el-gobierno-de-rajoyEspaña
Aristarco (24/12/2011)
El Gobierno de Rajoy acaba de pasar de las musas al teatro. Ya procede, pues, empezar a emitir opiniones, por madrugadoras y provisionales que puedan resultar.

Por supuesto que, en conjunto, son unos ministros en posesión de credenciales académicas, en principio deseables, por más que uno no padezca titulitis. Precisamente en estos días  tuvimos ocasión de constatar cómo una antigua administrativa, la líder de UPyD, Rosa Díez, dio sopas con honda, durante el debate de investidura, al registrador de la Propiedad y candidato a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, tanto argumentando sobre la corrupción política existente en España, como sobre la inesquivable necesidad de reformar la Ley Electoral.

Rajoy sí estuvo firme frente al diputado Antigüedad, de la franquicia de ETA, y tuvo algunos rasgos de ironía galaica en otras intervenciones. Se espera mucho de él, por más que su nunca aclarado cambio de estrategia, en su día, relacionado con los aires  del país considerado tan lejos de Dios y tan cerca de los EE.UU., entiendan ciertos observadores que no fue debido a la lógica sino a la logia. Las suspicacias crecen ahora por la renuncia a levantar las alfombras para hacer una saludable limpieza. Porque, diga lo que diga, ha habido corrupción y mucha, sin que lleguemos -¡estaría bonito!- a los niveles de Obiang Nguema, ante cuyas dádivas, por cierto, algunos tampoco han hecho ascos.

Con los datos manejados por este cronista, está en condiciones de formular otras consideraciones personalizadas sobre el elenco seleccionado para el nuevo Ejecutivo:

Soraya Sáenz de Santamaría: Aparece muy crecida y ha de manejar muchos hilos. Esperemos que disponga del de Ariadna, sobre todo para no perderse en el laberinto de los servicios de Inteligencia, cuyas misiones y métodos, desde luego, no entraban en el programa de las oposiciones a abogado del Estado, que ella aprobó con brillantez.

José Manuel García-Margallo: Encabezó el movimiento de inquietos ucedistas tildados de «jóvenes turcos» mediante una analogía, por supuesto

excesiva, con el movimiento histórico en el país de Mustafá Kemal Ataturk. García-Margallo, luego, ha llegado a conocer bien la asignatura de la Unión Europea; pero el mundo es mucho más amplio y diverso. Nosotros no debemos olvidarnos de Iberoamérica, de la hegemónica USA, de nuestras antiguas colonias africanas, que siguen hablando español (Guinea Ecuatorial y el Sáhara Occidental, con poblaciones clamando por la Justicia), de las potencias emergentes, etc., etc. Moratinos y Trinidad Jiménez lo han trastocado casi todo.

La economía está tan hundida que ya no se respeta el protocolo histórico para el orden de los ministerios y ahora se pone por delante a los de signo económico; pero como eso podría  contribuir a olvidar las exigencias de regeneración democrática, empezaremos precisamente por esto último.

Alberto Ruiz-Gallardón: Temas tan sensibles como la independencia del poder judicial, la clarificación de cuanto sigue ignoto del 11-M, el «caso Faisán» y tantas asignaturas pendientes, en la órbita gallardonita, no presentan garantías de solución. Esperemos que las críticas al fatuo Faraón arrecien si soslaya lo que debería hacer.

El hecho de haberle complacido en su ambición tozuda de lograr una cartera ministerial, a sólo unos meses de concurrir a las elecciones para permanecer como alcalde de Madrid, ya supone un craso error por parte de Rajoy, a quien, probablemente, tratará de hacerle la cama en el plazo más breve posible. Había realizado la jugada de meter en el Ayuntamiento capitalino a Ana Botella que, como los soldados de Napoleón con el bastón de mariscal, llevaba ella camuflado el de alcaldesa, con el valimiento marital.

