeñan los dictadores y sus apoyos exteriores en establecer para Guinea Ecuatorial y alguna otra colonia hispana. Esa edad me permite, lejos de mirar al dedo que señala la tragedia de mi país, mirar directamente a la propia tragedia.

UN GRAN AMIGO ESPAÑOL, Y UN ANCIANO «NDOWE»
Y voy a recordar dos recomendaciones o advertencias que un gran amigo español me hiciera, hace algunos años, tras conocer Guinea Ecuatorial y descubrir en toda su profundidad la situación. Advertencias que quisiera trasladar a los jóvenes guineos, y de forma general a todos los guineanos y españoles que se interesan, en serio, por el futuro de ese rincón africano:

«No os matéis entre vosotros mismos, con fáciles enfados y rupturas, cabreos y maldiciones. No tenéis  toda la culpa de lo que os pasa; la tienen otros…»

«Tened en cuenta que esperan… a que gente de vuestra edad, que conocéis y os duele vuestro país, vayáis despareciendo; las nuevas generaciones ni conocen lo que fue Guinea Ecuatorial, ni se dolerán, como vosotros, de lo que le pasa al país…»

Un anciano de la etnia guineana, Ndowe, Don Felipe Ndjoli, poco antes de morir, depositó en mi recuerdo un doloroso sentimiento: «Antes de morir, me gustaría poder sentarme con los jóvenes «Ndowe» y explicarles el origen del odio entre los Fang y los Ndowe; pero no logro reunirlos…» Y me explicó, acto seguido, cómo tal odio nació de los colonos españoles, que, para doblegar a la etnia salvaje, Fang, del interior, armaron a los playeros Ndowe, ya «educados y civilizados», contra los otros. Hasta que los mayores Ndowe frenaron a sus jóvenes. Ante lo cual, los colonos pasaron las armas a los Fang, quienes no dudaron en utilizarlas para su venganza contra los Ndowe.

Como en alguna otra ocasión lo he explicado, la estrategia de los colonos -ya sea por obediencia a las famosas «Leyes Coloniales», ya por mantener sus manos «limpias», fue siempre castigar y maltratar a los colonizados por medio de sus propios paisanos: la pestilente «Guardia colonial».

El paseo retrospectivo por los retazos de la historia colonial hispano guineana, nunca debería servir, ni mucho menos, para levantar ampollas, reavivar rescoldos y atizar fuegos de odio. Ignorarlos, podría conducir eternamente a una interminable reedición de tales retazos históricos (algunos, evidentemente muy tristes); lo cual nunca permitiría restañar las inevitables y normales heridas producidas. Por otra parte, intentar no cambiar nosotros, por más que cambien los tiempos, eso es el peor delito…

fraga-y-maciasLAS CLAVES DE LA TRAGEDIA DE GUINEA ECUATORIAL
Y la tragedia, nace precisamente desde el momento en que se decide entregar la independencia a los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. 150 años después de la colonización española en Guinea Ecuatorial, el día 12 de octubre de 1968, el territorio estaba casi plenamente civilizado.

Naturalmente, las Islas, el litoral y una gran mayoría del Continente (Centro) disfrutaban de un nivel de civilización, de preparación cultural y de conexión con el mundo, digno de las envidias que los países del entorno sentían por Guinea Ecuatorial. Brillantes Catequistas; ilustres Médicos; eficaces Enfermeros; excelentes Maestros; avispados Oficiales y Auxiliares Administrativos; orgullosos emancipados; poderosos dueños de tiendas, factorías y bares; laboriosos y ricos cultivadores de café y de cacao; señaladas personalidades que descollaban, en medio de la sociedad, para señuelo del mundo joven. Eran todos ellos una envidiable legión de valores humanos, culturales y profesionales, con los que llegaba Guinea Ecuatorial a la independencia.

La potencia colonizadora los tenía perfectamente catalogados, localizados y controlados. Si la descolonización de Guinea Ecuatorial hubiera sido una obra nacida del ALMA (como lo repite el Vicepresidente del Partido del PROGRESO, Don Armengol Engonga Ondo) lo lógico, normal y cuerdo es que el poder, la independencia (no sé si hasta la LIBERTAD) se hubieran puesto en las manos de cualquiera de los valores intelectuales, humanos, profesionales que hemos enumerado. Es imposible pensar que la descolonización o la independencia (entregada, prestada o regalada, ¡nunca conquistada!), fuese obra de un corazón bueno y de buenas intenciones, cuando ese regalo, préstamo o entrega se puso en menos de Macías.

