Egipto
espacioseuropeos.com (7/3/2013)

Saad Katatni, Presidente del Parlamento de Egipto
Saad Katatni, Presidente del Parlamento de Egipto


Las agresiones sexuales a las mujeres que se manifiestan en Egipto han aumentado en los últimos años. Sin embargo, cada vez más víctimas se atreven a romper el silencio para presionar a las autoridades para que combatan estos ataques. Las agredidas han comenzado a hablar abiertamente de las injurias, intimidaciones y agresiones sexuales que sufren, dejando claro que no se deben dejar intimidar por una campaña que trata de apartarlas de la vida pública.

«No somos víctimas, somos revolucionarias. Lo que nos ha sucedido nos ha hecho más fuertes y vamos a continuar», dijo la activista Aida al-Kashef en un artículo de Mail&Guardian que denuncia el acoso al que frecuentemente están sometidas las mujeres egipcias.

El problema ya existía, y los abusos verbales y tocamientos a las mujeres en las calles de Egipto estaba a la orden del día antes de la primavera árabe, pero con la caída deMubarakse ha agravado.

Grupos de ciudadanos egipcios se reúnen en colectivos como el llamado “Operación contra el acoso sexual y guardaespaldas de Tahrir”  formados por voluntarios que intervienen, en este caso, para detener los ataques a las mujeres en la plaza, donde a menudo la policía no actúa. Además ofrecen apoyo médico y psicológico a las víctimas.

El 25 de enero, día en que miles de personas salieron a la calle para conmemorar el segundo aniversario de su levantamiento, al menos 19 mujeres fueron atacadas. Miembros del grupo mencionado aseguraron que muchas de estas agresiones tenían motivaciones políticas. «Estos ataques pretenden excluir a las mujeres de la vida pública y castigarlas por participar políticamente y en las manifestaciones. También son un intento de arruinar la imagen de la plaza de Tahrir y de las manifestaciones», dijeron. «El fenómeno requiere atención y medidas urgentes, y está ligado al más amplio, endémico y cotidiano problema social del asalto a las mujeres», añadió un representante del grupo. Más lejos llegó Inas Mekkawy, del grupo Baheya, en el citado artículo, que prefiere hablar de «terrorismo sexual» antes que de «acoso».

Gran parte del problema radica en la indiferencia de las autoridades y la falta aún de conciencia social.

N. de la R.
Esta noticia se publica con la autorización de Mundo Negro.