Eugenio Pordomingo
Eugenio Pordomingo

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (16/1/2014)
Despierta mi atención y perplejidad la persistencia en el error –o supuesto error- en la que caen inmersos personas, asociaciones, ONGs e instituciones de toda índole y color. Esa persistencia en el desacierto –a mi entender- me llama la atención sobre todo cuando se trata de personas a las que se les supone, por su formación intelectual, que están capacitadas para percatarse y discernir de lo que se esconde tras algunas tácticas, estrategias, comportamientos, declaraciones o campañas distorsionadoras de la realidad.

Un sabio anciano -ya no transita por este mundo- me enseñó que siempre que quiera saber de algo recurra a las sempiternas preguntas de ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?. ¿cuándo? y ¿para qué?, entre otras interrogantes. La vida, las lecturas, la escuela y la facultad de Sociología me enseñaron que la duda propiamente dicha, la duda metódica, no descubre, como dijo Descartes, “verdades nuevas”, pero con ella se gana “evidencia”.

La duda es la que me lleva a creer en lo mismo de siempre, pero ahora con conocimiento fundado, tras ver las evidencias y aplicar la razón, veo cada día con más nitidez. Los ejemplos que puedo citar son muchos. Casi todos se refieren a las tácticas y estrategias que emplea el Poder para mantener y aumentar su influencia y capacidad de decidir, que ya es mucha.

Ahora me refiero al llamado conflicto del Sáhara Occidental, que para mí no es tal, sino, simplemente, la invasión de un país (Marruecos) de un territorio (Sáhara Occidental o Sáhara Español). Esto es lo evidente; esta es la pura y dura realidad. Dar otro trato a este hecho es un subterfugio, un engaño y una perversión del lenguaje.

Después de ver la deriva que está tomando este asunto, mi duda se centra -asentada, confirmada y engrandecida- y se asienta en tratar de buscar los vericuetos por dónde caminar para encontrar la forma de que ese territorio vuelva a sus dueños, al pueblo saharaui.

Decía el filósofo ateniense Arquéalo, que “lo justo y lo injusto no son productos de la naturaleza, sino de la ley”. O sea, del hombre, que es el que elabora, dicta y manda ejecutar las leyes. Ya no me cabe duda alguna, lo he confirmado. Son tantas las evidencias…

Estos días, las redes sociales andan ocupadas en difundir una campaña para recoger firmas “para que la MINURSO supervise la protección de los DD HH en los Territorios Ocupados y no se limite a ser un espectador pasivo y/o cómplice de la impunidad”. La campaña, creo, la lidera la conocidísima, y dicen que prestigiosa, asociación Human Rights in Western Sahara.

La campaña ha sido lanzada con el objetivo de tratar de conseguir que la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental) tenga las competencias en la vigilancia de los Derechos Humanos. Esta misión de la ONU es la única que no tiene asignada esas funciones. Se lanza esa campaña –afirma HRWS-, ya que a finales de este año el Consejo de Seguridad de la ONU tiene que renovar su mandato.

No tengo duda alguna de que la actuación de Marruecos en el Sáhara Ocupado militarmente es ilegal (lo ha dicho la ONU por activa y pasiva), violenta y atenta contra los Derechos Humanos. Hay que luchar para que los saharauis oprimidos y encerrados en su tierra ocupada tengan mejores condiciones de vida, no estén sometidos a vejaciones, detenciones ilegales y permanente violencia. Por supuesto. Pero el verdadero objetivo debe ser el de dar a conocer al mundo que el Sáhara Occidental fue ocupado militarmente por Marruecos y que las grandes potencias aplauden y colaboran –o dirigen- esa permanencia.

Ya se sabe que la energía concentrada en un solo punto es mucho más eficaz que si se dispersa. Toda fuerza canalizada gana en intensidad si una energía se concentra. Por eso, soy partidario –en el caso que nos ocupa, la liberación del pueblo saharaui- de centrar todas las energías, todo el discurso y todas las acciones en un único punto: “denunciar al mundo entero que Marruecos ha invadido el Sáhara Occidental y debe abandonarlo de inmediato”.

Se me olvidaba un aspecto importante, como son las preguntas que me recomendó el sabio anciano: ¿quién financia a Human Rights in Western Sahara?; ¿con qué presupuesto cuenta?; ¿qué salarios reciben sus directivos?