José Catalán Deus (5/6/2008)

CON LA DERROTA A LA ESPALDA, el candidato y actual presidente del Partido Popular (PP) Mariano Rajoy se apresuró a declarar que no pensaba dimitir y que, por el contrario, había llegado el momento de elegir su propio equipo para ganar en 2012. Con ello frustraba importantes deseos y expectativas de dentro y fuera del partido, que aseguraban que tras dos derrotas electorales seguidas, Rajoy debía dejar el campo libre.

A partir de ese momento, la crisis ha ido ahondándose en un partido que cuenta con 700.000 afiliados (el mayor de España) y una enorme maquinaria partidaria, que es una de las dos sólidas patas del bipartidismo español, y al que los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en vísperas de las anteriores elecciones generales, apartaron traumáticamente del gobierno, cuando se preveía su clara victoria tras los dos gobiernos sucesivos de su líder indiscutible, José María Aznar, en 1996 y 2000.

POLÍTICA TERRORISTA Y RENOVACIÓN DE LA CÚPULA DIRIGENTE

Rajoy y sus íntimos colaboradores, entre los que destaca Pedro Arriola, un asesor independiente que cocina la estrategia del partido desde hace quince años, parecen haber llegado a la conclusión de que la ajustada victoria del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que aglutina el centro izquierda y logró el gobierno por segunda vez, se basó fundamentalmente en los cada vez peores resultados que el PP alcanza en el País Vasco y Cataluña, donde trasvases importantes de votos radicales permitieron abultados avances socialistas mientras los populares perdían votos profusamente.

«Rajoy ha emprendido la renovación de la cúpula del partido, algo que de haberlo podido realizar hace un año, quizás hubiera cambiado el resultado electoral». Si a ello se une el que resulta prácticamente inevitable para gobernar en España contar con el apoyo de nacionalistas vascos y/o catalanes, la conclusión es que hay que modificar la táctica del partido en ambas comunidades. La mera sospecha de este ajuste, ha llevado a la rebelión abierta a la presidenta vasca del PP, María San Gil, y a otros símbolos de la resistencia pacifista y abnegada del partido al terrorismo y acoso de los separatistas. A San Gil la apoya, o la empuja según las malas lenguas, el responsable de los europarlamentarios del PP, Jaime Mayor Oreja, anterior líder de los populares vascos en la etapa en que unidos a los socialistas, formaron un frente constitucional en el País Vasco que no pudo derrotar al nacionalismo.

Pero no todo consiste en correcciones frente al nacionalismo, correcciones difíciles de concretar si no afectan a la estrategia. Rajoy ha emprendido la renovación de la cúpula del partido, algo que de haberlo podido realizar hace un año, quizás hubiera cambiado el resultado electoral. Pero entonces no quiso, o no le dejaron, y ahora afirma que elegirá su propio equipo, y no el heredado de Aznar. Los primeros nombramientos, como el de la joven Soraya Sáenz de Santamaría al frente del Grupo Parlamentario, han provocado un levantamiento difuso en el aparato, donde responsables de importantes áreas, como Gabriel Elorriaga y Gustavo Arístegui, han mostrado públicamente su disconformidad.

LA DEFINICIÓN IDEOLÓGICA

«Ruiz Gallardón es la bestia negra de los sectores más airados e intransigentes del partido». La política frente al nacionalismo y la renovación del equipo dirigente, se suman a un tercer problema aún más importante. El de revisar o mantener la orientación general del partido, su definición ideológica. Se interpreta que señalando sus preferencias por personas como Esteban González Pons, y sobre todo anunciando que contará en su equipo con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el presidente Rajoy ha iniciado una etapa más centrista en el fondo y en las formas que la que protagonizaron sus escuderos de la última legislatura, el secretario general Ángel Acebes y el portavoz Eduardo Zaplana, dominados por el trauma del 11-M y su utilización política.

«Aguirre es para muchos la nueva Margaret Tatcher que necesita España para frenar la deriva izquierdista de Zapatero». Ruiz Gallardón, uno de los políticos mejor respaldado y más competente del continente, es la bestia negra de los sectores más airados e intransigentes del partido. Le acusan de socialdemócrata y traidor. Consiguieron mantenerle apartado de la política nacional durante la anterior contienda electoral y ahora se revuelven indignados contra su ascenso.

Se quiere hacer cabeza de este sector a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, una mujer que también aguanta las comparaciones continentales y que es para muchos la nueva Margaret Tatcher que necesita España urgentemente para frenar la deriva izquierdista de Zapatero. Pero si bien la rivalidad entre Aguirre y Gallardón es manifiesta, más difícil es precisar sus diferencias ideológicas en abstracto y sus grandes opciones en lo concreto.

