Javier González (30/5/2009)
Desde la medianoche del 25 de mayo, cuatro centrales nucleares están desconectadas de la red, lo que constituye alrededor del 60 por ciento de la potencia instalada. Los más de 4000 Mw desconectados de la red tendrán que ser cubiertos por otras fuentes de energía, principalmente fósil (gas o carbón).
La última en desconectarse ha sido la de Ascó II, para comprobar el posible desajuste del punto de apertura de dos válvulas de seguridad del presionador, fuera de su valor de tolerancia, debido al desajuste de las mismas detectado el día antes en la unidad Ascó I al iniciar la parada para recarga de combustible.
Además de las dos centrales del valle del Ebro, están paradas Vandellós II y Almaraz II. En el caso de Vandellós, lleva parada desde el 14 de marzo, cuando la parada de recarga debe durar alrededor de un mes. Sin embargo los múltiples problemas de corrosión por los que está afectada, en parte por ser refrigerada con agua del mar, hacen que sea habitual desde hace varios años que la recarga dure más de dos meses.
El caso de Almaraz II es más grave. Durante la recarga los operarios se han dado cuenta de que los tubos en «U» de los generadores de vapor están nuevamente afectados por graves problemas de corrosión. Por esta razón la recarga se está alargando sin que se prevea una pronta solución, algo sobre lo que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) guarda un silencio incomprensible e inaceptable, según Ecologistas en Acción.
Durante los años 90, estos tubos sufrieron serios fenómenos de corrosión y los responsables de las cuatro centrales de Ascó y Almaraz se vieron obligados a ir taponándolos paulatinamente con el fin de evitar las fugas de agua radiactiva del primario al secundario. Finalmente, cuando el número de los tubos taponados fue lo bastante alto, se vieron obligados a sustituir los doce generadores de vapor, con un coste de unos 120.000 millones de pesetas de la época (unos 20 millones de euros). La empresa ENSA fue la encargada de la fabricación y del cambio de los generadores. Con ello se aseguraba que estos fenómenos no volverían a producirse.
Para Ecologistas en Acción, todo ello demuestra una vez más la necesidad de un plan de cierre que permita prescindir de una energía que no garantiza el suministro, es cara, peligrosa y genera unos residuos altamente tóxicos para los que no hay solución. Para la organización ecologista, «este plan de cierre debe comenzar ya, en cuanto el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero cierre, como ha prometido, la central de Santa María de Garoña el próximo 5 de julio».