Internacional
Espacios Europeos (17/7/2022)
Como es sabido, el ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, fue asesinado en plena calle en el transcurso de un acto de su campaña electoral. Abe murió a causa de los dos disparos que hizo el japonés Yamagami con una pistola, al parecer, de fabricación casera. El pistolero fue retenido de inmediato y tras ser interrogado por la policía fue ubicado en una dependencia estatal  cuyo lugar se mantiene en secreto.

Abe era uno de los políticos con más carisma en Japón y su partido político el más importante y numeroso del país. Abe era, sin duda, un personaje molesto para los partidarios del globalismo, según denuncian varias redes sociales.

Según la policía japonesa, el sospechoso acusado de asesinar al ex primer ministro japonés sentía «rencor» contra la Iglesia de la Unificación (cristiana), con la que –según el presunto asesino- Abe tenía vínculos. Yamagami, de 41 años, había servido en el ejército japonés.

Esa tesis del asesinato no es admitida por la policía, al menos hasta el momento, y tampoco por medios de comunicación locales; y mucho menos por grupos antisistema que consideran que el ex primer ministro era un objetivo de “poderosos globalistas”.

A pesar de haber dimitido como ministro, Abe era un hombre clave en la política japonesa. Un hombre con excelentes relaciones con Occidente, aunque tuvo sus altibajos en lo que se refiere a Rusia y China, quizás debido a su amistad con ña Administración estadounidense.

Abe pretendía modificar la constitución de su país, promulgada en 1947 bajo la ocupación estadounidense.

La Constitución de Japón data de 1947. Varios intentos de reforma han sido imposibles. Nada más llegar al cargo de primer ministro, en su primera etapa, Abe afirmó que la reforma constitucional era una prioridad. Esa constitución nunca se ha cambiado, quizás es el único en el mundo. Seguramente las fuerzas de ocupación estadounidenses al mando del general  Douglas MacArthur, tuvieron mucho que ver en ello, sobre todo si tenemos en cuenta que fueron ellos los que la redactaron.

¿Quién o quiénes han sido los autores intelectuales del asesinato del político japonés, Shinzo Abe? Posiblemente nunca se sabrá.