La Paz (Bolivia)
Rolando Barral Zegarra (6/7/2010)
Los políticos que asistieron a la inauguración nelson-mandelay a los partidos del Mundial de Sudáfrica, debieran saber que África no sólo es fútbol. Este deporte conocido también como «pasión de multitudes» es de interés estratégico, por la repercusión histórica expresada en la afamada receta: para gobernar es necesario darle al pueblo «pan y circo». La otra cara de la medalla de este maravilloso deporte que une naciones, también puede encolerizar a todo un país en caso de derrota. Si además del júbilo los gobernantes aprendieran lo que África le dio al mundo, sería reconfortante. En otros términos, si se aleccionaran del militante de la descolonización como fue y es Franz Fanon (Argelia), del educador político como fue y es Amilcar Cabral (Guinea-Bissau), o el premio Nobel de la Paz como lo es Nelson Mandela actual presidente de Sudáfrica, los nuestros serían admirados, pero la realidad es otra.

El fútbol considerado por los intelectuales como adormecimiento de la conciencia de las masas y por los jugadores como lo más sublime de la vida, tiene sus contradicciones internas y externas. Más allá de una lectura «intelectualoide» de desprecio al deporte en cuestión o el análisis a puro balompié; pensamos nosotros que este deporte es digno -en su multiplicidad de dimensiones- en concordancia con el principio griego: «mente sana en cuerpo sano». Aunque en el idealismo platónico se orientaba al control de los deseos, en nuestras realidades más bien es un escape a las tensiones que nos traen las complejas sociedades modernas y posmodernas, del mismo modo son válvulas de escape a las aflicciones de la vida cotidiana, sin que esto signifique la supresión de la misma. Como lo dice el saber popular: el fútbol se parece al circo romano dónde las fieras se comían a los esclavos, con la diferencia de que ahora las fieras están en las tribunas.

Los que critican al fútbol, con seguridad son los que no lo practicaron y terminan burocratizándolo. Los centros de poder internacional y transnacional lo desvirtúan este noble juego, mercantilizándolo. Basta oír o leer los millonarios «pases» de los jugadores en los negociados por sus representantes y apoderados utilitarios. Ahí no termina el asunto, los criterios empresariales con que se maneja el fútbol argumentando la alta competitividad de costo-beneficio ya se han llevado varias vidas en el propio campo de juego. La fórmula funciona: primero está la eficiencia, la efectividad luego el ser humano. Los jugadores están concientes que la temporada es fugaz y que tarde o temprano serán prescindibles (desechables), es la deshumanización de este deporte.

El fútbol fue aliado de las dictaduras. En el Mundial de Argentina 1978 mientras la efervescencia y la algarabía se adueñaban de las masas por haber logrado el título por primera vez en su historia, los presos políticos no tenían nada que festejar sino mucho que soportar y gemir hasta quedar silenciados por los crímenes de lesa humanidad ejecutados por  los militares. En nuestro medio el fútbol ha popularizado la frase: «Jugamos como nunca y perdimos como siempre». Este pesimismo tiene que cambiar por un optimismo real y ojalá algún día digamos todos: Nos organizamos tan bien y ganamos porque nos preparamos mejor.

África además de fútbol es liberación. La situación colonial del continente africano encarnó el reparto territorial por parte de las potencias colonizadoras e imperialistas europeas en el siglo XIX y parte del siglo XX. El colonialismo con sus diferentes tentáculos terminó aplastando los derechos humanos de los africanos. Los procesos de liberación no se dejaron esperar porque siempre germinan  cuando hay injusticias. Los movimientos revolucionarios tenían una clara definición política: luchar contra la opresión (poder negro). Reseñamos tres casos, bosquejando algunas pautas como motivación para seguir indagando la lucha de los pueblos africanos y sus mentores como patrimonio revolucionario mundial.

