espacioseuropeos.com (29/1/2010)
La llegada de miles de soldados estadounidenses al destruido Haití provocaron en la población y el gobierno haitiano una euforia incontenible. Aplausos y loas a las tropas estadounidenses se han ido transformando con el tiempo (algo menos de dos semanas) en frustración y desesperanza.
El Presidente haitiano Rene Preval no cesa de pedir a la comunidad internacional que aumente «los esfuerzos de ayuda por el terremoto, al tiempo que la cifra confirmada de muertos se ubica cerca de las 170.000 personas», informa la cadena estadounidense Democracy Now. El pasado miércoles, el presidente Preval afirmó que está agradecido por la asistencia internacional, pero que se necesita «mejor coordinación», recoge la misma fuente.
Que Preval critique la desorganización mundial de la cooperación nos parece correcto, sobre todo cuando la ONU está ofreciendo muestras de ello una vez más, pero que lo haga él, el presidente de uno de los gobiernos más corruptos del mundo, donde la miseria está a la vuelta de la esquina y la democracia no se conoce, nos parece «una pasada», y no en roman paladino, sino en lenguaje cheli.
Eso no debe ocultar, no obstante, que el gobierno haitiano está recibiendo menos de un centavo por cada dólar que Estados Unidos gasta en «los esfuerzos de ayuda para ese país», de acuerdo con la información publicada por la agencia de noticias Associated Press, mientras que «treinta y tres centavos de cada dólar son destinados a la asistencia militar» de los soldados de estados Unidos llegados a Haití.