Mi Columna
Eugenio Pordomingo (11/4/2007)
Mientras pasea por el Malecón de La Habana, desde el Castillo de la Punta, a la entrada de la bahía, hasta la Chorrera, cabizbajo, pensando si conseguirá o no entrevistarse con Fidel Castro, no deja de pensar en su sobrino Luís. ¡Vaya putada que me has hecho Luisito…!

El paseante es Moratinos, Miguel Ángel Moratinos, nada más y nada menos que ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Reino de España. ¡Ahora que todo parecía que me iba tan bien…! ¡Ahora que Jiménez Losantos no me atacaba tanto, vas tú, Luisito, y hala a fastidiar a tu tío!

Con lo que tu tío ha hecho por ti… Parece mentira que le respondas así. ¿Acaso no recuerdas cuando habilitó una plaza para ti, para que te fueras a Filipinas, con escaso trabajo, menos responsabilidad y con un sueldazo tremendo? ¿Recuerdas, Luís, lo que tu tío Miguel Ángel tuvo que bregar para que te dieran con calzador una plaza dentro del programa «Jóvenes Expertos» de la AECI?

Tu tío consiguió, ¡hombre, para eso es ministro!, que te endilgaran una plaza, a pesar de que había sólo 10, y ya estaban cubiertas. También consiguió que te asignaran, la plaza 11, a pesar de que, de acuerdo con las normas, sólo podían acceder a esas becas las personas -incluidos los familiares de ministros-, pero que fueran menores de 30 años. Y tu, Luís, tenías por entonces 31 tacos…

Tu nombre, por fin, apareció en el DOCE (diario de la Unión Europea), como «elegido» para ocupar una jugosa plaza en países donde la UE tiene programas para el desarrollo. Y la «bolita de la suerte» te premió con ir a Filipinas. Allí, diste con tus huesos, como Tercer Secretario de la representación de la Comisión Europea ante Filipinas.

Mientras pasea, manos en los bolsillos del pantalón, cabeza gacha, Miguel Ángel Moratinos no deja de pensar y pensar en Luisito

Tres «jineteras», de muy buen ver, apoyadas en la barandilla del Malecón, osan mirar al ministro. Ellas, las «jineteras», saben quien es. Lo conocen porque los escasos medios de comunicación cubanos no han cesado de hablar de su visita. Además, Moratinos va rodeado de sus «guardaespaldas», y éstos a su vez, del servicio secreto cubano. ¿Quién sabe si las «jineteras» son tales o, simplemente, dos agentes de la inteligencia cubana?

Moratinos, mira de soslayo a los esculturales y bien formados muslos de las mozas. Pero de inmediato vuelve a bajar la cabeza y sólo mira las viejas y agrietadas  baldosas del paseo del Malecón. ¡Lo que me faltaba! -musita- ¡Mira que si uno de los «becarios» de «El Mundo» (el periódico) me ve mirando a éstas, va el PedroJota y me saca en portada…!

El tal Luis, es Luís Moratinos Muñoz, que ejercía como Tercer Secretario de la Comisión Europea en Filipinas, además de sobrino del ministro Miguel Ángel Moratinos. Pero, por asuntos de «faldas» se ha visto obligado a abandonar de forma, más que precipitada,  Manila y la Comisión Europea.

Luís Moratinos ha «salido en los papeles», en la «tele» y en las emisoras de radio; le han acusado en los medios de comunicación de Manila de acoso sexual a una joven estudiante.

Los medios de comunicación filipinos se hacían eco de la denuncia que la joven Jessica, nos imaginamos que bella y delicada, estudiante del Ateneo de la Manila University, había puesto contra Luís Moratinos por «acoso sexual».

Jessica, alumna de la asignatura que versa sobre Política e Instituciones Europeas, que impartía el sobrino de Moratinos, le pidió cita para protestar por un suspenso que ella consideraba injusto. Luis Moratinos accedió a la entrevista para tratar de solucionar el suspenso. Y hete aquí, que, supuestamente, el ahora metido a profesor, le debió pedir como contraparte de la parte contratante, algún favorcillo…

Los medios de comunicación de Filipinas, se cebaron publicando incluso los correos electrónicos que el Tercer Secretario mandaba a la tal Jessica. Y, de la misma forma que su tío, la magnanimidad de Luís, se derrochó a raudales. Ofreció a la joven Jessica más nota, incluso una beca. Pero, a cambio…

La bella Jessica, quizás tratando de emular el valor del soldado español Eloy Gonzalo, destacado en el puesto militar de Cascorro, frente a los mambises, en la provincia de Camagüey, se fue derechita al Juzgado de Guardia donde presentó una denuncia. La cosa no debió ser un simple mosqueo de la joven filipina, ya que la Universidad dio 48 horas a Luís Moratinos para que  explicara ese comportamiento. Y la fiscalía hizo otro tanto. Alegar «inmunidad diplomática» no le sirvió de nada…

El Tercer Secretario dio la callada por respuesta y en lugar de enfrentarse a la demanda judicial, con el valor de Eloy Gonzalo, decidió poner pies en polvorosa, previa dimisión del chollo, perdón, del cargo. Y a casita. ¡Tío, quiero otro puesto!

Miguel Ángel Moratinos debería haber explicado a su sobrino que a los pocos, escasísimos, políticos que les pillan en algo, siempre es por el «triángulo» que abarca la bragueta y el bolsillo (sexo y dinero).

No se lo tomen a broma. Esto ha sucedido y es  una vergüenza. Una auténtica vergüenza…


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