Mi Columna
Eugenio Pordomingo (17/5/2010)eugenio2
El sábado día 15 de este mes de mayo, la ONU hizo entrega al Gobierno de Hamid Karzai de medios técnicos para luchar contra la corrupción, de acuerdo con la información facilitada por Bahtar, agencia de noticias de Afganistán, de la que algunos medios occidentales se han hecho eco.

La sede del ministerio de Interior afgano fue el lugar escogido para hacer entrega de 36 cámaras de vídeo, 12 dispositivos para grabar conversaciones y 60 walkie-talkies portátiles, por un costo total de un millón de dólares. No se sabe si la coima, mordida o corruptela va incluida en la factura, pero, en cualquier caso, me parece un pastón. Y eso, en el caso de que los equipos anticorrupción sean nuevos, que lo dudo.

El viceministro de Interior afgano, Mohammad Haidar Basir, manifestó en el transcurso de la ceremonia de entrega de este sofisticado material anticorrupción, que en su ministerio funcionan -por decirlo de alguna manera- seis grupos especializados en acabar con la corrupción, a los que van destinados estos valiosísimos aparatos.

Afirman las agencias de prensa -debidamente orientadas- que la corrupción es uno de los frenos más importantes para que la democracia funcione en Afganistán. Achacan esas mismas fuentes que la corrupción es la culpable de que la administración afgana no sea todo lo eficaz que debiera. Dicho así, da la impresión que la corrupción es algo así como un virus que se instala en una sociedad y punto.

Pero todo tiene un transfondo. La semana pasada, los presidentes Barack Obama y Hamid Karzai, se reunieron para eliminar asperezas -según calificaron los medios de comunicación tras el consabido plagio de la nota oficial estadounidense-, y tratar de mostrar al mundo la armonía que reina entre los dos países, después de un periodo difícil en las relaciones entre ambos estados.

Las diferencias entre Obama y Karzai están sembradas de víctimas civiles afganas. A Karzai  le es cada vez más difícil aguantar la presión de sus jefes tribales, que no cesan de protestar por la presencia de tropas extranjeras. Obama, trató de contentarle: «La guerra es dura y difícil, y se cometerán errores. Y nuestros soldados asumen riesgos para reducir el número de víctimas civiles».

A lo que Karzai respondió: «la lucha contra la corrupción es una batalla que libramos día a día. Pero tanto aquí, en Estados Unidos, como en cualquier otro punto del planeta, los resultados cotidianos son difíciles de ver».

Obama reconoció los progresos que el gobierno afgano hace en su lucha contra esa lacra, y por eso -sabia decisión- optó por enviar cámaras de video, grabadoras y otros artilugios. Asunto resuelto.

Nmofrtadelo-y-filemono dudamos del éxito que la utilización de estos equipos tendrá en la lucha contra la corrupción. Si a eso le suman una Fiscalía Anticorrupción, una Audiencia Nacional, un Consejo de la Abogacía y un Consejo General del Poder Judicial, además de varios cuerpos de policía, tribales, locales, autonómicos y estatales, el éxito está más que asegurado.

Recuerdo ahora otro método -éste aplicado por la CIA en Afganistán-, con el objetivo de acabar con los talibanes, que consistía en suministrar «Viagra» a caciques afganos a cambio de que colaborasen con la inteligencia estadounidense. Lo de «inteligencia» es, evidentemente, un oxímoron.

El método consiste, ni más ni menos, que  en facilitar píldoras de «Viagra»  a caciques vejetes que precisan un empujoncito para hablar, para delatar a radicales islamistas. De paso estimulan su ya lejana virilidad. O sea, la falta de capacidad para el otro empujoncito.

No me puedo imaginar a los de la inteligencia afgana colocando videos entre riscos y montículos, o grabando conversaciones en las más que modestas instalaciones gubernamentales.

Lo que necesita el pueblo afgano es paz, proteínas, sanidad y educación. No nos tomen el pelo, señores de la ONU.