Guinea Ecuatorial
Abaha (3/1/2011)
Nos llega un tufillo que despide aromas de que algo se puede mover en el África Central de forma inminente. Los gobiernos de la Unión Europea y de Estados Unidos no están por la labor de dejar que China cope de repente todo lo que allí, en esa zona, ellos han trabajado tanto. Lo que sucede es que de China los africanos no tienen ni malos ni buenos recuerdos -en general-, pero de Bélgica y de Francia, por ejemplo, cualquier tiempo pasado es nefasto. Muerte, depredación de recursos y apoyos a dictadores, son parte de la alfombra por la que han hecho pisar a los ciudadanos de esos países. Pero, África despierta a pasos agigantados. Y ve, por ejemplo, que China no lleva ni «boinas rojas» ni «boinas verdes», ni rollos de cooperación ni créditos FAD (Fondos de Ayuda al Desarrollo) con empresarios y políticos cutres, de escasa formación y bajas miras. China, es, en parte, desconocida, compra su deuda externa y a lo suyo, que también es depredar. Pero el sistema es nuevo.
Estados Unidos, con AFRICON o sin él, lleva tiempo pisando fuerte en África, sobre todo en la Central. Francia le ha plantado de siempre cara al gigante y los dos países se han enfrentado -a través de terceros- en cruentas y sangrientas guerras locales en pos de materias rimas o de influencia geoestratégica, que al fin y al cabo es lo mismo.
Nos llama la atención el espacio que ha tenido en los medios de comunicación la cuestión de Costa de Marfíl, debido al resultado de las elecciones presidenciales, actitud que hasta ahora era inusual. Sobre todo cuando en ella han tomado parte estados Unidos, la UN y Francia, con un mensaje en perfecta sintonía.
¿Significa eso algo? Pues sí y no. Por un lado, parece que hay señales de que Occidente no quiere más gobiernos dictatoriales, posición que nos cuesta asimilar, y que opta por acatar los resultados electorales. Pero, ¿cómo se asimila eso, si miramos hacia Guinea Ecuatorial? De siempre, España, y más desde que está Zapatero en el poder, ha apoyado al dictador Teodoro Obiang Nguema. Para ello no han dudado en «vender» a los opositores guineanos residentes en España. Unas veces, urdiendo extraños intentos de golpes de Estado (caso Severo Moto, al que todavía no le ha devuelto la Justicia española su pasaporte retenido sin causa); otras, negándoles cualquier tipo de ayuda, cuando no apoyando al dictador guineano, como en el caso de la manifestación ante la embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid en el verano de 2005.
EN más de una ocasión, hemos tenido constancia de la opinión de altos funcionarios de la Administración de Estados Unidos, que siempre, en sus conversaciones con opositores guineanos, cuando éstos les preguntan sobre la razón por la cual toleran al dictador Obiang Nguema, les responden que si España quisiera todo puede cambiar. Pero parece ser que el Gobierno de Zapatero no está por la labor de llevar la democracia a Guinea Ecuatorial.
La verdad es que nos extraña que si los Estados Unidos quieren llevar la libertad y el reparto equitativo de la riqueza a Guinea Ecuatorial, tengan que contar con España, pero es lo que comentan los opositores que han tenido ocasión de hablar de ello en altas instancias. Lo que si es cierto es que las únicas visitas que han podido recibir los presos guineanos en la prisión de Black Beach, han sido las de la Cruz Roja Internacional (escasas) y las de representantes de Estados Unidos en la zona. Ha sido el caso, por ejemplo, de Weja Chicampo y de Faustino Ondó Ebang, entre otros. España, se abstiene, no quiere molestar al dictador.
Con motivo de la presión internacional en el caso de Costa de Marfíl, la ocasión la tiene que ni pintada la oposición guineana. Deben pedir la convocatoria de unas elecciones legislativas y presidenciales, e impedir que Obiang Nguema nomine sucesor a su hijo Teodorín -la cosa está al caer-, a fin de perpetuar la dictadura y lograr un salvoconducto de la vida y de los caudales obtenidos.
En esta batalla, la oposición -la verdadera, no los cantamañanas que se pasan el día de acá para allá, trajinando en Internet y en conciliábulos carentes de sentido- debe elaborar un estrategia y una táctica de atosigamiento permanente al régimen dictatorial, tanto en España como en el extranjero. Esa escalera construida a base de peldaños sólidos, debe ir cubriendo etapas para consolidar su posición política nacional e internacional, hasta el objetivo final. Lo que la oposición discuta y debata -nos referimos en este caso a Ciudadanos por Guinea Ecuatorial-, una vez definido, aceptado y acordado debe ponerlo en práctica sin discusión, con diligencia y con entusiasmo. El arco tenso y a punto para lanzar la flecha. El tiro así será certero.