Ruiz-Gallardón, nieto del cronista de guerra de Franco, «El Tebib Arrumí» (El Médico Cristiano), suele vestir trajes en grises monótonos; pero, en cambio, muda de camisa con facilidad. Como «verso suelto» encaja en diversas estrofas, rimas y ritmos.

Vamos con una anécdota significativa: Después de una larga oposición a Joaquín Leguina en la Asamblea de Madrid, cuando logró sustituirle electoralmente en la presidencia regional, lo condecoró; pero, además, en el acto del relevo hizo tales elogios del cesante, al que había denostado sistemáticamente durante años, que un cargo de su propio partido comentó a otro, con sorna y en voz baja: «Oye, si Leguina era tan bueno deberíamos haberle votado para que continuara».

Jorge Fernández Díaz: Ha entrado con mal pié al permitirse nada menos que valorar como irreprochables y democráticos los mandatos en Interior de Rubalcaba y de Camacho. O sea, que regala credenciales democráticas a los cuestionados por tantas turbiedades como las relativas al 11-M, el «caso Faisán», las negociaciones con ETA… De tal guisa Jorge Fernández, pese a sus devociones de cara a la calle, se ha bañado nada más entrar en el Ministerio, en los detritus de las cloacas, más apestosas que de ordinario, en estos últimos años.

Pedro Morenés: En cuanto hechura de Eduardo Serra, deja entrever cómo la mano que mece la cuna para la Casa Real, ya impuso, en su momento a José María Aznar, el nombre de Serra, una especie de anfibio transversal entre los dos partidos de gobierno, a base de desplazar en aquella tesitura, a Rafael Arias-Salgado.

soraya-saenz-de-antamariaLuis de Guindos: Ducho en moverse entre las grandes empresas, no deja de despertar alertas, debido a su paso por Lehman Brothers, todo un símbolo de la irradiación de toxicidad sobre las economías de medio mundo. Por otro lado, el representante de Izquierda Unida, Cayo Lara, califica a De Guindos, muy plásticamente, como «el Caballo de Troya» de los mercados.

José Manuel Soria: Salió bien librado de un proceso judicial. Con todo, en Las Palmas hay quien no olvida sus amistades peligrosas.

Ana Mato: No hay que esperar grandes cosas de su parvedad en general, acentuada en particular por lo que hace a la cartera que tiene encomendada, de Sanidad, Servicios Sociales y, como aditamento, el término -heredado de Zapatero, sin la previsión de a beneficio de inventario- Igualdad, que precisamente recurre como método a la desigualdad. Ana Mato, con el apellido de chistes clásicos sobre médicos, permanece en el imaginario colectivo por su carácter distraído, hasta el punto de que su entonces marido, consiguiera  guardar en el garaje familiar nada menos que un flamante «Jaguar» sin que ella llegara a enterarse. ¡Como para controlar qué ocurre en el antiguo edificio de los Sindicatos Verticales del madrileño Paseo del Prado!

Fátima Bañez: Ojalá demuestre el carácter necesario para las difíciles tareas que ha asumido, entre patronales y sindicatos, que van de pícaros a puñeteros. Hace falta pulso para arbitrar en esas mesas.

José Ignacio Wert: «Aristarco» coincidió con él en RTVE, cuando el sociólogo era el segundo de a bordo en el órgano de auscultación de audiencias de aquella Casa. Luego, militando así mismo Wert en el partido de Óscar Alzaga, volvimos a encontrarnos en alguna ocasión. Es un tipo preparado y muy tratable. La triple dedicación a la que ha de atender constituye todo un reto.

Cristóbal Montoro, Ana Pastor y Miguel Arias Cañete cuentan con experiencias previas en la mesa de los Consejos de Ministros. El primero de ellos, además de una nada sencilla Hacienda, habrá de torear con las complejas Administraciones Públicas.

No le arriendo la ganancia.

Para todos, un brindis navideño y a trabajar, eso ¡para todos!