Su Majestad el Rey, el presidente del Gobierno, el presidente de la Generalitat de Cataluña, la vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, la alcaldesa de Barcelona y el ministro del Interior, junto a autoridades y ciudadanos. Fotografía Casa Real.

España
Josep Jover (23/8/2017)
Han pasado cosas, extraordinariamente interesantes, y que habrán de valorarse en toda su extensión, más allá del trabajo policial, o de la política. Desde el punto sociológico, han aflorado comportamientos colectivos que vale la pena destacar

Primero
Posiblemente lo más impactante ha sido la negativa de diversas instituciones y cadenas a vender periódicos donde estaban las fotos ensangrentadas de las víctimas en portada, y la cera que pública y privadamente han recibido los periodistas, mucha de ella de sus propios compañeros de profesión. Por primera vez se les ha negado públicamente la veracidad del relato.

Segundo
Ha dado la sensación que todo el mundo sabía lo que tenía que hacer. Sin histerias; hoteleros, taxistas, gente de los comercios, el FNAC… y no solo personal sanitario, bomberos o policía. No ha habido un momento de sensación de desorden.

Tercero
La frialdad con que se ha recibido al Rey. La Zarzuela llamaba a los hospitales para hacerse fotos con los heridos, y mayoritariamente la gente se negaba a recibir a los reyes. Lo mismo ocurrió en las Ramblas, donde tuvieron que ser los propios acompañantes del séquito real los que gritaran «Viva el Rey». Otras autoridades visitaron también a los heridos, pero no se filtró una sola fotografía. A esta frialdad se ha correspondido con una lejanía expresa del monarca. Esa displicencia, junto con las fotos con los dictadores del Golfo, es lo que le ha hecho perder el presidir la manifestación del sábado, no la actuación de la CUP.

Cuarto
A diferencia de otros países ha sido en Barcelona donde la comunidad magrebí se ha echado a la calle y ha interactuado proactivamente con los otros ciudadanos. Impactante la concentración del día 21 de agosto. Ha nacido un nuevo actor político que tendrá mucho que decir. Por contra, la manifestación ultra convocada el 19, fue expulsada de la calle a gorrazos por los propios vecinos.

Quinto
El machismo imperante; el no asumir por parte de los periódicos españoles y sus opinadores que quien abatió los cuatro terroristas de Cambris fue una policía, una mujer… creando un relato paralelo lleno de testosterona.