Sin Acritud…
Alejandra Durrell (5/11/2023)
Con este título, Cancelado. El nuevo macartismo, editado por Círculo de Tiza, Carmen Domingo, su autora, nos adentra en el complejo y complicado mundo del “derecho a opinar”. Opinar, en pleno siglo XXI y asumir que una parte de la población se crea con derecho de callar a otra es un peligro. Un peligro terrible, tremendo.
La editorial divulga ese libro con el siguiente comentario:
“El diálogo, incluso entre posiciones opuestas, es la base de cualquier convivencia democrática, algo que parece olvidarse en un entorno social y cultural en el que abundan las verdades absolutas.
¿Hay que seguir viendo Lo que el viento se llevó, o la eliminamos de todas las filmotecas por racista? ¿Es Lolita una obra maestra de la literatura o prohibimos a Navokov por pedófilo? ¿Perseguimos a J.K. Rowling, autora de Harry Potter, por su opinión sobre lo que es una mujer? ¿Quemamos los cómics de Tintín en aras de una defensa a los pueblos colonizados por los europeos?
¿Debe censurarse una atracción de Blancanieves en un parque temático porque recibe un beso no consensuado del príncipe? ¿Puede un cocinero blanco cocinar un guiso chino o es apropiación cultural? ¿Merece un análisis la obra de Dostoievski o censuramos todo lo procedente de Rusia? ¿Pueden los actores interpretar a personajes que no sean de su misma raza y condición sexual? ¿Impedimos la lectura de Las aventuras de Tom Sawyer porque utiliza la palabra negro’ a pesar de que Twain fue un defensor de la igualdad racial?
La tradición artística, literaria y cinematográfica, la política, la historia ¿Deberían poder ser analizadas en su contexto? y ¿Quién tiene el poder para decidirlo?
Nos jugamos mucho al elegir entre la libertad de expresión, la creatividad o la censura. También en aceptar quién puede establecer esos criterios, hoy manejados por ese poder sin nombre que son las RRSS. Porque de prohibiciones y de acoso a quien se cuestiona lo que se conoce como Pensamiento Woke, va la Cultura de la Cancelación.
Por su parte, Pascual Serrano ha escrito en Mundo Obrero, en un texto titulado Contra el talón de hierro, que “durante toda la vida hemos pensado que era la derecha la que intentaba evitar las opiniones que no eran de su agrado. La censura, entendíamos, formaba parte del ADN de la derecha. Pero las cosas están cambiando. En los últimos años han aparecido determinados movimientos muy loables, justos y necesarios. Desde el Método denunciando las agresiones sexuales y el acoso, al Black Lives Matter en defensa de la vida de la población afrodescendiente en Estados Unidos y contra la violencia que sufría”.
A esos movimientos, se ·fueron sumando movimientos: de apoyo al colectivo LGTB, ambientalistas, anticolonialistas… Todo bien. El problema surge cuando, en un determinado momento, y en nombre de esas buenas causas, comienza la caza de brujas, la persecución de los que no las comparten, los que no ajustan a esas bienintencionadas cruzadas. Y digo problema porque ha resultado que no se sabe dónde está el límite de la intolerancia”.
Serrano sigue su argumento: “es evidente que debemos ser intolerantes al racismo, al sexismo, a la injusticia, pero ¿hasta dónde debe llegar esa intolerancia?, ¿cuál es el límite de lo que no debemos aceptar?”
La autora del libro, Carmen Domingo, afirma que “los linchamientos llegan hasta el punto de que las brigadas de cancelación actúan dirigiéndose a las editoriales, periódicos, cinematográficas o discográficas, exigiendo que expulsen de sus catálogos a los señalados”.
El fenómeno –recoge Serrano– , cómo no, se inicia en Estados Unidos, y la prueba de que defender la libertad de expresión por encima de censuras clásicas de la derecha o de “cruzadas liberadoras” de izquierda fue el manifiesto de más de 150 intelectuales reivindicando en ese país el derecho a discrepar. Lo curioso es que ahí se encontraron desde la izquierda de Noam Chomsky, al feminismo de Margaret Atwood, la derecha de Francis Fukuyama o el anticomunismo de Anne Applebaum.
Lo más preocupante, recoge Serrano, “de la cancelación es que sea, precisamente, desde la ideología de la izquierda, la solidaridad y la justicia social, es decir, desde las posiciones que a lo largo de la historia han luchado por la libertad de expresión, desde donde ahora se embista contra la libertad de pensamiento porque unas hordas de cretinos se crean mejores personas que el resto.
Es por eso –añade Serrano– que debemos ser, también desde la izquierda, y no desde la derecha, que lleva toda la historia censurando, desde donde debemos poner fin a la denominada cancelación.
¿Qué es el macartismo?
Persecución contra los comunista impulsada por el senador estadounidense Joseph McCarthy que se inició durante la llamada ´guerra fría´, y tuvo su mayor apogeo durante el periodo de 1950 a 1956.
Durante esa etapa de tiempo, en Estados Unidos se produjeron “listas negras” de todo tipo de personas, interrogatorios policiales, denuncias, condenas, etc., contra todo aquel que fuese considerado sospechoso de ser comunista o, en su caso, de ser espía al servicio de Moscú. Sin duda, la opinión pública era muy receptiva a aceptar lo que desde el poder se llevaba a cabo.
Por supuesto, la presunción de inocencia, estaba al margen. Si te señalaban con el dedo, era culpable, sí o sí. ¿Eran otros tiempos?