España
José Manuel González Torga (3/1/2011)hector-villalon-1
El nombre de Héctor Villalón acumula historias rocambolescas, propias de un tipo de aventurero internacional que fluctúa entre relaciones insólitas y ganancias atípicas, en el filo no ya de la navaja sino de la espada de la Ley. Ha sido acusado de graves delitos, algo que, en su caso, suena  como la cosa más natural del mundo; pero, a tuerto y a derecho, salió casi siempre bien librado, por los años de los años. Siempre salvó el pellejo y casi siempre la libertad, pese a participar en conspiraciones golpistas, no sólo en Argentina sino también en otros países de Hispanoamérica.

Ahora, Héctor Orlando Villalón, a quien colgaron el apodo de El Pájaro, es un octogenario reciente, que reside en Sao Paulo, desde donde ha viajado con frecuencia a la República Argentina, su país de origen, por haber nacido o en la provincia de Tucumán o, más bien en la de Santa Fé. La verdad es que necesitamos practicar la virtud teologal que da nombre a este último territorio para aceptar  una versión del personaje, puesto que practica el despiste con destreza inusual.

Actualmente, en Brasil, cuenta con contactos influyentes y dispone de una fortuna acumulada a través del tiempo y de los avatares transfronterizos.

La aspiración a pasar desapercibido, determina todo un sistema preventivo, que dota a individualidades así de una especie de segunda naturaleza. Un género de discreción, elevada a la enésima potencia, refuerza el misterio en torno a esas vidas. Las fotos difundidas, escasean, aunque medios como el diario argentino Clarín, archiva algunas bien antiguas.

De los puros de Fidel al préstamo de De Gaulle
Conocí personalmente a Héctor Villalón hace la friolera de treinta y tantos años, en Madrid. Él estaba, cuando conversamos, con el diplomático palestino Zehdi Labib Terzi, a la sazón delegado de la OLP en España y después, afincado en Nueva York, observador permanente de la OLP ante las Naciones Unidas (1974-1991).

Villalón explotaba un negocio lucrativo, en régimen de práctico monopolio, como concesión. Era el delegado para Europa de los tabacos de la Cuba castrista. Sus credenciales ante Fidel provenían del peronismo juvenil en el que había militado, propugnando, en su momento, la insurrección armada como estrategia, en el caldo de cultivo de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas). Incluso organizó, en Montevideo, el denominado Comando Insurreccional; aunque, posteriormente, sería cuestionado su manejo del dinero así como la gestión para disponer de armamento con vistas a la lucha.

Lo cierto es que el joven Villalón cambiará, según las épocas, de facciones peronistas, con postulados muy diferentes. Creaba empresas para la financiación o la buscaba en La Habana, según fuera procedente. Había protagonizado una primera huída a Brasil y, en otra fase, consiguió sustituir a John William Cooke como delegado en Argentina del ex presidente exiliado en Madrid: Juan Domingo Perón; pero éste, al parecer, mantuvo un margen de reservas hacia el camaleónico Villalón. Las situaciones y relaciones eran muy fluidas; Cooke, por ejemplo, recomendaba a Perón que se residenciara en Cuba, mas el general no quiso trocar Madrid por La Habana.

Al final, las cuentas del representante de los cigarros habanos no parecieron  puras y Cuba puso punto final a la relación con una acusación de estafa.

Otra historia, recogida con dudas  por el periodista Walter Goobar, relata un supuesto y sibilino truco de Villalón, el cual habría regalado al ex mandatario argentino una máquina de escribir eléctrica, representación del último grito en la materia por aquellas calendas. Perón, encantado con el sistema, abandonaría su anterior hábito de las cartas manuscritas y el avispado donante, con otra máquina idéntica, estaría en condiciones para suplantar  misivas rematando, simplemente, con una lograda imitación de la firma.

En 1964 estalló en un piso de la calle Posadas, de Buenos Aires, el contenido que almacenaba de explosivos con armas diversas; hubo cinco víctimas. El arrendatario de la finca urbana era Héctor Pájaro Villalón. Éste fue detenido un par de años después, en una céntrica esquina de la capital bonaerense, portando un pasaporte falso en el que presentaba otra identidad bajo ciudadanía paraguaya. Pero nuestro hombre no tardó en seguir libre ya que solo quedó en pie el problema del documento con que viajaba.

