Mi Columna
Eugenio Pordomingo (21/6/2011)eugenio-pordomingo
El Congreso de los Diputados, con el apoyo del PSOE, PP, CiU y PNV, ha autorizado la prórroga indefinida de la participación militar en Libia. La Comisión de Defensa (38 diputados) del Congreso autorizó ayer lunes la prórroga indefinida de la participación de tropas españolas en Libia. La petición de la ministra de Defensa, Carme Chacón, ha salido adelante por 36 votos a favor, y una abstención, la de UPyD en representación del Grupo Mixto. Izquierda Unida se negó a participar en la votación, porque considera que ese trámite es una «ilegalidad».

La página de Internet del Ministerio de Defensa dice que la «participación de fuerzas españolas en las operaciones para la resolución de la crisis de Libia, en aplicación de las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hasta que finalice la operación «Protector Unificado» de la OTAN», pero no es cierto. La ministra Chacón que, según ella, se siente cada vez menos nacionalista -seguro que recobrará ímpetus independentistas después de las elecciones generales- en su petición a los diputados, afirmó que  esa operación militar se hace para «proteger a la población y áreas pobladas frente a posibles ataques, nuestra participación en la resolución de la crisis como aliados de la OTAN, así corno el compromiso español con los valores universales consagrados en la Carta de Naciones Unidas de respeto a la vida y los derechos de las personas, aconsejan prorrogar la participación de unidades militares españolas en la operación «Protector Unificado» de la OTAN, en sintonía con lo acordado con nuestros aliados en el Consejo del Atlántico Norte».

Al alimón, las ministras de Exteriores, Trinidad Jiménez, y de Defensa, Carme Chacón, unieron su palmito para formalmente pedir el apoyo de sus Señorías, conocedoras de que no les iba a faltar. Otra cosa es lo que piensan los ciudadanos españoles.

IU no participó en la votación, ya que considera que el gobierno de Zapatero pide respaldo para una actuación que «ya no tiene el amparo de Naciones Unidas», razón por la que se está incumpliendo lo previsto en la Ley de Defensa Nacional: «Nos proponen una guerra interminable al margen de la ONU, interpretando la resolución como si fuera un cheque en blanco y al margen de la Ley de Defensa Nacional», afirmó Gaspar Llamazares.

Por su parte, Rosa Díez, diputada de UPyD, tras afirmar que en su momento su partido apoyó esa operación militar, «por un mes», para «proteger a la población civil» -mandato claro-, pero ahora el objetivo es  «el derrocamiento  de dicho régimen» (el de Gadafi). Se trataba de fijar, según la diputada,  unos medios proporcionados y la «renovación de dicha autorización por un plazo de noventa días, por considerar que el mandato de la resolución 1.963 no se había alcanzado», pues las tropas de Gadafi habían «asediado y atacado indiscriminado a la población civil en ciudades como Mislata».

Ante la nueva petición de prorrogar por tiempo indefinido la permanencia de nuestras tropas, la diputada de UPyD considera que no ha habido suficientes justificaciones para ello. Sin excesiva fortaleza en su exposición, algo de lo que no carece, Rosa Díez considera que el objetivo de la misión militar está cambiando en el terreno político y militar. En el político, el llamado Grupo de Contacto, en su última reunión celebrada en Abu Dabi, afirmó que «la  necesidad de reforzar la presión internacional con objeto de acelerar una solución política a la crisis y confirmó su determinación de usar todos los medios legítimos para poner fin a la violencia en Libia», algo diferente a lo que se dice en la resolución de la ONU. El cambio político es evidente y, en consecuencia, también en el militar.

Desde el punto de vista militar, la diputada aduce a la utilización de helicópteros de ataque, tipo Apache y Tigre, del Reino Unido y Francia, para  «atacar también objetivos  militares y edificios oficiales en Trípoli con una finalidad clara de carácter estratégico», según la declaración de Abu Dabi.

La operación de la ONU tiende a evolucionar, a dar cobertura aérea de la que «carecen las tropas rebeldes del Consejo Nacional de Transición, con el fin de facilitar la derrota militar del régimen de Gadafi que ponga fin a la guerra». La evolución es clara, evidente y peligrosa.

Rosa Díez pidió en su intervención que tanto Gadafi como los que le han apoyado en «las matanzas de civiles» deben ser destituidos y deben «responder  ante la Justicia, sea nacional o internacional, por sus crímenes de lesa humanidad».

La diputada magenta insistió en que el Ejecutivo de Zapatero debe facilitar al Congreso de los Diputados toda la información que ciudadanos y sus representantes políticos deben conocer con «absoluto conocimiento de causa y responsabilidad». Sin entrar en confrontaciones, la diputada afirmó que «la actual intervención está desvirtuada». Por tanto, según Rosa Díez, al cambiar el objetivo y solicitar una autorización por tiempo indefinido «queda sin efecto nuestra tarea, como Parlamento, de control al ejecutivo».  Por eso, si la participación española se sigue solicitando por tiempo indefinido no «contarán ustedes con el apoyo de esta parlamentaria y de UPyD».   

Si la diputada de UPyD está en desacuerdo, entre otras cosgadafi-y-sarkozyas por la ilegalidad actual de esa operación militar, ¿por qué no votó en contra?

Hasta ahora esa operación militar ha costado a los españoles más de 43 millones de euros (cada mes 15 millones), aparte de los costos políticos inherentes.

Pero, parece que nada importa, ni los errores  -cada vez más frecuentes- de los destinos de los misiles y bombas de la OTAN; ni las muertes de inocentes, ni la destrucción de Libia. Todo apunta a que, de no caer pronto Gadafi, el país mediterráneo quedará partido en dos. Uno, con capital en Trípoli; y la otra mitad en Bengasi.

En cualquier caso, se busca -no lo olvidemos- aparte de los recursos petrolíferos de Libia, una salida al mar del Chad, aliado importante de Francia.

Con estos escasos datos, ya tenemos un indicio para saber desde dónde han partido las presiones para la operación  «Amanecer de la Odisea» (Odyssey Dawn), nombre con el que fue bautizada la operación militar contra el régimen del líder libio, Muammar el Gaddafi.