España
Miguel Jara
(7/8/2014)
El Tribunal Administrativo de París ha declarado al Estado francés responsable de los daños provocados por el medicamento Mediator y ha acusado a la agencia de medicamentos de Francia de mala conducta. El fármaco para la diabetes mató por problemas de corazón al menos a 500 personas. La ocultación de datos de seguridad es norma en la industria farmacéutica. Así como que las autoridades sanitarias lo permitan.
El laboratorio francés Servier, acusado por minimizar el riesgo sanitario de su fármaco contra la diabetes Mediator -retirado del mercado en 2009-, ocultó datos sobre la seguridad del medicamento.
Pero más grave si cabe es que la máxima autoridad sanitaria francesa en el control de fármacos, lo permitiera y no retirase el medicamento hasta 2009.
Las discusiones sobre la retirada del mercado del medicamento comenzaron en 1999 y aunque ya desde entonces había documentación para justificar la prohibición el fármaco siguió diez años más a la venta.
Se da la circunstancia que Servier también escondió efectos secundarios de Protelos, medicamento contra la osteoporosis, según un informe oficial divulgado por el diario Libération.
Desde hace algunos lustros es práctica habitual de parte de la industria farmacéutica ocultar los daños que pueden provocar muchos medicamentos. Un ejemplo paradigmático es el Caso Agreal. Este medicamento del laboratorio francés Sanofi se comercializó en España durante 22 años aunque sus daños eran bien conocidos por la autoridad sanitaria, la Agencia Española de Medicamentos. ¿Se reconocerá esto último algún día?
Ayer sin ir más lejos publicamos Denuncian que el fabricante de la vacuna del papiloma manipuló los ensayos de seguridad del fármaco. Esos datos han pasado por las pertinentes agencias de medicamentos, la europea y la española y pese a ello el fármaco está en la calle y provocando daños.
Ya comento que es habitual y es la clave para entender porqué tantos medicamentos provocan daños, hasta el punto de que puedo asegurar que existe una epidemia de iatrogenia encubierta en parte porque las autoridades lo permiten.
No sólo lo escribo yo, a principios de septiembre (día 8 en Barcelona y 9 en Madrid) se producirá la presentación del libro de Peter Gøtzsche ‘Medicamentos que matan y crimen organizado’. Este médico trabajó en farmacéuticas y es fundador del The Cochrane Collaboration, toda una institución global de la Medicina Basada en la Evidencia (en breve os ofreceré una entrevista con él que preparamos Juan Gérvas y yo).
Un dato que repite Gøtzsche es que tras el cáncer y los problemas de corazón los daños provocados por los tratamientos médicos son la TERCERA causa de muerte en el mundo occidental.
Entended porqué escribo que es clave saber que muchos laboratorios están ocultando los datos de seguridad sobre sus medicamentos y las autoridades sanitarias lo permiten (no quieren dañar los intereses de sus clientes; los laboratorios lo son, por ejemplo, pagan altas tasas en concepto de revisión y aprobación de sus fármacos a las agencias de medicamentos públicas).
Recordad también el Caso del medicamento antiiflamatorio Vioxx. Varios cientos de miles de muertes por infartos cerebrales y de corazón a sus espaldas y hasta el director general de la compañía reconoció que se ocultaron datos de seguridad que el laboratorio conocía desde que hizo los ensayos clínicos.
Francia aún no se ha recuperado de los escándalos sanitarios provocados por citado fármaco Mediator, las prótesis PIP o las píldoras anticonceptivas Diane 35.
Todos están unidos por el mismo patrón. No olvidéis la sentencia del Caso Talidomida, la primera catástrofe medicamentosa. Grünenthal, su fabricante, también ocultó los daños.
Y podíamos seguir poniendo ejemplos pasados, presentes… y futuros (sé de ensayos clínicos actuales en los que están ocultándose datos de seguridad importantes, en breve lo contaremos).
Si se quiere solucionar este problema hay varias claves:
– Los datos de los ensayos clínicos de las industrias han de ser públicos e instituciones independientes han de asegurarse de que se publican todos los datos, los buenos… y los malos.
– Las instituciones reguladoras de medicamentos no pueden depender para nada de los laboratorios a los que regulan. Han de ser independientes.
– Ojo a las “puertas giratorias”. Los funcionarios públicos que hayan trabajado regulando o con laboratorios no deberían volver a trabajar con farmacéuticas una vez concluida su actividad pública.
N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de su autor Miguel Jara.