El contorsionismo político de Héctor Villalón le permitirá, más adelante, evolucionar en la política argentina, con trancos para adaptaciones múltiples, según los momentos y los vientos dominantes. No tiene empacho en conectar hector-villalon-3con el almirante Emilio Eduardo Massera (de comandante de la Armada a miembro de la Junta Militar que ejerció el poder entre 1976 y 1980). Más recientemente reaparece en el entorno de Juan Carlos Blumberg, candidato que resultó derrotado en elecciones a gobernador de la provincia de Buenos Aires, en 2007.

Entre tanto, Héctor Villalón se estableció en Europa, transmutado en importante hombre de negocios y consultor económico, con movimientos más habituales entre Francia, Suiza y España. Llegará a intervenir en operaciones petrolíferas y otras de los más variados productos e influencias. En Paris dispuso de varias direcciones: una en la calle Robert de Flers; otra en 21, Avenue D’Eylau; una tercera en 40, Avenue du Président Wilson (aquí, en el comedor, luce un Gauguin); y aún se le atribuye otro apartamento en la Rue de l’Université. Contó, además, con «Villa Argentina», un chalet que construyó en suelo francés, concretamente localizado en Ferney Voltaire, cerca de la frontera con Suiza, y que figuraba a nombre de su mujer, Clara Herrera de Villalón.

El marido ha llegado a manifestar que recibió, para edificar esa villa, «un préstamo amistoso del general De Gaulle«. Esto sí que resulta chocante.

Mediante los vínculos que el intrigante argentino anuda con el líder egipcio Gamal Abdel Nasser, pone en marcha substanciosas operaciones de importación-exportación.

Secuestro en Paris
Por otra parte, entre los casos sonados con los que aparece relacionado el nombre de nuestro escurridizo personaje, despuntan especialmente dos: el secuestro de Revelli-Beaumont y la mediación sobre los rehenes de la embajada de Estados Unidos en Teherán.

Luchino Revelli-Beaumont, abogado de 58 años, era el director general de FIAT en Francia, después de haber representado a la empresa en Argentina entre 1973 y 1976. Antes había viajado para negociaciones de la firma de los Agnelli por países como la URSS y la China maoísta. En Hispanoamérica había frecuentado a líderes como el chileno Salvador Allende y el panameño Omar Torrijos. En la residencia madrileña de Puerta de Hierro, el general Perón había hecho las presentaciones entre Luchino y Héctor.

El 13 de abril de 1977, el automóvil de  Revelli-Beaumont fue interceptado en París por otro coche. Tres individuos golpearon al chófer del alto ejecutivo italiano y a este se lo llevaron secuestrado.

Los captores exigían inicialmente a FIAT 30 millones de dólares. A través de negociaciones y dos intentos de pago  frustrados, la liberación se produjo a los 89 días, una vez entregado un maletín, en Ginebra, que podía contener dos millones de dólares.

La otra condición cumplida consistió en la publicación de un manifiesto obrerista, con cargo a FIAT, como publicidad  en los diarios Le Monde, Corriere de la Sera, El País y Excelsior, de México. Esto último pretendía caracterizar el secuestro de ideología reivindicativa a cargo de un inédito CURS (Comité de Unidad Revolucionaria Socialista). Valió, desde luego, para que siete de los secuestradores -seis argentinos y un italiano- que cayeron en manos de la policía a los pocos días, en España, no fueran extraditados a Francia ya que la Audiencia Nacional estimó el móvil político.

Algunos participantes en el secuestro -ex guerrilleros argentinos- declararon que también pretendían sacar información de Revelli-Beaumont sobre hipotéticas relaciones comerciales, tejidas por la Logia P-2, bajo la batuta de Licio Gelli, entre los Agnelli, las finanzas vaticanas, la Libia de Gadafi y miembros de la mafia norteamericana. Laura Revelli-Beaumont, hija del famoso secuestrado, declara que a su padre le hicieron redactar una especie de historia con los hechos más ocultos de la trayectoria de FIAT, texto que, según cree, permanecería en poder de Villalón.

A Villalón lo detuvo la policía en París, por haber detectado llamadas relacionadas con el secuestro, desde un teléfono suyo; pero él se escabulló alegando que cumplía un mandato de la esposa del secuestrado; luego la hija de los Revelli-Beaumont la ha desmentido.

Para diferentes conocedores de este sonado secuestro, Héctor Villalón habría sido el cerebro del mismo. Su objetivo nada menos que fundar un banco a partir del primer rescate planteado.