mundial-de-futbol-en-sudafricaEl militante de la descolonización, Franz Fanon (1925-1961). Frente al colonialismo y la enajenación, Fanon reflexiona sobre la descolonización participando íntegramente en la «Revolución Africana». La descolonización como proceso histórico y político de las masas está orientada a romper las ataduras de los autoritarismos que supone, entre otros aspectos, modificar las relaciones sociales: los «últimos serán los primeros», refiriéndose a los postergados y humillados en la estructura nacional. La cultura para Fanon no es folklore, si fuera así, sería confundir lo popular con el populismo. Otro de sus aportes del revolucionario argelino, es la denuncia de la práctica colonial médica: con el patrocinio de la O.M.S. se pensaba efectuar la lobotomía fisiológica del negro de África con argumentos supuestamente científicos, como una muestra más de la irracionalidad de la dominación blanca. Otro de los aportes es el análisis del colonialismo y los trastornos mentales que se traducen en el «complejo de inferioridad» del colonizado, esta introspección hace que los oprimidos se valoren con parámetros externos. La descolonización es una transformación profunda y fundamentalmente prospera con la formación del hombre nuevo. Aquí algunas obras de Fanon: «Los condenados de la tierra» (1963); «Por la Revolución Africana» (1965); «Sociología de una Revolución» (1968). Entre otras contribuciones se le debe la categoría del «Tercer Mundo» que luego se concretaría en la  organización de los «Países No Alineados» como una forma de independencia frente a los bloques hegemónicos mundiales.

El gran legado de Fanon se puede sintetizar así: «Decidamos no imitar a Europa… inventemos al hombre total que Europa ha sido incapaz de hacer triunfar… No, queremos alcanzar a nadie». La influencia de Franz Fanon hacia los rebeldes del mundo y Sudamérica fue notable, aludimos al padre de la pedagogía liberadora Paulo Freire en su texto pedagogía del oprimido.

El educador político, Amilcar Cabral (1924-1973). Apreciado como Educador-Educando de su pueblo por Paulo Freire, quien le dedica su libro: «Cartas a Guinea-Bissau». Fue integrante del Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde, organizó el movimiento de liberación angoleño. En la década de 1960 lideró la guerra de liberación contra Portugal y fue asesinado en 1973. Amilcar Cabral, luchó por la liberación y la independencia de su pueblo, forjó la superación del analfabetismo y el combate contra el subdesarrollo; sentía la responsabilidad de pagar la deuda histórica a su pueblo en la lucha por su emancipación. En Cabral se destaca su pensamiento político-pedagógico por la dignidad e identidad cultural, por la formación de cuadros políticos extraídos de los propios campesinos y obreros quienes debían participar en la gestión de su propia vida. La alfabetización la razonaba como un proceso de liberación, como un hecho y un factor de cultura. Amilcar Cabral tenía una concepción contextualizada y organizó la lucha desde la realidad concreta de su país.

El premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela (1918- ). Líder sudafricano, estuvo más de 25 años como preso político por conducir a los oprimidos a resistir al régimen tirano de la minoría blanca. Mandela luchó incansablemente  contra el «Apartheid» política gubernamental de la República de Sudáfrica que fue en los hechos la segregación racial. Nelson Mandela por el voto democrático se convirtió en presidente de Sudáfrica en abril de 1994 y actualmente  es considerado como una de las personalidades del siglo XX a nivel mundial. Escribió su autobiografía en un texto titulado: «El difícil camino hacia la libertad» (1994). Cuando la mayoría damilcar-cabrale la población negra esperaba  y reclamaba  venganza contra la minoría blanca que alcanzaba aproximadamente un 13 % del total de la población, la lección histórica de Nelson Mandela emanó sin esperar: Los que piden venganza -decía- deben  pasar por el encierro que he sufrido.  Jamás fue partidario de practicar el «racismo al revés». Esta noble acción: sabia e histórica muy poco conocida y menos practicada por otros políticos, le significó el premio Nobel de la Paz. Mandela orientaba en su discurso inicial a sus seguidores: «Jamás esta tierra será oprimida uno por otro…». Su gran mérito fue llevar a la práctica política el perdón logrando una coherencia entre el discurso y la acción: «El perdón libera al alma».

Si los políticos aprendieran  de Mandela, de Cabral y Fanon, si en vez del doble discurso se esforzarían por lograr la coherencia entre la palabra y la acción, la acción y la palabra, harían que la política sea más creíble y confiable. Si en vez de imitar crearan y fundaran algo propio, harían mucho por el país y el mundo. Si además de gobernar educaran a su pueblo y se educaran a sí mismos, no sólo tendríamos políticos sino también educadores sociales. Si tan sólo aprendiéramos que el fútbol es un juego deportivo, un reencuentro de seres humanos, un festival de valores, más allá de las manipulaciones de las multitudes y los intereses comerciales, revolucionaríamos este deporte. Si en lugar de desarrollar sólo el intelecto o los músculos por separado nos desafiaríamos por el desarrollo integral del hombre pleno, habríamos ayudado a construir un país, un mundo y un fútbol nuevo.

N. de la R.
Rolando Barral Zegarra es docente e investigado r de la UMSA. Las fotografías s son propiedad de Patria Grande.