Sin Acritud…
Cordura (9/11/2010)b-enedicto-xvi
«En España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente en España»
(Benito 16, jefe del Vaticano y de la ICR).

Palabras falsas, injustas, voraces, pronunciadas por el viejo y metódico encubridor de la pederastia, adorado estos días por los grandes medios de comunicación  sistémicos y por miles de españoles (al parecer, no tantos como algunos han pretendido que creyéramos: ver 1 y 2). Palabras que apenas han desatado la respuesta masiva e indignada que merecen.

El timorato y mediocre gobierno español ha tardado casi tres días en reaccionar, y lo ha hecho, primero, templando gaitas a través del ministro Jáuregui; y luego, por medio del vicepresidente Rubalcaba, limitándose a hablar de «falta de diplomacia».

El visitante en cuestión venía con gran parte de los gastos pagados por el erario público. Sus huestes suelen presentarle como adalid de la paz y la concordia. La realidad, reflejada en las citadas palabras, es otra. Pero su obscena comparación de la (pseudo) laicidad española actual con la época del anticlericalismo republicano (cuando se llegó a quemar iglesias y conventos de la ICR, así como a matar curas en cuanto tales), no es el primer episodio en que le vemos «la patita al Diablo».

Recuérdese Ratisbona, donde hace cuatro años el mismo orador recurrió a una durísima cita antimusulmana del «docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo». Y las numerosas veces en que, siempre oportunamente, ha dado su plácet a la estrategia del Imperio contra Irán. De manera solapada, claro, como corresponde a la jesuítica cobardía moral. Sin olvidar cómo su radio en España se decanta siempre por un partido político específico (¿otro rasgo de concordia?). Y cómo esa misma radio ha tenido en nómina durante años a auténticas estrellas del odio.

Ahora llegan los matices (nunca la petición de perdón, mucho menos la retractación), no menos insultantes para la inteligencia. Dicen que su autor no buscaba polémica. Los mismos que nos lo pintan como el príncipe de la intelectualidad quieren hacernos creer que es medio bobo.

Un viejo refrán cargado de la típica malicia hispánica reza: «Encima de p…, pones la cama.» Eso es lo que ha venido a decirle, una vez más, el pomposo y sinuoso inquilino del Vaticano al gobierno de Zapatero, al estado español. Se le paga buena parte de la visita, se le recibe con los mayores honores (por momentos, cuasidivinos), se ponen a su servicio todos los medios propagandísticos (la radio ¿pública? RNE-Radio 5 parecía la COPE-2), y él lo agradece insultándonos a todos de la manera más retorcida y absurda imaginable: acusando a la sociedad española de «matacuras», a la misma sociedad que en el «peor» de los casos ha soportado pacientemente su visita y en el «mejor» -el más mediático- le ha extendido una alfombra roja a cada paso que daba. ¿Dónde están los patriotas verdaderos?

Cínicamente, al marchar, el cizañero ha afirmado que desea que los españoles vivan «como una sola familia» (contigo de «santo padrecito», claro). ¿Y para eso llegas sembrando discordia? Pero conocida es la maestría con que maneja esta gente el PsíC.

El miedo y la realidad
El mismo miedo que lleva al cobarde Zapatero a rendirse al Imperio y seguir en Afganistán, el mismo miedo que le «fuerza» a aplicar las medidas antisociales del Sistema, le hace tragarse indignamente tanto veneno papal (se les mantienen las prebendas, se renuncia a tramitar en breve la nueva ley de libertad religiosa, se soportan «estoicamente» sus insultos). Sólo que, en el último caso, se trata de un miedo genuinamente reverencial. No vaya a ser que ofendamos a los seguidores del diosecillo autonombrado (con los de Rajoy, Zapatero, Castro, incluso Obama… no hay tanto cuidado, ¿por qué será?). No se puede ir a contracorriente de la (supuesta) mayoría.

Lo ocurrido ha sido grave, pero, ¿a cuántos les importa realmente? Hoy lo realmente escandaloso apenas escandaliza. La «realidad» relevante es la que crean los medios masivos. Ellos han decidido que por ejemplo Chávez es un demoniete (un ángel, de acuerdo, no es…). Haga lo que haga. Y que B16 es, básicamente y por lo menos, un hombre de bien (ejem…). Diga lo que diga.

Los medios mienten, claro. La sociedad española, adocenada y todo, no es tan papista como les gustaría a los cerebros papistas. Pero eso importa poco: para eso están los medios, para fabricar otra realidad. Inflando cifras, magnificando adhesiones. La masa crítica, que alguna hay, será cada vez más masa y menos crítica. Más papista de facto.

Más sumisa al Imperio y al Sistema. Bombardeos mediáticos como el de estos días y otros más permanentes (el júrgol, p. ej.) ayudarán a hacer realidad ese diabólico designio. Y el miedo hará el resto.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de
Cordura.