El Rey de España en Davos.

España
Diego Camacho (31/1/2018)
El viaje de Felipe VI a la Cumbre económica de Davos presidiendo la delegación española ha sido tratada de manera muy aséptica o empalagosa por la mayoría de los medios de comunicación. Unos se limitaban a reseñar la noticia sin valorarla, los otros hacían un ejercicio cortesano de adulación que causaba sonrojo.

Las Cumbres de este tipo, tienen por objeto reunir a los mandatarios más importantes para analizar la economía mundial y explicar las políticas económicas de sus respectivos países. Todos ellos tienen responsabilidades al más alto nivel en ese campo: Trump, May, Merkel, Macron… Nuestro Rey era el único de los asistentes que no tenía esas responsabilidades. Por ello tampoco estaban la reina de Gran Bretaña o el rey de Holanda.

La razón esencial por la que el Rey no debía estar allí, no es por una comparación institucional entre monarquías parlamentarias europeas, sino por algo más importante como es la función de la Corona en una monarquía parlamentaria. Según nuestro ordenamiento el monarca no tiene capacidad ejecutiva fuera de la Casa Real y tampoco puede ejercer las relaciones internacionales, que son prerrogativa del Consejo de Ministros.

Al encabezar una delegación de ese tipo, se coloca al Jefe de Estado en una situación de inferioridad política respecto al resto de mandatarios. Sus gobiernos saben, con toda seguridad, que los actos del Rey de España deben estar refrendados por otra autoridad por lo que la capacidad de negociación del jefe de la delegación española queda reducida a cero. A lo más que puede aspirar es a ejercer los “buenos oficios”, papel muy modesto, en mi opinión, para la Corona de España.

Una exposición internacional fuera de sus atribuciones conlleva además un peligro evidente de pérdida de prestigio internacional, asunto que nos afecta a todos y del que el Rey sí es el principal depositario como símbolo de la unidad y permanencia del Estado.

Algún medio de comunicación filtró que Javier López Madrid, el “compi yogui” para la Reina también formaba parte de la delegación española. Era la guinda que faltaba en este dislate, pues no parece ser una compañía recomendable en una comitiva real. Quizás, no nos hemos enterado y se ha producido un desembarco masivo de republicanos en el palacio de la Zarzuela.

N. de la R.
El autor es Coronel del Ejército, Licenciado en Ciencias Políticas y escritor.


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