Economía/Europa
Manuel Funes Robert (11/4/2011)
En estos momentos se prepara en Budapest un nuevo ajuste sobre Portugal más duro que todos los anteriores y que es el precio que se pone al rescate de sus finanzas.
Naturalmente, el efecto va a ser contraproducente pues los que dicen que esas medidas aunque dolorosas son imprescindibles, son ignorantes como economistas, por un lado y políticos al servicio de los mercados, por otro. Esas medidas son siempre y en todas partes prescindibles y favorecedoras de la crisis que se quiere eliminar.
Giran en torno a un dogma moderno contrario a la lógica económica y al interés de los pueblos: el déficit cero, esto es la aplicación de la contabilidad privada al sector público, siendo así que la esencia del Estado es su diferencia con el sector privado. Pero ni siquiera en el sector privado se tiene por cosa indudablemente buena el equilibrio en las cuentas de las empresas y parecen apoyarse en otra evidencia falsa: «no se puede gastar lo que no se tiene». Pues bien, en el sector privado, gracias a las líneas de crédito se gasta más de lo que se ingresa y se devuelve, no lo que se recibió, sino la ganancia que sigue al uso que se hizo con lo que se recibió.
El endeudamiento soberano en los países de la UE refleja y mide la liquidez que el BCE se ha negado a inyectar incumpliendo su obligación básica, que no es la de estabilizar los precios sino de proveer al sistema de la financiación que necesite. La suma de todas las deudas soberanas es la contrapartida de la renuncia del BCE a cumplir su misión.
Y esto nos descubre la facilidad, sencillez y baratura del anhelado remedio. La suma de todas las deudas, las puede convertir el BCE de un plumazo en la liquidez que debió haber inyectado. Al no haberlo hecho los gobiernos, han tenido que buscar dinero privado a corto plazo y a interés del 7 al 10% y con plazos tan cortos que obligan a refinanciar con lo cual los intereses no pagados se suman al principal y producen a la vez intereses. No podría haberse inventado mejor ayuda para los mercados y para la banca privada.
El interés oficial del 1% ha servido a la masa de hipotecados pero no a los inversores privados nacionales por la sencilla razón de que el 1% opera sobre lo que se presta y no existe cuando no se presta.
Existe una crisis de liquidez, precisamente cuando la liquidez está al 100% y de modo legítimo en poder de los gobiernos que a través de la máquina de imprimir billetes.
Desgraciadamente, al subir los tipos y dar a entender que habrá más subidas se repite el daño macro económico que se hizo en el año 2008 doblando los recibos hipotecarios de gran parte de la población de la UE, pero con una diferencia, y es que ahora los que van a recibir la nueva agresión están más empobrecidos que hace dos años y se ha creado un colectivo inmenso afectado por el embargo de los pisos por la deuda y que ahora puede subir indefinidamente. Díganle a esos perjudicados que ya perdieron el piso que tienen además que pagar más porque ha subido el petróleo.
El caso de EE. UU. se ha sumado al ajuste presupuestario, manteniendo, al menos de momento los tipos de interés bajos. La única buena noticia es que se endurece la resistencia política al ajuste ya que la rebelión social va a ser la única manera de luchar contra una tiranía como jamás sufrió el ser humano.