 

LA RIVALIDAD ENTRE GALLARDÓN Y AGUIRRE

Gallardón se reclama del centro reformista y Aguirre se ha definido liberal aunque se la juzga claramente conservadora. «Son muchos los intereses coincidentes en que haya un enfrentamiento frontal Rajoy-Aguirre que evite la ascensión de Gallardón». Pero todas estas etiquetas son hojas que mueve el viento, en un partido donde el debate ideológico interno es aún incipiente (como en su colega el PSOE), donde no existen corrientes organizadas, y donde lo que funcionan son las fidelidades personales y coyunturales.

 

Aguirre ha dejado mil veces claro en las últimas semanas que ni representa a la oposición a Rajoy ni piensa presentar una candidatura alternativa en el congreso que se celebrará en Valencia. Pero nadie la cree. O casi nadie quiere creerla porque son muchos los intereses coincidentes en que haya un enfrentamiento frontal Rajoy-Aguirre que evite la ascensión de Gallardón, perfilado desde hace años como el heredero del centro derecha capaz no sólo de llevarlo al poder, sino de (lo que es mucho más difícil) hacerlo respetable de una vez por todas, y hegemónico por un ciclo como el que aún podría pervivir en Estados Unidos después de noviembre próximo.

 

«Ni Gallardón es anticlerical ni Aguirre en su larga trayectoria se ha vestido ostentosamente con mantos piadosos». No sabemos en qué valores y creencias se diferencian Aguirre y Gallardón en lo referente a los grandes dilemas de la derecha intercontinental: la balanza control-libertad, el equilibrio Estado-iniciativa privada… Y mucho menos sus alternativas a la crisis del Estado autonómico español y la perspectiva a medio plazo de derivas secesionistas que acaben con la unidad de la nación más vieja de Europa.

 

Sí que suponemos, a pesar de su discreción, sus diferencias en torno a la cada vez más acuciante en España cuestión religiosa. Gallardón es un laico puro como Sarkozy, y Aguirre parece más partidaria de defender abiertamente a la iglesia católica de los continuos embates que sufre desde el gobierno, los medios y la sociedad. Pero ni Gallardón es anticlerical ni Aguirre en su larga trayectoria pública se ha vestido ostentosamente con mantos piadosos.

 

LA CUESTIÓN RELIGIOSA Y LA PROPUESTA DE ÁLVAREZ CASCOS

Y es que la cuestión religiosa puede jugar un papel creciente en la crisis del PP de aquí al Congreso. «Cascos propone definir al PP como una organización política popular y reformista inspirada en los principios liberales y del humanismo cristiano». Rajoy mantiene una neutralidad en la ofensiva vaticana en defensa de la familia y los valores tradicionales (proclamada por Benedicto XVI como lo esencial de su pontificado), que disgusta a la Conferencia Episcopal Española (CEE), igual que pasaba en los gobiernos de Aznar. Existiría una tendencia interna del PP y de la CEE para tender lazos más estrechos entre religión y política, y construir un frente cristiano conservador como último dique ante la marea laicista. A los rumores, probablemente infundados, de tensiones pro-Rajoy y anti-Rajoy en el comité ejecutivo de la CEE entre su presidente el cardenal Rouco y el resto de sus miembros, se acaba de unir una enmienda especialmente llamativa entre el millar largo de las presentadas a las ponencias oficiales del Congreso.

 

Se trata de que un célebre ex-ministro de Aznar, Francisco Álvarez Cascos, propone que el PP se defina cristiano. El que también fuera secretario general del partido, pide en su enmienda a la ponencia política sustituir los apartados que definen al PP como un partido de centro que hace de la moderación el eje central de su discurso y praxis política, reformista y liberal, que asume la tradición surgida de la Constitución de Cádiz, por el texto aprobado en el X Congreso Nacional de Sevilla celebrado en 1990 y eliminado años después, que señala que el PP, identificado con el sentido humanista y liberal de la cultura europea, se define como una organización política popular y reformista inspirada en los principios liberales y del humanismo cristiano.

 

«La existencia de una conspiración interna, de un golpe palaciego contra Rajoy, aún no ha podido ser demostrado». El PP se propone realizar en España el mismo proyecto político global que desempeñan en el resto de Europa los partidos demócrata-cristianos, conservadores y liberales con quienes comparte, en comunidad ideológica, la defensa de la persona humana, de su dignidad, responsabilidad y libertad y de las instituciones que lo protegen frente al estatismo dirigista e interventor inherente a todo socialismo, añade el texto que propone Cascos.

Álvarez Cascos se hizo famoso por el malestar eclesial que supuso su divorcio y posterior matrimonio civil al margen de la doctrina oficial católica. Pero, sorprendentemente, ahora parece representar a los sectores más católicos del PP para aprovechando la crisis intentar salir reforzados en un partido que desde Aznar se ha mantenido en posiciones laicas, a pesar de lo que dice la propaganda izquierdista. El debate sobre si debe haber o no una alusión expresa al humanismo cristiano parecía superado, ya que ha sido objeto de intensas discusiones en anteriores congresos. Pero Cascos lo coloca sobre la mesa en un momento en el que existen fuertes rumores de que el presidente de la conferencia episcopal, el cardenal Rouco, ha retirado su apoyo al actual presidente del PP.

