Europa/Marruecos
Javier Perote (1/8/2013)Mohamed VI y JUan Carlos I
A finales del pasado abril el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 2099 acordando la prórroga de la misión de los cascos azules en el Sahara Occidental (MINURSO) sin incluir entre sus funciones la vigilancia ante las posibles violaciones de los derechos humanos de los que es víctima la población saharaui, tal como había solicitado EEUU. Esta cuestión ya se había planteado en otros debates pero la ONU la había eludido recomendando que esa función de vigilancia, en vez de la MINURSO, la desarrollara el Consejo Nacional de Derechos Humanos una instancia recién creada en Marruecos bajo directrices gubernamentales.

Que la propia ONU encargara al gobierno de Marruecos velar por los derechos y seguridad de la población saharaui cuando es ese mismo régimen el que reprime y viola esos derechos, parecía algo esquizofrénico y, como era de esperar y se ha podido comprobar, el tal Consejo Nacional no ha servido para nada: la población saharaui ha seguido sufriendo toda clase de abusos.

Con esta resolución parece que vamos a tener más de lo mismo y necesariamente se debe uno preguntar: ¿por qué sustraer a la ONU esa función que le es propia? ¿Por qué no adjudicar esa función a la MINURSO como misión de Paz que es, cuando todas las demás misiones la tienen?. ¿ Para qué está la ONU?. El nuevo texto onusiano da que pensar que los derechos importan poco, más bien al contrario: lo que no se quiere es privar a Marruecos de su capacidad intimidatoria sobre la población para que ésta se rinda y acepte la ocupación definitiva de su territorio.

Marruecos necesita la opacidad informativa para poder obrar en plena impunidad. No quiere que se investigue sobre quinientos desaparecidos saharauis, ni sobre las torturas ni violaciones de todo tipo que las autoridades y las fuerzas represivas han cometido en estos años de ocupación. Sabe que tiene que persistir en aplicar la violencia para controlar y subyugar a una población que cada vez es más osada en sus reivindicaciones de libertad e independencia, y por eso rechaza categóricamente que la MINURSO o cualquier otro organismo investigue lo que ocurre en los territorios ocupados. Esto, como se ve, lo consigue con la complicidad de la ONU.

Las Naciones Unidas, lo dije en otra ocasión, se ha convertido en la herramienta jurídica que cubre con una pátina de legalidad los abusos y las arbitrariedades de los poderosos, es decir, los cinco países con derecho de veto. De hecho, el portavoz de la Casa Real marroquí, Abdelhak Lamrini, en cuanto se aprobó la resolución se apresuró a resaltar que el texto adoptado por la ONU “no contiene ningún apartado que implique, ni de cerca, una vigilancia internacional de los Derechos Humanos. Y por su parte el ministro de Asuntos Exteriores Salah Eddine El Otmani rechazó todo movimiento tendente a la ampliación del mandato de la MINURSO o la puesta en marcha de un mecanismo internacional alternativo para vigilar los derechos humanos.

Como si no bastase con la complicidad de la ONU con el régimen marroquí, la comisaria europea de pesca, Sra. Damanaki, a pesar del conocimiento que ella tiene de las constantes violaciones y represión que se ejerce sobre la población civil saharaui, ha encontrado algún oculto resorte donde agarrarse para elaborar un nuevo acuerdo de pesca en el que, por el sencillo procedimiento de ignorarlos, se han subsanado los obstáculos que impidieron la prórroga del anterior acuerdo al exigir el respeto de los derechos humanos de la población sahariana, consentimiento de la explotación de sus recursos y que se beneficiara de ellos la población autóctona, el fin de la sobreexplotación de los calderos y de la indemnización a Marruecos. Pero ahora resulta que lo que se ha hecho es aumentar la cuota de pesca, elevar la cuantía de la indemnización, mientras la palabra Sáhara Occidental ni se menciona en el acuerdo, tal como quería Marruecos. Preguntada la señora Damanaki sobre esto último respondió que el Sáhara no es su problema. Por su parte el ministro Ajanuch firmante del documento por parte marroquí despejó todas las dudas afirmando que se trataba de un acuerdo aplicable a toda la costa marroquí, desde Tánger hasta Lagüera», es decir: los mil kilómetros de costa saharaui son marroquíes.Javier Perote

La señora Damanaki conoce muy bien el derecho internacional y sabe que la Asamblea General de la ONU ha condenado sistemáticamente la usurpación de los derechos legítimos de las poblaciones de los territorios no autónomos (pendientes de descolonizar) como es el caso del Sáhara Occidental sobre sus recursos naturales. También sabe que la Asamblea General recordó en 1990 que la explotación de los recursos de una colonia requiere el consentimiento de sus poblaciones autóctonas y que redunde en su beneficio, cosas que no se cumplen en este nuevo acuerdo de pesca.

Teniendo en cuenta la largueza con que se mueven los marroquíes, todo esto da que sospechar.

N. de la R.
Javier Perote Pellón es coronel del Ejército Español y escritor.