Mi Columna
Eugenio Pordomingo (10/8/2008)
La escalada en la tensión entre Rusia y Georgia presagiaba un final bélico. Georgia, envalentonada con el apoyo de Estados Unidos, ha calibrado mal su potencial frente al coloso ruso, que, sin duda alguna, va a dar una seria respuesta a los georgianos. Mientras tanto, Europa, como viene siendo habitual, no sabe qué hacer en asuntos de este calibre. La Unión Europea es más bien un «mercado de mercaderes» que otra cosa.
Ayer, el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili decretó el Estado de Guerra, porque «su país es objeto de una agresión por parte de Rusia». En una precipitada rueda de prensa, Saakashvili manifestó que «El decreto será enviado al Parlamento de Georgia para su ratificación».
El Presidente georgiano se refería así a la acción del 58 Cuerpo de Ejército de Rusia, que ayer penetró en Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, con tanques, artillería y blindados, con la justificación de «proteger a la población suroseta y al contingente de Fuerzas rusas de Paz acantonadas allí desde 1992», según informa la agencia de noticias rusa RIA Novosti.
Con la intención de reforzar su Ejército, Georgia va a proceder a retirar las tropas -unos 2.000 soldados- destacadas en Irak, para lo cual ya ha pedido ayuda a Estados Unidos, para el transporte de sus soldados.
Al parecer -según relata la agencia de noticias rusa-, «la población civil suroseta y los soldados rusos fueron blanco de una agresión de gran envergadura emprendida por el ejército georgiano para someter a la republica separatista con ayuda de artillería pesada, misiles múltiples «Grad» tanques y aviones de combate que destruyeron Tsjinvali y varios poblados». La agresión bélica del Ejército georgiano se extendió -según esas mismas fuentes-, también a Abjasia.
Estos incidentes de ahora comenzaron el pasado jueves, cuando el Presidente Saakashvili, a través de la televisión georgiana, ofreció a los surosetas «emprender negociaciones sin medidores para la imposición de una autonomía«, pero pocas horas después «las tropas georgianas comenzaron una agresión sin precedentes en la historia reciente del Cáucaso».
Vladimir Putin, primer ministro de Rusia, y el verdadero poder, tuvo ocasión de mantener un breve encuentro el sábado en la capital china con George W. Bush, con ocasión de las Olimpiadas, donde le mostró su preocupación por «la agresión de Georgia contra Osetia del Sur«, ya que supone «el estallido de una guerra en el Cáucaso que será muy difícil detener».
La agresión del Ejército de Georgia ha suscitado, inevitablemente, reacciones en contra. Por ejemplo, en Abjasia varios miles de voluntarios se han ofrecido para luchar contra Georgia; mientras que en la república rusa de Osetia del Norte, con afinidades étnicas con los surosetas y otras regiones del Cáucaso ruso, como Daguestán, Kabardino-Balkaria e Ingushetia, «aparecieron centros de reclutamiento de voluntarios para ayudar a Osetia del Sur», según relata RIA Novosti.
Osetia del Sur se declaró independiente de Georgia de forma unilateral en el año 1992; posteriormente, una guerra de guerrillas le dio la victoria militar en 1993. Desde entonces funciona como un estado libre e independiente, aunque sin reconocimiento internacional. El 12 de noviembre del año 2006 se celebró un referéndum en Osetia del Sur, que no fue reconocido por Georgia, en el que participó el 91 por ciento de la población. Más del 99 por ciento de los votantes lo hicieron a favor de la independencia y de la unión con Osetia del Norte y Rusia.
Tanto Abjasia como Osetia del Sur tienen constitución propia y elecciones democráticas libres y directas, a través de las que se han elegido en varios comicios, su parlamento y al presidente del país. Las dos repúblicas mantienen excelentes relaciones con Rusia.
Con su «escudo anti-misiles» y el apoyo a algunos de los países del entorno de la ex U.R.S.S., el presidente Bush pretende socavar los cimientos de la actual Rusia, a la vez que debilitar políticamente a la Unión Europea, incapaz de tener una política internacional unida. A pesar de ello, en abril de este año, Estados Unidos sufrió un duro revés al no poder incluir como socios de la OTAN a Ucrania y Georgia. No obstante, EE. UU., consiguió a cambio serias promesas de apoyo para el enrevesado asunto de Afganistán.
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