DESPEJANDO EL CAMINO PROCEDIMENTAL DEL CONGRESO

Sin embargo, la existencia de una conspiración interna, de un golpe palaciego contra Rajoy, aún no ha podido ser demostrado. Suponer contactos en este sentido entre Cascos, Aguirre, Arístegui, Elorriaga, San Gil y Mayor Oreja es pura especulación. Sí se sabe con seguridad, sin embargo, que el fundador histórico Manuel Fraga apoya a Rajoy y Gallardón. En cuanto al refundador José María Aznar, se mantiene neutral: ha pedido salir de la crisis con un partido sin complejos que cuente con los mejores. Se presta a interpretaciones favorables tanto de oficialistas como de críticos.

«Juan Costa prosigue buscando apoyos aunque carece de base territorial para lanzarse a la arena, lo que dificulta seriamente sus aspiraciones». Rajoy mostró en una gran fiesta partidista en Valladolid el respaldo con que cuenta, al que la presidenta de la Comunidad de Madrid anunció previamente que no podría asistir por compromisos familiares.

El pasado uno de junio aconteció la primera reunión del comité ejecutivo nacional del Partido Popular tras la del 11 de marzo, inmediatamente después de las elecciones perdidas del 9-M. Cerca de noventa dirigentes de esta formación política estaban llamados a dar el visto bueno a la propuesta de reglamento del XVI congreso de los días 20, 21 y 22 de junio en Valencia. Era una reunión de trámite, destinada a ir despejando el camino procedimental del cónclave, pero que se celebra en circunstancias excepcionales.

En este órgano están representados todos los que son algo en el PP, y eso significa que están los principales marianistas, pero también sus críticos, incluidos aquéllos que sopesan la presentación de una lista alternativa, como es el caso del diputado Juan Costa, que prosigue buscando apoyos aunque carece de base territorial para lanzarse a la arena, lo que dificulta seriamente sus aspiraciones. Supuso la oportunidad para que los críticos mostraran sus cartas y hasta dónde están dispuestos a llegar en el congreso.

AUNAR LAS DOS ALMAS BAJO LA DIRECCIÓN CENTRISTA DE RAJOY

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, «La mayoría de los comentaristas apuesta por el enfrentamiento Rajoy-Aguirre. Sin embargo, la crisis tiene una solución que además aseguraría la victoria en 2012», son los dos dirigentes de mayor rango que han expresado posiciones críticas, y a sus nombres se unen el de la todavía presidenta de los populares vascos, María San Gil, el diputado Juan Costa, el secretario de Comunicación Gabriel Elorriaga, y el eurodiputado y ex presidente de los populares catalanes Alejo Vidal-Quadras.

Junto y/o frente a ellos estarán sentados, además del propio Rajoy, sus principales valedores, esto es, la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría; la vicepresidenta segunda del Congreso, Ana Pastor; su responsable de Internacional, Jorge Moragas, o su asesor y diputado José María Lasalle, entre otros, además de los barones territoriales (presidentes autonómicos en las comunidades que gobierna el PP), Francisco Camps, Ramón Luis Valcárcel, Juan Vicente Herrera, Javier Arenas o Alberto Núñez Feijóo.

El Comité Ejecutivo Nacional (en el que están representados los secretarios ejecutivos y los presidentes regionales del partido, entre otros) aprobará el informe del comité organizador del Congreso Nacional de Valencia que preside el murciano Ramón Luis Valcárcel. Además, autorizará el adelanto al mes de julio de los congresos regionales del País Vasco, Cataluña y Baleares. Es el prólogo del Congreso.

La mayoría de los comentaristas apuesta por el enfrentamiento Rajoy-Aguirre. Sin embargo, la crisis tiene una solución que además aseguraría la victoria en 2012. Aunar bajo la dirección centrista de Mariano Rajoy, el reformismo de Gallardón con el conservadurismo de Aguirre. Son las dos almas del Partido Popular. Ninguna sobra y las dos le hacen falta. Si no se consiguiera, a la silla del bipartidismo español podría salirle una tercera pata producto de la división de la derecha. Es una perspectiva lejana pero no imposible, un motivo más de preocupación en la política española.

N. de la R.

José Catalán Deus es periodista y escritor. En su larga trayectoria profesional ha escrito para muchas publicaciones, alternándolo con puestos de dirección en revistas y diarios. En la última década fue corresponsal en Londres y en Roma. Actualmente, publica «Infordeus» en Internet. Entre sus últimos libros figuran «De Ratzinger a Benedicto XVI, los enigmas del nuevo Papa» y «La cuarta guerra mundial: terrorismo, religión y petróleo en los inicios del tercer milenio».

Este artículo se publica gracias a la gentileza del autor y de Safe Democracy.