Presidente BushHeike Pintor Pirzkall (12/11/2008)
AL ENTRAR EN EL SIGLO XXI, los norteamericanos se enfrentaban a un mundo en cambio y a una incipiente crisis medioambiental. Políticos, académicos, numerosos observadores y comentaristas a nivel mundial, habían vaticinado que ésta sería la era del ecologismo y la defensa del medio ambiente. Las naciones crearían alianzas para solucionar los problemas medioambientales, la mayor amenaza de la humanidad.

Pero los sucesos del 11-S cambiaron el mundo y las prioridades, que se convirtieron en otras. Ese día la guerra contra el terrorismo (War on Terrorism), se convirtió en la única prioridad y Estados Unidos se vio forzado a centrarse en las amenazas provenientes no sólo de Oriente Medio, sino de todas partes. Los demás temas, incluyendo el ecologismo, palidecieron ante esta nueva crisis global.

DOS FORMAS DE PERCIBIR EL MEDIO AMBIENTE
Los ecologistas norteamericanos esperaban expectantes la llegada de las elecciones del año 2000, ya que para muchos, el nuevo presidente de Estados Unidos crearía una iniciativa para liderar el esfuerzo global y hacer frente a la crisis medioambiental. La Liga de Votantes Conservacionistas (League of Conservation Voters) llevó a cabo más de una docena de eventos durante la campaña electoral, ya que por primera vez un político medioambientalista tenía posibilidades de llegar a la Casa Blanca. La Liga acuñó el lema: …Si Gore gana, ganará el planeta… Efectivamente, la figura de Al Gore movilizó a ecologistas de todos los ámbitos en cada Estado. «El partido demócrata aprovechó la coyuntura republicana e incluyó los temas medioambientales como parte esencial de su campaña electoral».

En contraste, los republicanos presentaban un candidato poco interesado por los temas medioambientales. George W. Bush criticó entonces el Clean Air Act y el Clean Water Act  (leyes de protección del aire y del agua) y argumentó que las causas del calentamiento global debían de estudiarse más a fondo antes de actuar. Su punto de vista coincidía con los esfuerzos del partido republicano de presentarse como el partido de la desregulación, ante una era de protección medioambiental que incrementaría el poder del Estado y disminuiría la microsupervisión (micromanagement) de los burócratas de Washington.

El partido demócrata aprovechó esta coyuntura e incluyó los temas medioambientales como una parte esencial de su campaña electoral. Pero, el 7 de noviembre, Al Gore perdió por sólo 537 votos. Fueron las elecciones más ajustadas de la historia. Estados Unidos se encontraba fuertemente dividido.

BUSH Y LA DESREGULACIÓN
Poco menos de un año más tarde, el atentado terrorista de las Torres Gemelas de Nueva York dejó petrificada a la sociedad americana y al mundo. «La retirada del protocolo de Kyoto provocó fuertes críticas en todo el mundo, pero no en la sociedad americana». Casi de inmediato, el país centró sus esfuerzos en combatir esta nueva amenaza e iniciar la invasión de Afganistán y posteriormente la de Irak. El cambio de prioridades de la política americana del gobierno de George W. Bush tuvo como consecuencia, desgraciadamente, sacrificar la protección del medioambiente.

La administración Bush declaró que las zonas protegidas de Alaska debían abrirse a la industria del petróleo para liberar al país de la dependencia de Oriente Medio. La población norteamericana, muy preocupada por los temas de seguridad y el terrorismo, no reaccionó ante el proceso de desregulación de las políticas medioambientales introducidas por el gobierno republicano. La decisión de retirar a Estados Unidos de las negociaciones sobre el protocolo de Kyoto en 2002 provocó fuertes críticas de ecologistas en todo el mundo, pero tuvo poco impacto en la sociedad americana.

«La degradación del medio ambiente es una amenaza heike-pintor-pirzkallreal que se expande día a día». Las consecuencias de la desregulación ya se están notando. El impuesto de Superfondo de limpieza (Superfund clean-up tax) dejó de cobrarse a las empresas más contaminantes, cayendo finalmente en bancarrota.

También se redujeron las inspecciones de aire en las refinerías y se incrementaron los cierres de playas por el deterioro del mar a causa de los vertidos industriales a los ríos. Se incrementaron los niveles de mercurio en peces de las muestras hechas en lagos norteamericanos, así como la contaminación ambiental en ciudades y en el agua potable.

ÚLTIMA DE LAS PREOCUPACIONES
«El futuro nos dirá sí la decisión del pueblo americano ha sido sabia o no». No cabe duda de que la guerra contra el terrorismo es una necesidad real pues esta lacra debe ser atajada con fuerza, pero quizás debería ser una lucha en la cual tuviese también cabida la protección del medio ambiente pues su degradación constituye una amenaza real que se expande día a día.

Las acciones a corto plazo han demostrado ser insuficientes y sólo por medio de la educación, la planificación a largo plazo y un deseo real de querer hacer cambios ayudarán a trabajar en la dirección correcta.

En una encuesta publicada en agosto de 2006 se les preguntaba a los americanos que identificaran los temas que pensaban serían más importantes en una futura campaña electoral. Entre muchos temas mencionados, los temas medioambientales seguían estando al final de la lista. Parece que a pesar de los pronósticos negativos y las amenazas que sufrimos la ecología puede esperar.

El futuro nos dirá sí la decisión del pueblo americano ha sido sabia o no…

N. de la R.
Heike Pintor Pirzkall es profesora de la Universidad Europea de Madrid en la Facultad de Comunicación y Humanidades. Es Licenciada (BA) en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense (España). Ha realizado estudios de postgrado en (MA) Administración Pública por la Universidad de Liverpool, y en Estudios Europeos por la Universidad de Kingston upon Thames, Londres.