«¡¡Haremos que gane Macías para que escarmentéis!!» -gritó, enfurecido, el último Gobernador o Comisario General español en «La Guinea Española», cuando vio que la independencia se convertía en un irrefrenable reclamo popular; y, que el mundo intelectual guineo se preparaba a saltar al terreno. Y, naturalmente, Macías ganó…, frustrando todas las posibilidades de que el país fuera gestionado por manos y corazones con ALMA.

¡¡¡MACIAS NGUEMA BIYOGO ÑEGUE NDONG (YA ESÉÑ)!!
Así nos obligaban, en la prisión de Black Beach, a contestar -a gritar- cuando nos llamaba el jefe de cárcel o cualquier guardia. Primero era solo el largo nombre del Presidente… Y cuando Macías, a su PARTIDO ÚNICO NACIONAL le añadió lo del «trabajo» y se transformó en Partido Único Nacional de Trabajadores, los fang añadieron al nombre completo de Macías la palabra «eséñ» (Trabajo).

La tragedia se había cebado y enseñoreado sobre Guinea Ecuatorial. Aquello de: «Haremos que gane Macías, para que escarmentéis», escupido en el rostro del pueblo guineoecuatoriano, significaba, ni más ni menos que lo que vino después:

– El Comisario tenía un conocimiento perfecto de quien era Macías; un hombre rústico, enfurecido contra los blancos españoles, porque uno de ellos se atrevió a conquistar y acostarse con una de las mujeres de Macías; y el odio de Macías a los blancos españoles se extendió, como la gasolina, a todos los blancos españoles; a todo guineano que tuviera usos y modos de «blanco» y especialmente a todo guineano que hubiera estudiado en España.

«Haremos que gane Macías para que escarmentéis», fue un boomerang contra los propios españoles. Porque Macías comenzó par la expulsión de los españoles de Guinea Ecuatorial. Ahí estaban preparadas las pateras que trasladaban a los españoles para llevarlos a los barcos situados en alta mar. Eso, los que lo quisieron… Los listos y avispados, no embarcaron, atados y amarrados a la fecunda ubre africana, y dispuestos a burlarse y acabar con Macías.

– Llegó, de inmediato, como segunda fase del odio de Macías a los blancos españoles, la busca, captura, asesinato y liquidación de todo lo que oliera a España. Al grito enemigo de: «¡En 200 años de colonización, España no ha preparado en Guinea a ningún médico, ni abogado, ni… ni…!», Macías Nguema, ayudado por su sobrino Teodoro Obiang Nguema (España, sí dejó a un fino elenco de militares, salidos de Zaragoza para ayudar a Macías a «escarmentar al pueblo guineano…») se dedicaron a borrar del suelo patrio guineo todo vestigio de valor intelectual, cultural, profesional, humano, llegado de España. A su vez abrían amplio paso hacia la Unión Soviética, Cuba, Corea del Norte, Alemania «Democrática», China…

– Un reducido, pero influyente grupo de españoles, bajo la consigna de: «¡Nosotros hemos aguantado a Macías y las enfermedades…!», alérgicos a «los que vienen de España (blancos o negros) parecen dar toda la razón a esa persecución contra todo lo que huele a España en Guinea Ecuatorial».

– Tomado el poder por un certero y sangriento golpe de estado, Obiang Nguema acuñó la amenazante frase contra los intelectuales guineanos: «¡¡¡Vosotros que os creéis los inintelectuales… ya lo veremos!».

– Las matanzas selectivas se enseñorearon de Guinea Ecuatorial, durante los once primeros años de la tiranía de Macías y Obiang Nguema y se han prolongado hasta aquí, con un resultado espeluznante de asesinatos, muertes, desapariciones, exilio y éxodo masivo, básicamente de valores culturales intelectuales y humanos.

