Oriente Medio
Manuel Funes Robert (26/9/2011)
vespasiano3En el año 78 de nuestra era el Ejército de Vespasiano, al mando de su hijo Tito, arrasó Jerusalén y el templo de Salomón. Si el emperador romano se hubiese conformado con esta victoria y con sus consecuencias naturales, hoy no existiría el problema de Oriente Medio.

Pero Vespasiano tuvo una idea que no se le había ocurrido a ningún otro: dispersar al pueblo de Israel por el mundo entonces conocido, impidiéndoles vivir en su patria. Hecho esto en el momento en el que el cristianismo se expandía rápidamente y al pueblo judío se le tomaba por pueblo deicida, al tiempo que se le debilitaba por la dispersión, ocasionó siglos de persecución y matanzas contra aquel, culminando con el holocausto de Hitler.

En 1918 nace el estado de Israel y los judíos pueden volver a su patria y aceptan que una parte de Jerusalén sea  árabe y por supuesto lo que hoy llamamos territorios ocupados. Ha nacido un nuevo estado igual que todos los demás.

Nasser, cuyo afán imperialista empieza con su ambición de hacerse con el canal de Suez, inicia una guerra contra Israel proclamando como objetivo «el exterminio de Israel». Bastan siete días en junio de 1967 para derrotar al Ejército egipcio. La aviación hebrea destruye en el suelo a la totalidad de la aviación egipcia y cuando Nasser tiene que dar una explicación afirma como estratega consumado que «creíamos que el ataque vendría por el oeste y vino por el este (sic)». Por el oeste y a ras de las olas para evitar ser detectados por los radares enemigos. Los destruyeron todos sin tocar ninguno de los aviones señuelos construidos en cartón. El general Dayan, ocupa en las primeras horas la parte árabe de Jerusalén y afirma «no abandonaremos Jerusalén jamás».

Resulta entonces que esa parte de Jerusalén más los territorios ocupados son la consecuencia de una guerra que precisamente los árabes comenzaron con el propósito citado de exterminar, no vencer, al contrario.

Y a mi juicio, los árabes no tienen nasser3razón al poner como condición para la paz con Israel la devolución de lo que perdieron por una guerra que ellos y no los judíos iniciaron.

La paz posible y justa tendría como base el reconocimiento del estado palestino previa renuncia a poner en la  base la devolución de lo que es Israel en el momento de nacer como estado reconoció como perteneciente al mundo árabe.

El brillante discurso del líder palestino Abu Mazzen en la ONU esta semana y la no menos brillante respuesta del primer ministro israelí, merecen un análisis más profundo al que dedicaremos el comentario de la próxima semana.