Ana Camacho (25/2/2010)
Como era de esperar, ninguna novedad en la nueva reunión celebrada por el Frente Polisario y Marruecos la semana pasada en Armonk (a unos 50 kilómetros de Nueva York). Se trataba de un encuentro informal para preparar la quinta ronda del proceso de negociaciones iniciado en 2007 en Mahasset. Lo más interesante, en mi opinión, ha sido ver cómo lo daba la prensa española, me refiero a la prensa tradicional porque es en los diarios de papel que reivindican una mayor seriedad informativa frente a la prensa-Internet, donde se encuentran interesantes pistas de por dónde van los tiros a nivel político.
Las conversaciones empezaron el jueves día 11 de febrero y terminaron el viernes día 12. Así que en el fin de semana se podía hacer un pequeño balance de lo que habían publicado sobre el tema en El País, El Mundo, La Vanguardia, Abc, La Razón, La Gaceta y Público. A partir de aquí no voy a volver a nombrar los medios que luego saltan las susceptibilidades y ahí está Sahara.info (imponente labor recopilatoria) para verificar con más detalle.
La información fue escasa. Allí donde se dedicó un hueco al encuentro el texto exhibía un tono aséptico como requieren los cánones de la objetividad. Sin embargo, llama la atención el uso frecuente de la palabra «independentista» para identificar al Polisario que da la idea al lector que no está muy puesto en el tema de que estamos hablando de un movimiento que lucha por la independencia de una región que forma parte de otro estado soberano.
Los aficionados al tema lo tenemos muy claro que el Sáhara sigue sin descolonizar de acuerdo a la doctrina de la ONU y que el Polisario es un movimiento de liberación como lo fue el MPLA en Angola en los tiempos de la colonización portuguesa o la SWAPO en Namibia, luchando contra la ocupación de la Sudáfrica del apartheid que durante décadas defendió que este territorio era una de sus provincias. Pero la gente que sólo sabe del Sáhara cuando sale en la prensa tradicional y está sujeta a una sequía informativa pertinaz suele quedar confundida con lo del independentismo que asocia al terrorismo de ETA.
Una de las razones de esta confusión la podemos apreciar en la información sobre las conversaciones en Armonk. Lo normal es que al dar la noticia de este tipo de eventos, la prensa seria ponga al lector en antecedentes. En este caso la máxima pista que se nos da es que «las dos partes han celebrado cuatro rondas de negociación formales desde que el Consejo de Seguridad les instó en el 2007 a reanudar el diálogo directo, pero el proceso lleva dos años estancado». Ninguna referencia a que Marruecos está en el Sáhara porque lo invadió contraviniendo un dictamen del Tribunal Internacional de La Haya en 1975.
En cuanto a la celebración del referéndum, como mucho, se alude a la consulta como si se tratase de una opción de los «independentistas» saharauis («para el Polisario, la autodeterminación de la ex colonia española pasa por la celebración de un referendum») frente a lo que propone la parte marroquí («Marruecos sostiene que la única salida realista al conflicto es la propuesta de autonomía que presentó en el 2007 y se niega a discutir cualquier otra opción).
La conclusión para un lector recién llegado es obvia: como no se le recuerda que el referéndum es la consulta a la que el pueblo saharaui tiene derecho de acuerdo a las resoluciones de la ONU y como también se obvia que Marruecos ha impedido a los cascos azules en el Sáhara organizar la consulta que está pendiente desde 1991, el rey Mohamed queda libre de toda sospecha de estar cometiendo una flagrante violación del derecho internacional. Como mucho, es un cabezota que no contempla ninguna otra salida más que la autonomía opción, pero casi en igualdad de condiciones con la supuesta tozudez con la que el Polisario defiende el referéndum que, ya hemos deducido, se han sacado de la manga en un alarde de creatividad política.
El sentido de las crónicas le llevarán al lector desprevenido en la misma dirección al hacer un balance del encuentro salpimentado de frases que dejan constancia de que «las posturas de Marruecos y del Frente Polisario siguen siendo irreconciliables» y que el propio enviado personal para el Sáhara del secretario general de la ONU Christopher Ross, «constató el alejamiento entre Rabat y los saharauis». En este contexto, hasta parece normal que Ross no se inmute poniendo en un mismo plano de igualdad a agresor y agredido al emitir un comunicado que rezuma desconsuelo con este tipo de constataciones: «Se presentaron y discutieron de nuevo las propuestas de las dos partes. Al final de la reunión, ninguna de ellas aceptó que la propuesta de la otra fuera la única base de futuras negociaciones». Con estos elementos, ¿qué va a pensar el lector desmemoriado o desinformado? Pues eso, que lo que pasa en el Sáhara es que «Marruecos y el Polisario no logran acercar posturas».