«Haremos que gane Macías, para que escarmentéis» Alguien habla de que las elecciones que llevaron a Macías al poder fueron las «únicas» y «primeras» elecciones democráticas… Yo las vi, las viví y voté. Solo puedo resumirlas afirmando que la violencia desplegada por Macías y sus más cercanos, marcaronfrancisco_macias_nguema y reventaron dichas elecciones; donde ya el famoso «voto transeúnte» consistente en que, los votantes de Macías, utilizando la violencia y el terror podían votar en todas las urnas que quisiesen, para abultar los resultados favorables al tirano. Algo tan utilizado, luego, por Obiang Nguema en sus elecciones; aparte de la marabunta de fraudes violentos con que el gran cobarde y presumido presidente dictador viola todas las elecciones en Guinea Ecuatorial.

MONGOMO, A PESAR DE TODO
Sobre todo, a pesar de Obiang Nguema Mbasogo y sus secuaces internos y externos.

Dicen que Obiang Nguema es hijo de unos padres que, tras haberse burlado de la justicia y las obligaciones que las leyes coloniales francesas le imponían, además de ser, el padre, un hombre dado a «cambiar de sitio» y apoderarse de bienes (cabras, patos, gallinas y otras «cosas») ajenas, se escaparon por los años 1931 de Gabón, a la Guinea Española; y se alojaron en un lugar del Distrito de Mongomo al que dieron nombre de Akoa-Kam; nombre imitado de otra localidad gabonesa de donde huyeron. Obiang Nguema nació, efectivamente en «La Guinea Española». Su ADN revela, evidente su ascendencia paterna. El comportamiento que demuestra en el trato a los guineanos, no solo revela el de un ajeno a los designios de Guinea Ecuatorial; sino, sobre todo, revela el de un hombre atávico, sujeto a los modos de su padre, incapaz de deshacerse de los usos y modos ancestrales (brujería, sesiones de espiritismo, hasta la ingesta de partes «nobles» de las personas; robo, y delincuencia generalizada).

«¡Haremos que gane Macías para que escarmentéis…!»

Si es cierto e inevitable que quienes se le acercan, traban amistad íntima y se comprometen con él, al final acaben siendo obligados a «imitarle», como prueba de fidelidad; nadie podría afirmar con seguridad que todo el Distrito de Mongomo y todos sus habitantes son de la familia de Obiang Nguema, que llegó de Gabón; que tienen el mismo ADN o se mueven por los mismos impulsos y espíritu de robo, asesinato, brujería, y delincuencia generalizada que mueve a Obiang Nguema y a sus amigos contagiados.

A pesar de Obiang Nguema y sus amigos contagiados, Mongomo se merece, como Distrito, pueblo y sociedad, un necesario y obligado aparte.

Quizás, en vez de mirar tanto el dedo que señala nuestra tragedia, ese dedo puede que en ese caso sean Macías Nguema y Obiang Nguema, o incluso Mongomo (por ser ellos oriundos de dicho distrito) debamos intentar encontrar la verdadera razón de nuestra tragedia en algo más mucho más decisivo.

Sí; Obiang Nguema, al igual que Macías Nguema, lo mismo que el tercero de la saga Teodoro II (dicen que quieren ser doce presidentes de Mongomo). Nada de estas realidades sería necesariamente trágica y rechazable, si no fuera porque, para nuestra desgracia, o quizás como consecuencia de la maldición española: «haremos que gane Macías, para que escarmentéis».

El Distrito de Mongomo, al igual que algún otro Distrito fronterizo de Guinea Ecuatorial con Gabón o Camerún, se encontró con que al final de la colonización española, era considerado algo así como el «patito feo, el niño tiñoso, el abandonado dentro de la pluralidad de los Distritos del país. La Administración colonial española tenía en aquel Distrito una presencia esencial y mínima, reducida a lo más imprescindible. Mucha guardia colonial (para reducir a los rebeldes y salvajes). Control (de aquellas maneras) de la frontera con Gabón (un coladero de maleantes del país vecino…).