La pista que llevaba al lugar donde permaneció secuestrado el alto cargo de FIAT, permitió identificar, a pocos kilómetros de París, una residencia señorial que un coleccionista de arte, amigo de Villalón, le había dejado,  sin imaginar el uso que se le daría.

Un participante en el secuestro, el argentino Jorge Caffatti, dejó  su versión póstuma del golpe, que nos ha llegado por la investigación periodística de Juan Gasparini, en su obra «Manuscrito de un desparecido en la ESMA. El libro de Jorge Caffatti». Poniendo en relación este testimonio, con los de otras fuentes, incluidas declaraciones del secuestrado, convergen en el nombre de Villalón.

El entonces presidente francés, Valery Giscard D’Estaing, al parecer sabía, por la policía, dónde estaba secuestrado Revelli-Beaumont; pero le dijo a su hermano Olivier, empleado de FIAT: «No te metas en esto; es una historia de italianos y argentinos».

Mediador para los secuestrados de Teherán
Si queremos conocer a través del libro «Los rehenes de Teherán», del equipo periodístico del New York Times, algo sobre  el papel de Villalón en aquel otro secuestro político de proporciones históricas, nos llevaremos una decepción. Será útil, en cambio, leer al diplomático de carrera y escritor Albino Gómez que, estando como corresponsal  de Clarín en los Estados Unidos, pudo obtener un visado para Irán, inalcanzable entonces para cualquiera que intentara entrar como enviado especial de un medio occidental. Lo logró en París, por los buenos oficios de Héctor Villalón, consultor del Gobierno  revolucionario iraní y, como tal, en contacto directo con su canciller, Sadegh Ghotbzadegh, a la vez que mantenía interlocución con la Casa Blanca y el Departamento de Estado norteamericano. El propio canciller ayudó a Albino  Gómez -según su testimonio- a organizar su agenda, le concedió una entrevista periodística y le facilitó otra con el ayatollah Jomeini.

En tiempos tan revueltos, Sadegh Ghotbzadegh, que iba a dimitir, determinó que el enviado de Clarín abandonase Teherán con la máxima urgencia, por motivos de seguridad. Además, le hizo portador de «un sobre que contiene lo que  él llamó su testamento ideológico y político, en farsi,  para que yo lo entregara a la persona del Departamento de Estado que me indicara Villalón«.

Norberto Ceresole
Norberto Ceresole

En su resumida «Misión periodística en el Irán de los rehenes», Albino Gómez finaliza con una reveladora y dramática nota a pié de página: <<A partir de entonces y durante varios meses, Clarín fue el diario de Occidente mejor informado sobre todo lo que acontecía en Irán, gracias a mis «gargantas profundas», Ghotbzadegh y Villalón.

Lamentablemente, el ex canciller pudo tal vez haber salido de su país como embajador, pero prefirió seguir su lucha desde adentro y murió fusilado>> (clubdelprogreso.com).

La posterior guerra entre Irak e Irán se sospecha que dio ocasión para el incremento de la fortuna de Villalón, por la venta de armas. En 1991 una investigación llevada a cabo en el Senado de los Estados Unidos vinculó a Héctor Villalón con la CIA, pese a lo cual él sigue negándolo.

Conexión con Ceresole
En la biografía de Villalón hay otro argentino, fallecido prematuramente, y a quien conocí en Madrid en sus últimos años. Era Norberto Ceresole. Uno y otro habían sido fundadores, en los años 80, del Instituto Latinoamericano de Cooperación Tecnológica y Relaciones Internacionales. Ceresole fue sociólogo y politólogo, con ampliación de estudios en Francia, Italia y Alemania. Autor de una treintena de libros, se especializó en materias de geopolítica, estrategia e industria militar. Dedicó tres volúmenes al peronismo. Fue asesor del general Velasco Alvarado, en Perú; pero sobre todo, fue el mentor de Hugo Chávez durante la travesía del desierto de éste, hasta su llegada al poder. Norberto Ceresole, por otra parte, con  claros orígenes en la izquierda, estableció en su última singladura vital, nexos con países árabes y movimientos musulmanes.

Y para terminar, como no se pretende  aquí hacer una biografía de Héctor Villalón, sino un mero bosquejo,  a base de  algunos apuntes significativos, con lo expuesto creo que podría bastar. Se aparta, como queda evidenciado,  de los ciudadanos del montón.