Pablo Iglesias e Iñigo Errejón

España
José Luis Heras Celemín (1/2/2019)
ICE es hielo en inglés, pero, acaso por los hados que enredan entre siglas, también es el acrónimo que une tres nombres de una izquierda política que, como el hielo en agua, de momento flota: Iglesias, Carmena y Errejón.

ICE, hielo en inglés, es agua congelada que mantiene su estado sólido si su temperatura no pasa el punto de fusión. Cuando se calienta, por movimiento o por cualquier actividad que aporte energía, pierde consistencia, funde y se diluye. ICE también es el acrónimo obtenido con las iniciales de tres nombres de la izquierda política radical del momento: Iglesias, Carmena y Errejón.

Veamos qué pasa con ellos: Iglesias y Errejón son dos de las figuras que aprovecharon un movimiento social, de indignados, para crear una corriente que cristalizó en el partido político Podemos. Con métodos de universitarios en formación, trasladaron las teorías propias de las asambleas de Facultad y los Campus Universitarios a la práctica. Con ellas articularon una base estratégica, a la que se sumaron algunos efectivos locales, que consiguió el apoyo de cinco millones de electores. Durante un tiempo, sus teorías mantuvieron el grupo aunque sin llegar a ahormarlo. Pero el partido, improvisado y sin otra consistencia que el ánimo y los egos de cada uno, tras unos embates de realidad, ha mostrado demasiadas carencias: Estructura desequilibrada. Itinerario confuso y con vaivenes difíciles de compaginar con la historia e ideas de la izquierda nacional. Líderes cuestionados, a veces autoritarios o débiles, incapaces para superar enfrentamientos. Y proyecto zigzagueante, sin criterio y con servidumbres estratégicas no explicadas y antojos poco coherentes.

Carmena, por su parte, desde la alcaldía de Madrid representa una reminiscencia del pasado con más capacidad para adherir personas sueltas y lucir deseos y nostalgias que para organizar y dirigir equipos afines para llevar a cabo planes eficaces y modernos.

Desde esa situación, el trío ICE, cada uno por su lado y buscando más las debilidades ajenas que la consistencia propia, ha tratado de erigirse en el number one de la izquierda sin presentar otra ruta o proyecto que la simple oportunidad de conseguir unos apoyos que, por absurdo que parezca si se trata de analizar la postura de aspirantes al liderazgo, sólo se circunscriben al Ayuntamiento de Madrid y a la Comunidad Autónoma madrileña. Los tres han promovido así una situación en la que los hábitos de la izquierda de siempre -nacionales, sociales, ideológicos o de clase- han debido subordinarse a sus intereses personales, inconexos y al margen de las necesidades nacionales, autonómicas o locales.

Con ello, el trío ICE, como los hielos cuando se agita el agua sobre el que flotan, ha emprendido una dinámica agitada, especial e inútil, que no beneficia a nadie: Ni a la sociedad. Ni a los entes locales que pretenden gestionar (Ayuntamiento o Comunidad Autónoma). Ni, siquiera, a ellos mismos.

Tratemos de ver cuáles son las consecuencias para cada uno:
Iglesias, cuestionado por parte de Podemos y sus coaligados, ha perdido la capacidad que tuvo para imponer sus dictados. Enfrentado con Carmena y Errejón, necesita su concurso para todo. Menospreciado por el PSOE al que ayuda, algunos dicen que vencido por su propia simpleza, con más pena que gloria y con pocas posibilidades de éxito, ha de optar por alguna de estas dos opciones: Intentar recomponer su imagen desde el ridiculizado ‘marquesado de Galapagar’. O liberar a todos, Podemos y sus coaligados incluidos, de su participación en la actividad política.

Íñigo Errejón y Manuela Carmena

Carmena, aún manteniendo su antigua imagen y capacidad para lograr adhesiones, con su trayectoria en la alcaldía de Madrid y su postura ante la crisis de la izquierda ha revelado algo hasta ahora oculto: Su ineptitud para participar en la actividad política según las normas que articula la democracia en torno a los partidos políticos. Con ello, su figura, personal y algo deteriorada, se ve expuesta a un escrutinio que puede no ser muy severo pero que ha de valorar su aptitud y la disposición de todos ante una redefinición de la actividad política circunscrita a una persona y ajena a las prácticas demócratas.

Errejón, agazapado entre los escaños que corresponden a Podemos, al mostrar una postura que algunos entienden próxima a la traición y al divulgarse algunas declaraciones, se ha convertido en una figura en la que se mezclan varios componentes: Fidelidad dudosa. Inteligencia para urdir planes a medio plazo. Capacidad para diseñar una financiación de grupo con caudales públicos. Y dotes para seducir voluntades tan especiales como la de Carmena. Con todo, podría abrirse la posibilidad de que pudiera disputar el liderazgo de la izquierda nacional futura (PSOE incluido) pero desde una posición vulnerable que concitará, con algunas adhesiones, los rechazos de quienes compitan para liderar la izquierda.

Sin tratar de prever el futuro ni sacar conclusiones, ICE (Iglesias, Carmena, Errejón) hoy es el hielo de la izquierda, un hielo que, aún licuándose y deshaciéndose, por ahora flota.


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