Economía
Manuel Funes Robert  (21/2/2011)euros
Una de las temibles consecuencias de la crisis actual, son los impagos financieros, que no termina por el hecho de que el deudor cumpla fuera de tiempo sus obligaciones: los intereses no pagados se sumarán al principal aumentando la deuda original al que se suman los intereses de demora. Todo ello habrá sido comunicado por parte de la financiera al hipotecado a la hora de formalizar el préstamo. Pero generalmente no es así y el deudor en general solo presta atención a las condiciones generales y particulares  cuando le pesa la amenaza de embargo.

Otra consecuencia es la proliferación de nuevos productos financieros agrupados en el epígrafe renegociación de la deuda, trampa diabólica en la que los desesperados deudores caen para reducir la cuota mensual a la que se tienen que enfrentar extendiendo el tiempo de vida del préstamo: una deuda hipotecaria que reduce a la mitad las cuotas puede ampliarse en el tiempo un 20 o un 25% más. Este producto tiene otra variable más: renegociación e unificación de deudas. Ampliamos el plazo de vida del préstamo y sumamos al principal otras deudas menores, como créditos al consumo a los que también nos cuesta hacer frente.

Cuéntase del inventor del ajedrez que el rey al que se lo presentó quiso pagarle al inventor y este le dijo que quería dos gramos de trigo doblándose al pasar de uno a otro los 64 cuadrados del tablero. El rey se rió al parecerle ridículo el precio pero al echar números descubrieron que no había trigo bastante en el reino para pagar. Los 64 cuadrados se habían convertido en un número de 63 cifras. No eran millones de gramo sino trillones.

Esto nos ocurre a los particulares y a los Estados. En tiempo de bonanza, el Estado se financiaba con las recaudaciones de impuestos y las cotizaciones de los trabajadores y no cargaba con el coste que suponen los desempleados. El clamor por el endeudamiento de los Estados omite una circunstancia que es lo que convierte a dichas deudas en especialmente peligrosas. Al igual que los particulares que hemos descrito antes, al incumplir con sus deudores los intereses impagados se incorporan la principal y producen a su vez intereses. Y esos intereses hacen crecer la deuda como lo hacen las progresiones geométricas.

Este aspecto del endeudamiento no se cita nunca como nunca se cita al BCE que podía y debía evitar el proceso y pidiendo si acaso un 1%. El crecimiento astronómico de las deudas cuando el acreedor es el sistema financiero privado tiene como doble consecuencia la cura cruenta de austeridad que agrava y nos impide comenzar la recuperación.