Guinea Ecuatorial
Abaha (21/2/2011)
Es práctica habitual es que los medios de comunicación españoles, y también los europeos, dediquen poco espacio a los asuntos de Guinea Ecuatorial. Nos referimos a los que tratan sobre los ciudadanos de nuestra amada Guinea Ecuatorial. Comentan, eso sí, noticias sobre proyectos de la Cooperación española, de ONGs y de asuntos relacionados con visitas de empresarios españoles que «están dispuestos a invertir» en la ex colonia española, pero poco más. Escasísimas veces se han hecho eco de los opositores torturados, encarcelados ilegalmente y, en otras ocasiones, muertos en las cárceles de Guinea Ecuatorial, alguna de ellas construida con dinero europeo, sin que los ciudadanos de la UE lo sepan.
Esos medios de comunicación no han querido saber nada de mil y una denuncias sobre extrañas muertes de opositores guineanos ocurridas en España, Guinea Ecuatorial y, por ejemplo, Marruecos; ni intentos frustrados en otros muchos casos. No han querido saber nada, tampoco, de secuestros de opositores guineanos en países africanos, en muchos de los casos con el consentimiento de sus autoridades o, al menos, con la venda en los ojos de varios millones de euros o dólares.
De repente -el viaje a Malabo de José Bono, presidente del Congreso de los Diputados, con una delegación de diputados- algo parece haber cambiado. Ahora algún grupo mediático aparenta interesarse por Guinea Ecuatorial. Pero nada de derechos humanos, expolios, torturas, ni nada similar. Simplemente, dejar en «paños menores» a Bono, lo cual nos parece bien, pero sin dejar de lado lo importante: el pueblo guineano.
Ahora -según Intereconomía– Obiang Nguema ha prometido a España negocios a «cambio de apoyo». Lo mismo que antes. Lo mismo que aconteció con Felipe González, Adolfo Suárez, Calvo Sotelo y José María Aznar. Ayer La Gaceta
«desvelaba», que el «objetivo del viaje de José Bono, más allá de cuestiones comerciales, de refuerzo de relaciones y de reuniones con los empresarios españoles -como se indicó en el comunicado oficial-, contenía razones políticas de calado».
Según la misma fuente, Obiang solicitó a Bono «dos cosas. Por un lado, que España apoye al Gobierno de Guinea Ecuatorial ante la comunidad internacional para «asegurar y garantizar un cambio al frente del Estado», a través de ´Teodorín´, hijo del dictador, y la otra, «neutralizar, precisamente, a la oposición en España».
Más o menos lo de siempre; más o menos lo que siempre piden los dictadores: que los dejen seguir gobernando -o sea robando-, que neutralicen a la oposición y que los gobiernos españoles -la UE y USA- se pongan tapones en los oídos, vendas en los ojos y una mordaza en la boca.
¿Dónde va a vivir Obiang si cede el puesto a su hijo? ¿En París? ¿En Móstoles, Aravaca o Torrelodones? Que va. Él sabe que s deja el poder es hombre muerto. Tarde o temprano acabarán con él. Los ejemplos de dictadores africanos que han pasado por esa odisea son muchos y él los conoce.
La prensa española se ocupa de Guinea Ecuatorial, ¡Que bien! Todos estamos alborozados. Pero, si no se airean más datos, ese leve esfuerzo no sirve ni para dañar a José Bono, que está más herido que un jabalí en plena montería, rodeado de escopetas y podencos.
Los opositores guineanos deben alborozarse, alegrarse y agradecer al Altísimo, todos los días, que estamos nosotros y otras páginas de Internet.
Tenemos que recoger aquí el malestar que ha provocado el olvido por parte de La Gaceta de otros grupos opositores a Obiang Nguema, mucho más importantes que CI (Candidatura Independiente) como son Unión Popular (UP) y Fuerza Demócrata Republicana (FDR). De todas maneras, eso se verá cuando se celebren elecciones en libertad, sin la presencia de «observadores internacionales» pagados por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación de España.
España pierde fuerza en todos los organismos internacionales, especialmente en la UE y OTAN, razón por la cual su opinión ya no es tan necesaria para «solucionar» el asunto guineano. Desde una de las orillas del río Potomac se ha podido sugerir que «leña al mono», que ya está bien de soportar al de «ese pequeño país». Si los guineanos no lo intentan con tesón y si no lo hace España, lo tendremos que hacer nosotros.
Por cierto, Daniel Oyono partió ayer camino de América.