Mi Columna
Eugenio Pordomingo (24/11/2010)eugenio-pordomingo
La cumbre de la OTAN de Portugal ha sido prácticamente monográfica, dedicada a Afganistán. Durante dos días, el presidente Obama se ha dedicado a presionar-convencer a todos los miembros de la organización atlantista de las excelencias de su nueva estrategia, que al parecer ni él mismo sabe en qué consiste. Responsables militares destituidos, cada día una fecha de salida de las tropas y nuevas estrategias de guerra, son el condimento mediático del nuevo Vietnam que la gran potencia americana tiene que sobrellevar.

En esa cumbre portuguesa -me recuerda un poco al conciliábulo que mantuvo la Trilateral poco antes del famoso 25 de abril que después se conoció como «revolución de los claveles»-,  Obama se ha esforzado por obtener el respaldo de todos los miembros para su nueva estrategia militar diseñada para Afganistán. El presidente de Estados Unidos ha convencido a sus socios de que hay que aguantar en el inhóspito país hasta al menos 2014. Hasta entonces, las tropas aliadas de la ISAF se tendrán que quedar y, quizás, aumentar el número de sus efectivos.  

Obama quiere derrotar al talibán con rapidez, cueste lo que cueste, pues su verdadera estrategia está en aislar a Rusia y cercar a China. Pero, de esto ya trataremos más adelante. 

Poco antes de la cumbre atlantista y durante los dos días de reuniones lusitanas, las acciones militares de las tropas estadounidenses y, por supuesto, aliadas, se han empeñado en hacer valer su poderío ante el talibán. Nueve años de duros combates (otros tantos tuvieron los rusos) y soportando actos terroristas a diario, han contribuido a perfilar la gran operación militar que, se diga lo que se diga, apesta a fracaso, derroche de dinero y pérdida de vidas humanas.

Ha sido el prestigioso diario estadounidense Washington Post el  que nos ha suministrado la noticia de que Estados Unidos está desplegando gran cantidad de carros de combate (tanques) en los inmensos y áridos terrenos afganos. Es la primera vez que esas poderosas, costosas y mortíferas armas de guerra estadounidenses entran en ese teatro de operaciones.

La noticia ha caído como una bomba entre los avezados mandos militares de Estados Unidos, cuya estrategia psicológica era huir de las largas filas de tanques entrando en las ciudades afganas, para que no se relacione con la invasión de Hungría por las tropas rusas en noviembre de 1956, o, más parecido y reciente, con la descomunal entrada de tanques rusos en Kabul en 1979.

Tras varios años de resistirse a poner en juego en el ajedrez bélico afgano a los modernos M1 Abrams, algún osado guerrero del Pentágono le ha debido susurrar a Obama que con esas máquinas, emulando a los elefantes de Anibal, los talibán serán eliminados en breve plazo.

Dicho y hecho, el general David Petraeus, mandamás ahora en el ring afgano, ha llevado en octubre una veintena de tanques M1 Abrams a la provincia de Helmand, donde desde entonces no cesan de «escupir fuego». Los paquidermos metálicos de  Petraeus se las van a ver con los barbudos talibán que a veces se ttanque-estadounidense-m1-abrams1rasladan en sus eficientes burros y mulos.

Pero la nueva estrategia de Obama va más lejos, pues pretende poner en perfecta sintonía y comunicación a la población afgana con sus jefes locales y a éstos con el corrupto gobierno de Karzai.

Al parecer esa nueva estrategia está dando ya sus «brotes verdes»,  sus primeros frutos, según un alto funcionario estadounidenses ha comentado al  Washington Post: «Nos quitamos los guantes, y esto tuvo un gran impacto», «el incremento de los bombardeos ha causado enormes daños,  y ello ha tenido un efecto beneficioso», ya que ha obligado a los afganos a ponerse en contacto con los jefes locales y gobernadores para exigirles «daños y perjuicios».

De esta forma -según este alto funcionario-, estamos poniendo en contacto a la gente con sus jefes locales.

Si esto es lo que espera conseguir un alto funcionario, qué opinará uno bajo. ¡Señor, en qué manos nos has puesto!

¿Es esta la nueva y gran estrategia de Barack Obama para triunfar en Afganistán?

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