Andrés Soliz Rada (7/11/2009)
Los voceros del lobby petrolero, presentados como sesudos columnistas de influyentes periódicos, aconsejan siempre lo mismo: Abrir las puertas al capital foráneo de manera irrestricta, enajenar las reservas y la cadena productiva, rebajar impuestos, fiscalizar lo menos posible a fin de no enojar a las compañías e incrementar incentivos a fin de ser país competitivo. Supuestamente, así saldremos de la crisis. No explican por qué estas recetas no funcionaron durante más de medio siglo con los «barones» del estaño o con los liquidadores de las empresas estatales, comandados por Sánchez de Lozada.
Aseguran, en cambio, que por no aplicar estas políticas se perdieron los mercados de Chile, México y EE. UU.
Estos «gurús» callan cuando el Presidente de los Ingenieros de Petrobrás, Fernando Siqueira, advierte que las reservas de petróleo de EE. UU. (y su equivalente en gas) ascienden a 29 billones de barriles, en tanto su consumo anual llega a 10 billones. Los problemas de abastecimiento para Washington se tornarán dramáticos dentro de tres años. EE. UU., con sólo el 4 % de la población mundial, consume de manera irresponsable el 30 % de la producción del planeta. Hasta hace poco, las «Siete Hermanas» (los consorcios privados más poderosos), controlaban el 90 % de las reservas. Hoy controlan el 3 (tres) %. Para estos sabihondos, las invasiones a Irak y Afganistán no están vinculadas a la escasez petrolera.
Siqueira indica que los enormes descubrimientos de gas en las costas brasileñas añaden un 9 % a las reservas mundiales, lo que no resuelve los problemas existentes. Considera que la Cuarta Flota de EE. UU. desplegada en las costas de América Latina busca obligar a Brasil a que comparta con transnacionales las reservas del «Pre Sal» (depósitos de gas bajo el océano). En respuesta, Brasil compró a Francia un submarino nuclear que patrullará sus aguas profundas. Las bases militares del Tío Sam en Colombia coadyuvan a los propósitos de la Cuarta Flota, además de garantizar la exportación de petróleo colombiano al país del norte.
Las reservas del Golfo Pérsico llegan al 69 % de las existentes en el mundo, las de América del Norte al 5 %, al igual que las de Europa Occidental, y las de América Latina al 10 %. Más del 80 % de las reservas están en zonas musulmanas. (Ver www.patriagrande.org.bo: «La Batalla por el Petróleo y el Gas en América Latina». Sección «Biblioteca»).
La nacionalización del 01-05-06 recuperó nuestras reservas, las que sólo podían ser explotadas mediante contratos de servicios. Los contratos firmados posteriormente permiten, otra vez, que las petroleras las contabilicen como suyas. Petrobrás informó de este hecho al congreso de Brasil en tono triunfal. Durante los primeros ocho meses de gobierno del MAS, no se aceptó como interlocutor válido a la Cámara de Hidrocarburos, integrada por las compañías privadas. Se dispuso dialogar con cada una de ellas en forma separada. A partir de entonces, ministros y personeros de YPFB acuden puntuales a los foros de esta entidad, en los que el lobby obvia referirse al problema de las reservas.
El sentido común aconseja que las exportaciones de gas y petróleo se supediten a garantizar el consumo interno en las próximas décadas y preservar los volúmenes para la industrialización. Incrementar exportaciones sin plantas separadoras de líquidos y sin que esté construido el Gasoducto Boliviano de Occidente (GABO), es prolongar la estupidez, a la que nos empuja el lobby. Enajenar las existencias actuales con la esperanza de descubrimientos futuros es irresponsable. ¿Qué haremos si nuestras reservas se agotan y los esperados descubrimientos fracasan? La situación energética mundial obliga, con angustiosa urgencia, a que YPFB se libere de la corrupción que busca aniquilarla y que sea gestionada con eficiencia, en defensa del interés nacional.