España
Diego Camacho (28/11/2011)

Los Duques de Palma
Los Duques de Palma

Los avatares empresariales, «sin ánimo de lucro», puestos en funcionamiento por los Duques de Palma por todo el territorio nacional le dejan a uno estupefacto, a pesar del entrenamiento adquirido con los faisanes, las aguas tiñosas, los trajes, las gasolineras lucenses y corrupciones varias que asolan y despluman al erario.

Las andanzas de la Infanta de España y su consorte, le pongo detrás porque es donde debe ir, son inadmisibles aún en un país tan monárquico como España. La red de extorsión establecida comprende la comisión de varios delitos y muchas personas se preguntan, ¿cómo se puede caer tan bajo cuando el destino, la suerte o la herencia te ha dado todo?. Si mal está robar, peor es hacerlo beneficiándose del dinero público y hacerlo prevaliéndose de su condición real.

Empiezan a percibirse maniobras para implicar al consorte y salvar a la Infanta, sería un error pues quedaría en evidencia la cobardía y el interés de ella, por encima del amor y el respeto que parece profesar a su marido y a sus hijos.

Es un hecho que este asunto no tiene marcha atrás, por ello la mejor manera de rectificar es asumiendo la responsabilidad, no eludiéndola. Está muy claro que siempre podrá encontrarse un fiscal y un juez comprensivos con la Casa Real, pero a pesar de una sentencia exculpatoria siempre quedará el fondo del asunto y ese se presenta como el reinado de Witiza.

Devolver el dinero afanado y pasar el ducado al hijo mayor serían las mejores muestras de arrepentimiento. El dinero al proceder en su mayoría de entidades oficiales es un dinero sustraído a los españoles. El ducado no debería ser ostentado ni por el Presidente de Nóos ni por su secretaria, pues la Grandeza es otra cosa, pero los hijos deben ser arropados y protegidos. Un día, incluso, podrían estar orgullosos de la forma en que sus padres asumieron las consecuencias de su error.

No debemos olvidar que el ambiente existente en la Zarzuela en lo que se refiere a los asuntos económicos es muy laxo, por no decir algo más fuerte, y que el secretario de las Infantas, también implicado, fue nombrado por el Rey y según la Constitución es en este ámbito donde el Jefe del Estado hace y deshace a su antojo. En resumen, lo aconsejable es hacer de la necesidad virtud y aprovechar esta desgracia familiar para cambiar el comportamiento de la Casa. Los españoles han dado suficientes pruebas de afecto y respeto a la Corona para no merecer esto.

N. de la R.
El autor es coronel diplomado en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y miembro de la Junta Directiva de APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África).