José Manuel G. Torga (5/2/2010torga)
La singularidad de Victoriano Crémer bien merece recuerdos como este libro de Félix Pacho Reyero, editado por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.

Crémer, poeta, ensayista, narrador, autor teatral, y evidentemente periodista, llevaba ya a cuestas más de cien años de vida y seguía escribiendo su sección -antagónica y protagónica- «Crémer contra Crémer», en Diario de León. Hasta el 2009 en que falleció como comentarista atado a la columna, que decía Campmany.

Félix Pacho Reyero, periodista leonés, trató ampliamente a Crémer; y el haber desempeñado importantes cometidos profesionales en Madrid y en América, no le ha desconectado de sus firmes raíces en la tierra de nacencia. Con el libro lo confirma. Vuelve, por escrito, a un personaje de sus años de vivencia leonesa, ciñéndose  a la dimensión periodística de aquél.

«Me nacieron en Burgos», decía Crémer; y allí, con pocos años, voceaba periódicos como vendedor, como canillita dirían los argentinos y otros hispanoamericanos. Niño todavía, la familia se traslada a León, después de una estancia breve en Bilbao. El hará su vida en la capital leonesa.

La sucesión de sus trabajos, desde antes de los 14 años, incluye el de amanuense, al dictado de un Registrador de la Propiedad, jubilado y ciego; aprendiz de mancebo de botica; aprendiz de cajista y, desde esa iniciación hasta llegar a regente de imprenta. De tipógrafo pasaría a colaborar con textos propios en las columnas periodísticas, conciliando, durante cierto tiempo, ambas dedicaciones. Más tarde se dedicó de lleno al Periodismo de opinión, en la Prensa y en la Radio.

Victoriano Crémer escribió en periódicos leoneses de distinto signo, como Proa y Diario de León, así como en La Crónica de León moderna, bajo la dirección, precisamente, de Félix Pacho Reyero. En otros cometidos ascendió hasta vicesecretario de la Cámara de Comercio y director de la revista de ese organismo: Economía Leonesa. En Radio León popularizó su programa «Luces de la Ciudad».

Preso en San Marcos
La simpatía juvenil de Crémer por el anarquismo, su amistad con Buenaventura Durruti, sus tareas directivas en la Revista del Ateneo Obrero Leonés, su sindicalismo y el estar catalogado como hombre de izquierdas, todo ello determinó que fuera detenido el día de Santiago de 1936 y diera con sus huesos en la prisión de San Marcos, como en su tiempo, Quevedo. Aquel viejo y monumental convento fue, a juicio de este periodista que la padeció, «la más cruel, espantosa y sucia cárcel de la tierra». Pasaría posteriormente a albergar los caballos sementales de la Remonta y, desde hace unos decenios es, en cambio, el Hostal de lujo que atrae a los turistas más pudientes.

La semblanzVictoriano Cremera de Crémer cobra una dimensión diferente cuando su azacanada existencia confluye con la del abuelo del actual presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, quien ha traído a las candilejas la memoria del que fuera el capitán Rodríguez Lozano.

Pacho Reyero, en efecto, aporta datos sobre lo acaecido. Nos transmite cómo, el 20 de julio de 1936, se desarrollaba una reunión en el Gobierno Civil de León, de cargos políticos y sindicales, para solicitar la entrega de armas que había sido prometida. El capitán Moral, sublevado con tropas a sus órdenes, rodeó el edificio y detuvo al gobernador civil, Emilio Francés, al alcalde de León, Miguel Castaño, al presidente de la Diputación, Ramiro Armesto y al capitán Juan Rodríguez Lozano, entre otros.

Victoriano Crémer logró escapar con algunos más de los asistentes  a aquella convocatoria. Al capitán Rodríguez Lozano, de 43 años, le fusilaron el 18 de agosto siguiente, en el polígono de tiro de Puente Castro.

En 1933, Victoriano Crémer había publicado, en el diario madrileño La Tierra,  un cuento premiado; se titulaba «Vía Crucis. Romance proletario». Aquel periódico está conceptuado como filo-anarquista, cosa que no era óbice para que Juan March -como ya he publicado en otra ocasión- contara con su benevolencia, a través de los oficios de persona interpuesta; el máximo potentado económico en la España de entonces tenía periódicos propios, de distinto signo, y La Tierra al menos no le acosaba.

Pues bien, denunciado Crémer ante el Tribunal Militar por aquella narración premiada y referida a los sucesos de Casas Viejas, actuó de defensor, el capitán Rodríguez Lozano. Crémer le conocía de antes, porque un cuñado del capitán, llamado Isidro García, había retornado de América con dinero y había fundado en León el diario La Mañana.

Otra prisión, con su defensor, el capitán Lozano
Victoriano Crémer
contaba que la defensa, llevada a cabo ante el Tribunal por parte del militar designado, debió de ser determinante para que de aquella aventura saliera absuelto. «De modo que en buen entendimiento -escribió Crémer a Pacho Reyero, en 2007-  al capitán  don Juan Rodríguez Lozano, debo cuanto fui y cuanto soy y, para mi garantía personal, declaro que cuando en el penal de San Marcos contemplé a Don Juan sometido al régimen de procesado, no me pude contener y se me saltaron las lágrimas…».

La discutida personalidad del capitán Rodríguez Lozano, que intervino en la represión de la revolución de Asturias, según se recoge además en este libro de la biografía escrita por Oscar Campillo, perteneció a la Masonería, con el apelativo de «Rousseau, en la logia Emilio Menéndez  Pallarés número 15». Si bien la imagen aportada por Isabel Durán y Carlos Dávila, spablo-reyeroobre el abuelo de Zapatero, no coincide con la de Crémer, mi paisano Félix Pacho juega limpio, recogiendo unos y otros testimonios y fuentes.

Aquí trato de hacer lo mismo, captando los ecos.

Nota:
El autor del libro comentado, al hilo de sus aportaciones sobre Crémer, valora positiva y generosamente a un elenco de periodistas leoneses, en la propia provincia o asentados en Madrid. Entre estos últimos, cita a Feliciano Fidalgo, Felipe Sahagún, Antonio García Ferreras, Daniel Gavela, Marisa Flórez, Angélica Rubio, Bernardino M. Hernando, Hernando F. Calleja, José Luís Gutiérrez, Nacho Pacho Mencía, Ignacio García Iglesias, Afrodísio Ferrero, Gonzalo Garcival, Luís del Olmo, Pilar Falagán, Alfonso Rojo, Magín  Revillo, Jesús Torbado, José Cavero, Jesús Maraña, Tomás Álvarez, José María MerinoFélix Pacho, que me incluye, estaría por derecho propio, si no se excluyera, por pura modestia.

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