Pero lo más trágico de Mongomo es que la civilización, la cultura y la normalidad cívica no llegaron a este rincón, ni hicieron su impacto con la misma fuerza y profundidad que en otros rincones más cercanos al litoral. La falta de esta incidencia cultural y de civilización profunda, es normalmente suplida con la aplicación de la violencia salvaje y la brutalidad; fruto, finalmente, del complejo de inferioridad que todas estas carencias producen, frente a otros de mejor y más elevado nivel cultural. El complejo de inferioridad cultural y de civilización ya es, de por sí una autentica bomba explosiva. Si a ello se le añade el poder y las armas, podemos encontrarnos, como resultado, la situación de Guinea Ecuatorial.

Mongomo es víctima, involuntaria, de esta situación. Alguien, conociéndolo muy bien, hizo que ganara las primeras elecciones para la independencia de Guinea Ecuatorial, un oriundo, no precisamente favorecido por la civilización, la cultura y la normalidad cívica de Mongomo, es más, odioso de todo ello, Macías Nguema Biyogo Ñegué Ndong; quien, durante 11 años, acompañado y ayudado por su sobrino, Obiang Nguema, barrió del territorio guineano, a todo vestigio de cultura, civilización, profesionalidad o valores humanos del país.

Si Mongomo tiene alguna culpa, como Distrito es la de no haber sido civilizado, a tiempo, como el resto de Distritos del país. Quizás la otra culpa es la de haber sido elegido (por quienes nos «dieron» la independencia, «para que escarmentáramos») detentador del palo, la fusta, la porra, el arma y la violencia para dirigir nuestro país. Ya no solo pasando por encima de tantos valores culturales, profesionales, humanos y civilizados como, 150 años después de la colonización, disponía nuestro país; sino desarrollando un proyecto y programa de extinción (asesinatos, desapariciones, exilio…) de todo el tejido cultural, profesional y de valores humanos.

Tanto Macías Nguema como Obiang Nguema, al igual que el pretendido heredero de los dos, son fruto irrefutable del anatema y amenaza de: «Haremos que gane Macías, para que escarmentéis». ¿Quién tiene la culpa, Francisco Macías Nguema, Teodoro Obiang Nguema, Teodoro II Nguema Mangue o cualquiera de la saga de doce presidentes de Mongomo que se proponen ellos; o quizás el Distrito de Mongomo desasistido cultural, profesional, intelectual o cívicamente?

¿Quién puso en sus manos la fusta rústica, la porra salvaje y las armas crueles del poder dictatorial, con las que, aupados en las furias del obiang-y-zapaterocomplejo de inferioridad cultural, han diezmado al mundo intelectual guineo y machacan al pueblo de Guinea Ecuatorial?

Ninguna alternativa democrática, ningún cambio y punto final a la dictadura; en fin, ningún dirigente o grupo político cuerdo, puede hacer coincidir el final de la tiranía de Obiang Nguema y sus secuaces internos y externos con el final de un Distrito: en este caso, el de Mongomo. Toda la República de Guinea Ecuatorial, tiene una profunda deuda histórica y una justicia que hacer con el Distrito de Mongomo: Hacer llegar, en profundidad, el riego de cultura, formación y civilización, (sequía que sufre hoy todo nuestro pueblo) y su conexión con la normalidad cívica que la colonización no alcanzó. Hay que quitarle de las manos la peligrosa fusta, la porra letal del militarismo colonial y las armas del poder salvaje y bruto que alguien (para escarmentarnos) puso en sus manos, haciendo que ganase Macías las primeras elecciones; y que les sirve para dar solución violenta a su complejo de inferioridad cultural.

CON PERMISO: Salvemos al Distrito de Mongomo de las furias y venganzas provocadas por el tirano Obiang Nguema y sus secuaces, y cumuladas en el corazón y mente del pueblo guineo. En el post Obiang (que tanto se siente hoy en Guinea Ecuatorial) lo digno, patriótico, ciudadano y sobre todo político y democrático que necesita cualquier rincón de nuestro país, es que Guinea Ecuatorial cuente con un Presidente y un equipo capaz de ofrecer un proyecto común de estado en el que quepamos todos. Y no, que solo quepa en una etnia, una región o un Distrito; y, menos, en una familia.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización del autor, que también se puede ver en la página de internet del Gobierno en el Exilio de Guinea ERcuatorial.