Baltasar Pérez (23/3/2008)

Se que no es muy ortodoxo lo que voy a decir -mejor dicho, escribir-, pero ciertamente, hay que tener mucha cara, ser un insensato lo creer que somos tontos, para afirmar lo que hace unos días ha dicho el ex Presidente José María Aznar sobre la situación del pueblo iraquí en la actualidad.

Para Aznar, la situación de los iraquíes es «menos difícil que en la época de Sadam Husein», pues ahora «la gente puede participar en elecciones, hablar libremente. Hay libertad en el país y existe la posibilidad de establecer una democracia».  Según Aznar, «el mundo está mejor sin Sadam Hussein y sin los talibanes».

Estas afirmaciones las ha hecho Aznar pocos días después de cumplirse el quinto y trágico aniversario de la invasión de Irak. Para él ex Presidente del Gobierno la situación del pueblo iraquí, sin ser idílica, «es muy buena».  

La frialdad del señor Aznar me deja perplejo y estupefacto, sobre todo cuando afirma que la reunión en la que se decidió atacar Irak fue «corta y tranquila (…) La recuerdo con especial intensidad porque era un momento de gran trascendencia para el mundo y para nosotros». Sobre todo para los iraquíes. Pero no nos engañemos, Aznar no decidió nada. Sólo se hizo la foto.  

A poco que uno vea la televisión, escuche la radio o lea, al menos, los titulares de los periódicos, se dará cuenta que allí, en Irak, reina un caos total desde marzo de 2003; que no hay casi medicamentos; que las bombas de «suicidas» asolan el país; que las «operaciones de castigo» de los aliados y de los «escuadrones de la muerte», contribuyen de forma sistemática a disminuir la población. Si Aznar considera que  vivir mejor es que 27 millones de iraquíes no dispongan de agua potable, ni de Sanidad, entonces lleva razón. 

No se si el señor Aznar ha leído el informe elaborado por Cruz Roja Internacional o Amnistía Internacional. El primero advierte que la situación humanitaria en Irak sigue siendo una de las más críticas y desastrosas del mundo. Según esta asociación más de 27 millones de iraquíes no tienen acceso al agua potable ni a la sanidad, y que el sistema de salud de Irak está peor que nunca.

Amnistía Internacional, en su último informe, afirma que la situación actual de los derechos humanos en Irak es «desastrosa; cientos de personas son asesinadas cada mes a causa de la violencia generalizada, mientras que una infinidad de vidas se ven amenazadas cada día por la pobreza, los cortes de los suministros de energía y agua, la escasez de alimentos y suministros médicos y la creciente violencia contra mujeres y niñas».

Por cercanía suya, le diré al señor Aznar que en Irak han muerto hasta ahora alrededor de 4.000 soldados estadounidenses. Y, al menos, según datos oficiales del Gobierno de Irak, casi 170.000 iraquíes, aunque otros datos se acercan a los  655.000, según los informes de The Lancet.

Ya nadie se atreve a negar que la invasión de Irak no fue porque allí hubiera «armas de destrucción masiva», ni que Sadam Hussein tuviese lazos con la organización terrorista Al Qaeda. Se invadió el país porque es uno de los más ricos en petróleo. Por eso se han instalado en su suelo las más importantes multinacionales, sobre todo estadounidenses.

Irak se encuentra, además, al borde de una guerra civil, y con el proyecto bajo el brazo de dividirlo en cuatro Estados federados. Por si fuera poco, Turquía ha invadido un sector muy importante so pretexto de que en sus fronteras se venían produciendo acciones terroristas.

Otros datos que no nos ayudan a entender la posición del señor Aznar, son que más de dos millones de iraquíes se han visto obligados a abandonar su país; que el porcentaje de niños iraquíes que están desnutridos es de un 28 por ciento, en comparación con el 19 por ciento antes de la invasión, a pesar del bloqueo impuesto. Pero hay otros datos más desoladores. Por ejemplo, que el porcentaje de bebés nacidos con peso insuficiente es ahora de un 11 por ciento, cuando antes, en las pésimas condiciones impuestas era de un 3 por ciento. Si atendemos a la educación, los datos son desgarradores. Según Intermon Oxfam, el número de niños y adolescentes con problemas para asistir a la escuela se acerca al 93 por ciento.

Por no haber conseguido ni han logrado que la gasolina sea más barata como nos anunció, como justificación de esa masacre, la ex ministra de Asuntos Exteriores, Ana de Palacio

¿Está contento el señor Aznar? Según afirma, sí…