Sin Acritud…
Ana Camacho (16/1/2011)
2011 arrancó muy agitado en África. Hay muchas noticias, muchas incógnitas y, sobre todo, asoman nuevas variables que podrían trastocar dinámicas geopolíticas enquistadas desde los tiempos de la guerra fría:
– En TÚNEZ el malestar popular ha acabado con una dictadura que llevaba 23 años asentada y que parecía tan sólida que la señora del huido autócrata Ben Alí lo tenía todo previsto para heredar el mando de su marido, bastante mayor que ella y con serios problemas de salud.
Se trataba de uno de esos ejemplos de despotismo con apariencia muy decente gracias a la connivencia con la que Francia, la ex metrópolis de Túnez, en comandita con Italia, han liderado en la Unión Europea un movimiento de comprensión hacia la violación de los derechos humanos con el pretexto de que, comparado con otros regímenes árabes, el de Ben Alí no era tan malo. Los argumentos en que se apoyaba esta tolerancia (estabilidad, apoyo en la lucha contra el terrorismo y supuesta marcha democratizadora) eran muy parecidos a los que han logrado situar a Marruecos como socio preferente de la Unión Europea, a pesar de la falta de libertades que padecen los marroquíes, y a pesar de las atrocidades que sufren los saharauis desde la invasión de 1975.
Hay quien dice ahora que las filtraciones de Wikileaks haciendo pública la corrupción y modos mafiosos de la dictadura, dio la puntilla a una situación muy minada por la injusticia y la represión y que ésta podría ser la primera Wiki-revolución. Por eso a la vez que se sigue con mucha atención el aterrizaje de la revolución tunecina, hay cierta alerta por las posibles repercusiones o efecto contagio en el resto del Magreb, especialmente a Marruecos, donde la monarquía alauita también salió muy mal parada en las wikifiltraciones de la diplomacia americana.
En NÍGER, un nuevo golpe del Al Qaeda volvió a dejar mal parada la estrategia de intervención militar de Sarkozy en la región saheliana para acabar con el fundamentalismo islámico. No hubo forma de rescatar con vida a los dos franceses secuestrados en un restaurante de la capital nigerina. El trágico evento ha puesto la política sobre África en primera línea en el encuentro que Sarkozy tuvo con Obama. Por eso, además de hablar del G-20 y el G-8 y el cómo recuperar la salud del sistema financiero internacional, el presidente francés destacó en Washington la necesidad de que Francia y EE. UU. trabajen conjuntamente para acabar con esta lacra.
Definitivamente, Sarkozy le ha dado la espalda a esas voces que atribuían el Al Qaeda saheliano a una estrategia orquestada desde oscuras cloacas argelinas para dar al presidente argelino Abdelaziz Buteflika el pretexto de poder jugar, como está haciendo, el papel de líder regional de la lucha contra el terrorismo.
– En COSTA DE MARFIL, aparentemente, tenemos un escenario de crisis clásica con un presidente, Laurent Gbagbo, que ha perdido las elecciones y se niega a aceptar el triunfo de su rival, Alassane Uattara. El problema es más complejo pero se ha convertido en un precedente clave para otros países africanos, como Nigeria, República Democrática de Congo y Chad, donde este nuevo año deberían celebrarse elecciones. En los países con dictadura como Guinea Ecuatorial que no tienen consultas a la vista, los grupos opositores aplauden la unanimidad de la comunidad internacional para que Gbagbo acate las reglas del juego democrático. Pero sobre todo, la crisis marfileña se ha convertido en la oportunidad de Sarkozy de demostrarle al presidente de EE. UU. su valía de principal aliado en el continente (esa que Hillary Clinton destaca en uno de los cables filtrados por Wikileaks) y hasta dónde puede llegar esa cooperación franco-americana que parece haber convertido en un mal recuerdo la pelea sin cuartel entre los presidentes Chirac y Bush.
Obama dijo en Accra en 2009 que las cleptocracias africanas son el cáncer del desarrollo africano y Sarkozy ha prometido un cambio de tercio en la política de Francia en el continente que precisamente ha apoyado estas tiranías para asegurar la permanencia de su grandeur imperial. A ver si cumple y su condena a Gbagbo no se queda en una maniobra, como dice el todavía presidente, para eliminar a un político con el que no se lleva bien. Por el momento parece que Obama le ha dado un voto de confianza a Sarkozy le ha dejado la batuta que le corresponde a Francia como antigua metrópolis colonial, para poner orden en un país que fue el escaparate de la francofonía en el África Occidental.
– Pero, sin duda, mucho más importante es la evolución en SUDÁN, con la celebración del referéndum que da opción al sur del país de convertirse en la nación número 54 del continente. La tranquilidad en la que ha discurrido la consulta demuestra que África se ha convertido en un punto prioritario en la agenda internacional de las grandes potencias. Difícilmente se podría haber logrado el silencio de las armas en ese escenario altamente inflamable, sin la cooperación franco-americana en el continente (supuestamente para hacer causa común contra la penetración china); sin las presiones de EE. UU., vital apoyo de la causa del referéndum secesionista, para que los sudaneses del sur cediesen dando contrapartidas compensatorias a los derrotados sudaneses del Norte o sin los chinos, los valedores del régimen islamista y genocida de Jartum, apretando las tuercas para que esta vez sus protegidos no se pongan en evidencia saboteando la consulta. Aunque el resultado estaba cantado a favor de la independencia, todavía queda mucho que negociar sobre petróleo, sobre el agua del Nilo que da la vida a los africanos desde Etiopía hasta Alejandría, sobre delimitación de fronteras…
Hay expertos que barajan todavía la posibilidad de que el sur de Sudán, una vez reconocida su independencia, pueda avenirse a evitar la ruptura total aceptando formar una confederación con el Norte. Quién sabe, todavía hay un largo trecho y la paz es muy vulnerable. Pero lo que ocurra en Sudán podría ser un precedente para otros países donde aletea el secesionismo como, por ejemplo, la atribulada Costa de Marfil. Hay quien dice que, hasta podría servir de ensayo para la solución del Sáhara Occidental. Nada tiene que ver el caso de los sudaneses del sur (un ejemplo de secesión) con el de los saharauis que nunca fueron marroquíes. Pero, si Obama, Francia y China, entre otros, consienten la independencia del sur de Sudán, que no tenía reconocido el derecho a la autodeterminación como sí lo tienen los saharauis, a ver adónde queda esa tesis con la que Mohamed VI y la propia Francia defienden que el Sáhara deber ser marroquí porque lo que ahora se lleva en geopolítica son las grandes unidades…
N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, que también se puede leer en su página de internet, enarenasmovedizas. Las fotografías son de Ricardo Aznar.