Andrés Soliz Rada (21/11/2009)
La revista «Forbes» ha declarado a Obama el personaje más poderoso del mundo. La desorientadora decisión oculta que el poderío del planeta está en los Bancos. Los Bancos controlan a los gobiernos (incluyendo al de EE. UU.) y deciden cuanto dinero manejan, y no a la inversa. «Forbes» silencia que el Banco Central de EE. UU., denominado Banco de la Reserva Federal (BRF), es una asociación de Bancos privados, que, desde 1913, imprime dólares en forma exclusiva, sin fiscalización adecuada, en cantidades que él decide y fija las tasas de interés. Los grandes Bancos se fundan, se organizan, se autofinancian y se rescatan con dinero de los contribuyentes. Predican el libre mercado, pero sólo caerán si cae el sistema, por que son su esencia.
Nadie eligió a los poderosos banqueros. Son el poder más totalitario y antidemocrático imaginable ¿De dónde salen los dólares que emite el BRF? La respuesta es increíble: Del aire. ¿Y cuánto vale el dólar? Lo que los banqueros deciden. Todas las monedas del mundo dependen del dólar y el dólar de la voluntad de los banqueros. El BRF emite dólares respaldados por deudas reconocidas por los gobiernos, los que, a su vez, las garantizan con el patrimonio de las naciones. Si incumplen sus obligaciones, se produce fuga de divisas, recesiones, insolvencias y quiebras, con lo que los banqueros se apropian de esos bienes.
Desde 1944, el BRF emite dólares sin respaldo del oro. A partir de 1973, (guerra de Israel contra Egipto y Siria), emergieron los petrodólares (dólares respaldados por reservas de petróleo). Hoy, gran parte de esas reservas son de empresas estatales, lo que precipitó los bombardeos a Irak y Afganistán. China, gracias a su crecimiento, comparte con EE. UU. el manejo de divisas y la India acumula oro, en reemplazo del devaluado billete verde. El BDF tiene sus sabuesos: El FMI y el Banco Mundial. Controla los Paraísos Financieros que lavan el dinero del narcotráfico, del comercio de armas, de las mafias farmacéuticas y de transgénicos, con la bendición del Vaticano, otro paraíso financiero, que guarda sus capitales en Suiza, la capital de la delincuencia de cuello blanco.
La reciente quiebra de Bancos tradicionales ha mostrado las fisuras del sistema. Pero aún así, se trata de quiebras controladas, ya que han afectado, de manera premeditada, a Bancos de EE. UU., conectados a Francia y Alemania, a fin de equilibrar las pérdidas. El déficit fiscal de EE. UU. es monstruoso e irresoluble. El desempleo, que avanza junto al narcotráfico y la inseguridad ciudadana, se ha instalado en el corazón del sistema e irá creciendo como alud, sin respuestas estructurales.
El cambio climático aparece ahora como el único responsable de los mil millones de hambrientos que hay en el mundo, en tanto las petroleras, que cuentan con el silencio de sus ONG, deciden explotar el petróleo de Alaska, la zona más vulnerable de la tierra. El neoliberalismo postula la total independencia de los Bancos Centrales de los gobiernos, para que dependan directamente del poder mundial. Evo Morales dice luchar contra el capitalismo, pero, al igual que otros presidentes de la región, envía las reservas monetarias de Bolivia a Bancos de EE. UU. y Europa. El vicepresidente García Linera cree que el país se industrializará con créditos del Banco Mundial.
Para luchar contra los banqueros se requiere mostrar su corrupción y desenmascarar a sus encubridores no sólo de «Forbes», sino también del ultraindigenismo y las ONG, quienes sostienen que la lucha contra el imperialismo y sus banqueros no es prioritaria, sino la destrucción de débiles estados nacionales, sustentados en entramados indomestizos. La conclusión es inversa: Si los pueblos, incluyendo el pueblo norteamericano, no acaban con la mafia de los bancos, esa mafia cabará con la especie humana.