Sáhara Occidental
Ana Camacho (11/11/2010)
No hay nada como el método deductivo: como sospechábamos lo de Trinidad Jiménez a Bolivia y Ecuador iba de toccata y fuga. El aviso de Taieb Fassi Fihri fue un gesto con el que ganar puntos con la flamante ministra que le debe ahora haberse evitado un papelón de lo más incómodo en Rabat. Pero esta cortesía no tiene por qué ser incompatible con un hecho que asoma con contundencia: algo busca desesperadamente Mohamed VI en España, desde este verano, algo que seguro que tiene que ver con el Sáhara y que Zapatero no le da. Un indicio de este pulso son los llamados «problemas» o crisis de Melilla que, como ocurrió con la crisis de Perejil, tienen relación directa con una situación de nerviosismo extremo en Rabat. Una de las consecuencias de la brutal represión a sangre y fuego en el campamento de Gdeim Izik y El Aaiún es que se va a disparar el nerviosismo del ya muy desquiciado sátrapa alauita y sus prisas por lograr lo que Zapatero le niega. Así que abrochémonos los cinturones que vienen curvas.
La prioridad ahora mismo son los centenares de desaparecidos en la batalla campal de El Aaiún que hay que rescatar antes de que las cárceles negras los condene, en el mejor de los casos, a una existencia de muertos en vida. Dicen que son al menos 150, pero podrían ser muchos más. Las redadas en los domicilios de saharauis no se han limitado a los supuestos cabecillas de la revuelta como dicen hoy en las televisiones. Han sido indiscriminadas y, en algunos barrios la ronda de los camiones policiales que han cargado con detenidos a destino desconocido se ha repetido hasta tres veces a lo largo del día. Una amiga anoche me contaba desde El Aaiún que no podía soportar los lacerantes llantos de los niños que abarrotaban la casa del vecino: eran tantos los que andaban perdidos por las calles quizás porque en sus casas no habían quedado mayores o porque sus padres no habían podido volver, que los que no habían sido detenidos se dedicaban a recogerlos en sus casa. La clave de la vuelta a la calma que en El Aaiún que hoy destaca la prensa marroquí parece que está más en el siniestro y preocupante silencio radio de los que hasta ayer informaban a través de sus móviles, que de una rendición.
HACER ALGO POR LOS DESAPARECIDOS
Los heridos, los detenidos, por supuesto deben ser nuestra prioridad. Pero no perdamos de vista otro elemento sustancial de la lucha porque, de lo contrario, su sacrificio habrá sido inútil. Mohamed VI ha vuelto a cometer un grave error y va a intentar rehacerse. La vía más corta es la que pasa por contar con la potencia que tiene la última palabra cuando se trata del Sáhara Occidental y no sólo por solidaridad, historia y cultura sino por imperativo legal, tal como lo recoge el art. 73 de la Carta de Naciones Unidas y el dictamen de 2002 del asesor jurídico de la ONU, Hans Corell.
El hecho de que Zapatero no haya hasta ahora cedido no debe hacer cantar victoria a ninguno de los españoles indignados con el drama de El Aaiún. Las lamentables declaraciones con llamamiento a la prudencia del vicepresidente Rubalcaba prueban una vez más de lo que es capaz Zapatero, con tal de librarse de los problemas sin afrontarlos. Así que hay que deducir que, quizás, no ha podido satisfacer a Mohamed simplemente porque lo que le pide es tan gordo, que está fuera de su alcance. Algo tan grave, como por ejemplo, un golpe de mano para que la comunidad internacional reconozca su soberanía en el Sáhara Occidental saltándose a la torera el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Eso, para que nos entendamos, sería el remate de los Acuerdos de Madrid que firmó el último gobierno del general Franco el 14 de noviembre de 1975. Hasta Zapatero comprende que una cosa es saltarse el derecho internacional a la torera, como sigue haciendo no condenando la brutalidad marroquí y no haciendo nada para que los desaparecidos y los detenidos vuelvan a sus casas, y otra muy distinta es cruzar una línea roja que la creciente disidencia de su propio partido y un importante sector de sus votantes, no le perdonarían. Lo uno tiene remedio y deja abierta la esperanza a un arrepentimiento, lo segundo no.
ENGAÑO CON TAPADERA IDEOLÓGICA
Hay sin embargo otro sector político, sin embargo, que tampoco se va a librar de las curvas y son los que se han fiado de los Gustavo de Arístegui y sus teorías, sospechosamente coincidentes con las del inefable Moratinos (bye, bye). Se trata de los que alientan la indiferencia entre su feligresía enarbolando la bandera ideológica y los intereses de España, formula mágica para zanjar cualquier discusión con transfondo de derechas. Prepárense porque cuando los reyes de Marruecos sienten que sus aspiraciones a hacerse con el Sáhara peligran, inmediatamente le retuercen el brazo a España y entonces, ya no son sólo los indefensos saharauis los que pagan las consecuencias de una política de dejación e inanidad: que si amenaza de dejar a los pesqueros sin faena, que si amago de desestabilización en Ceuta, Melilla, Perejil y lo que tercie, que si ultimátum con de por medio la repetición de la no cooperación que condujo al atentado del 11-M…
Claro que los Arístegui, al igual que los Moratinos, tienen la cuadratura del círculo: se contenta a Mohamed VI con el Sáhara y tendremos el comienzo de una nueva era de amistad verdadera. Para cuando sus electores les pidan explicaciones por haberles tomado el pelo, ellos estarán cómodamente prejubilados en alguna playa tropical.
N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, que también se puede leer en su página de inernet enarenasmovedizas.blogspot.com.
La fotografía es de Ricardo Aznar.