Sáhara
Javier Perote (19/11/2010)perote
Empecé a escribir en caliente mientras un alarmante goteo de noticias iba informando de los sucesos del Sáhara. La cadencia del goteo disminuía pero la gravedad de las noticias aumentaba. Por lo demás, lo de siempre: la brutalidad de un régimen que lleva en sus genes la violencia y  la arbitrariedad.

Ya en 1956 al poco tiempo de lograda su independencia, Marruecos inicia una serie de reivindicaciones territoriales provocando graves conflictos. Entre otros la guerra contra Argelia.

Se podría decir que Marruecos empieza una política de hechos consumados que le va a dar buen resultado pues en todo momento está apoyado por alguno de los más importantes países del mundo. Baste recordar la Marcha Verde y la invasión del Sáhara.

El último acto de barbarie nos ha sorprendido  a todos pues, apenas un día antes, el ministro Fassi Firi nos informaba de que la protesta de El Aaiún había que considerarla como una manifestación más dentro del clima de democracia y libertades que se viven en Marruecos. Nadie podía pensar que contra una pacífica manifestación de libertad y democracia, Marruecos fuera a lanzar su ejército  en un ataque bestial, recuperando sus inquietantes métodos policiales, detenidos y desaparecidos incluidos,  como en los peores años de plomo.

Gracias a unos audaces cooperantes que nos han tenido informados  hemos podido ver el desolador estado en que ha quedado el teatro donde se ha representado la última tragedia vivida por los saharauis.

¿Cuántos muertos y cuantos padecimientos tienen que soportar todavía los saharauis para que la ONU obligue a Marruecos a cumplir sus propias resoluciones? Estos interrogantes tienen una respuesta sencilla: nunca. Nunca mientras esté Francia en el Consejo de Seguridad. Ayer mismo el Consejo no conseguía una condena, por la oposición de Francia, limitándose a deplorar  los hechos  ocurridos y a lamentar las víctimas.

Si esto no se arregla ¡guerra, guerra, guerra! Era el grito que más se oía en la manifestación del día 13 de este mes.

Estos sucesos han sido  motivo principal de la mayoría de los programas de radio y TV de estos días, y no han faltado los que, aun pretendiendo ser objetivos, han deslizado uno de los argumentos favoritos con los que se pretende entorpecer el proceso de independencia del pueblo saharaui: el terrorismo.

La amenaza del terrorismo es un argumento recurrente en esta cuestión. Con frecuencia lo han utilizado los populares, como antes hicieron   los  socialistas desde 1982.

Otro argumento frecuente  es negar la viabilidad de un  estado independiente en un territorio tan grande con una población tan pequeña. Pero no quieren ver que esa ha sido la realidad durante siglos. Donde nadie era capaz de vivir, vivían los saharauis. Pero no es el tamaño del territorio o la población. Lo que ocurre es  que se han descubierto importantes  riquezas en el territorio y se han despertado las ambiciones.

Se dice también  que un estado saharaui independiente no nos  garantizaría contra el terrorismo con la misma eficacia que Marruecos. Los saharauis, dicen, estarían  expuestos a una contaminación ideológica fundamentalista,  mayor que si estuvieran  integrados en Marruecos que es el país donde se profesa una modalidad de Islam de las más moderadas del mundo. Pero olvidan que desde hace años los saharauis no tienen inconveniente en que sus hijos convivan con familias cristianas en España o estudien en Cuba (muchos de sus dirigentes han completado allí sus estudios) sin ningún problema,   mientras que en Marruecos está en marcha una campaña, de tintes fundamentalistas, esta sí, para expulsar a cristianos o a otros infieles.

La nueva Ministra española de Exteriores, Trinidad Jiménez,  no ha tenido una actuación brillante estos días; la gente se pregunta si está preparada esta mujer par desempeñar con acierto este cargo;   otro vendrá que bueno me hará. Moratinos, se sabe, tiene estudios, ha hecho una carrera y ha llegado a ministro; se puede decir que es un profesional de la política internacional; no un gran profesional. Pero la ministra, que también ha hecho su carrera y ha  trepando todo lo que ha podido hasta llegar aquí, también  es una profesional pero no de la política internacional.  Del asunto del Sáhara sabe poco. Algo más que Marcelino Iglesias, pero poco.

Señora ministra: España sigue siendo la autoridad administrativa del territorio. Así figura en el últsarkozy-y-mohamed-viimo informe del secretario General de la ONU de fecha 12/03/2010.

Otras cosas ha dicho la Ministra para confundir  a la opinión pública en un afán  de mejorar la imagen tan deteriorada del Gobierno y del PSOE. Ha dicho que reconoce los derechos de ambas partes. ¿Los de ambas partes, Ministra?  ¿Qué derechos tiene Marruecos sobre el Sáhara?

En una de esas tertulias antes aludidas, uno de los opinantes manifestaba que Felipe González siempre apoyó a los saharauis, que fue con Zapatero con quien cambiaron las cosas.

Pero no es verdad, se ve que a Zapatero ya lo dan por amortizado y es mejor volcar los esfuerzos en salvar la imagen de la reina madre que es la imagen del partido, y es al que hay que salvar la cara en las próximas elecciones. Felipe González fue el que traicionó a los saharauis con los que había firmado  declaraciones conjuntas, ya desde 1976, denunciando los  acuerdos de Madrid -lo que ahora invoca la Ministra-,  comprometiéndose hasta la victoria final  y proclamando el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Desde entonces el PSOE se ha limitado a apoyar verbalmente lo que diga la ONU pero apoyando 1disimuladamente,  todo lo que ha podido, a Marruecos.