Internacional
Alejandra Durrell (26/7/2014)
El pasado día 24, el diario ‘El Mundo’ publicó un artículo de Antonio Gala, en ‘La Tronera’, su columna habitual, que ha molestado enormemente a la comunidad judía en Madrid. Tanto ha molestad, que han decidido querellarse contra él. Lo hacen por “racista y antisemita”.
La Comunidad Judía en Madrid acusa al escritor español Antonio Gala de “incitación al odio, ofensa a los sentimientos de una comunidad religiosa e injurias”.
Acabo de leer el texto de Gala. No me parece ofensivo. Nada ofensivo. ¿Qué hubieran opinado de él si su ágil, ilustrada e inteligente pluma se hubiera puesto a describir los horrores que pasan los habitantes de Gaza desde hace varios años? ¿Qué hubieran pensado los pertenecientes a esa comunidad judía si Gala describiera los horrores que padecen los dos millones de habitantes de Gaza sin agua, sin electricidad, sin medicinas, con miles de heridos y mil muertos y sus casas, escuelas, hospitales y, hasta centros de la ONU, destruidos por las bombas y los misiles?
Son ellos, los judíos, ¿El pueblo elegido?, se pregunta el escritor español. Es ese pueblo el único que ha padecido un Holocausto. Recomiendo que lean estos trabajos publicados en espacioseuropeos.com:
Yo les ruego que vean este video:
Ataque a una escuela de la ONU en Gaza.
Derecho a defenderse, sí. Derecho a masacrar, No.
He aquí el artículo de Antonio Gala.
¿Los elegidos?
Antonio Gala
El PUEBLO hebreo, de antigüedad probada por tratos íntimos y altibajos con su divinidad, podía haber hecho mucho bien a la humanidad: por su cautela, su prudencia y aguante, su aparente fidelidad religiosa y su ratificada administración de cualquier dinero… Lo que sucede es que, de pronto, harta a la parte de la humanidad con la que vive: fenómeno reiterado de su historia: como si no estuviera hecho para convivir. De pronto o se harta o se parte. Y se forma la marimorena o la marijudía. Esto es lo que hubo, hay y seguirá habiendo, porque siempre lo ha habido. Llámense como se llamen sus jefes civiles o militares, todos acaban metiendo la pata si les peta: es historia milenaria. Ahora le toca sufrir sus abusos a Gaza… Y lo revisan todo con una apariencia de justicia indebida. Nunca son claros. Piden lo que se les dio y que aceptaron; pero con novedad de grados, dimensiones, beneficios y con la presión nueva que da el poder situado en otra parte del mundo y la invisible comunidad de sangre… Normal en general, se arregla para meter la pata al final, con los más débiles o los que disfrutan hoy de sus tierras de anteayer… Siempre es así. No extraña que los expulsen tanto. Lo que extraña es que los vuelvan a llamar. Porque o no son buenos o alguien los envenena. No soy racista.
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