zapatero-mendez-y-toxoMi Columna
Eugenio Pordomingo (25/3/2011)
El Consejo de Ministros celebrado hoy ha acordado, entre otros asuntos, aprobar el Proyecto de ley de Reforma del Sistema de Pensiones, que se recoge bajo el epígrafe de ´Adecuación, Adaptación y Modernización del Sistema de Seguridad Social´. De acuerdo con el preámbulo de esa información, el proyecto «recoge las recomendaciones del Pacto de Toledo y el acuerdo alcanzado entre el Gobierno y los agentes sociales el pasado 2 de febrero».

Según el Consejo de Ministro -la verdad es otra-, el proyecto contribuye a «reforzar la sostenibilidad económica del sistema, supone pasar de un sistema de jubilación imperativa a otro de jubilación flexible, aumenta la relación entre lo que se cotiza y lo que se percibe (contributividad) y la solidaridad, mediante una adecuada coordinación entre los ámbitos contributivo y no contributivo».

La reforma de la Seguridad Social entrará en vigor el 1 de enero de 2013 y se aplicará de forma paulatina en un período transitorio de 15 años, que culminará en 2027, según la citada referencia ministerial.

Pero, al Gobierno de España y a los ´agentes sociales´,  que más bien parecen ´asociales´, les parece escaso el cómputo a los 67 años de edad y han ideado que la fórmula ideal es que a partir el 1 de enero de 2013, «cada cinco años se revisarán los parámetros del sistema por las diferencias de la evolución de la esperanza de vida a los 67 años de la población en el año en que se efectúe la revisión y la esperanza de vida a los 67 años en 2027». Los cálculos se harán de acuerdo a las «previsiones de los organismos oficiales».

De la jubilación imperativa a la flexible
Como cada año vamos mejorando, igual que los caldos de calidad,  el Gobierno de España ha considerado que la edad de jubilación se incremente progresivamente hasta los 67 años, «en un período transitorio de 15 años, que comienza en 2013 y culmina en 2027». Claro, que los agentes ´asociales´ y los poderes públicos, en ese afán de velar por nosotros, mantienen la posibilidad de que nos podamos jubilar a los 65 años «con el 100 por 100 de la pensión«. Pero -siempre hay un pero-,  cuando se haya cotizado durante un período de hasta 38 años y 6 meses, que se «ampliará gradualmente».

Por supuesto, también se podrán jubilar a los 65 años aquellos que estén dispuestos a que se les aplique un coeficiente reductor a la cuantía de su pensión, lo que con seguridad les condenará a tener que ir al cierre de los supermercados a recoger los envases caducados que tiren.

Otros pormenores de ese proyecto gubernamental prefiero no contárselos por ahora, no sea que no tengan a mano la cafinitrina para ponérsela debajo de la lengua.

Sobre las ´escalas de cotización´, otro tanto. Mejor ni lo lean. Primero, porque está escrito  en roman paladino -para que no nos enteremos- y, segundo, porque así evitarán enojarse más de lo que están.

En resumen, para que ustedes puedan percibir el 100 por 100 de su pensión serán precisos haber cotizado 37 años, incrementándose desde los 35 actubuscando-en-la-basuraales gradualmente durante quince años, según recoge el nefasto proyecto.

La vida laboral se puede prolongar -recoge el Proyecto de ley de Reforma del Sistema de Pensiones-, después de la edad legal de jubilación. Claro, que el equivalente que se percibe es mínimo; pero, evidentemente, hay otras soluciones. Las hemos visto en algunas películas estadounidenses: viejecitos trabajando en las trastiendas de hamburgueserías por unos míseros centavos o su contrapartida en un bocata o perrito caliente. Menos da una piedra. O ustedes se creían que eso de jubilarse y vivir a lo grande es como recoge la frase de César para describir su éxito en la batalla de Zela, Veni, Vidi, Vici (llegué, ví y vencí).

El Proyecto de ley de Reforma del Sistema de Pensiones se refiere tan solo a los que hayan currado toda una eternidad; de los jóvenes que están en paro (más del 40 por ciento), de los autónomos y parados de larga duración, mejor ni meneallo. Ellos si que lo tienen crudo. Ellos no tienen ni presente ni futuro.

Queda una solución. Crear un partido político; ganar las elecciones generales por mayoría absoluta y derogar ese proyecto. Las posibilidades, no puedo negarlo, son más bien escasas. Hay más probabilidades estadísticas de que nos toque el ´gordo´ de la Lotería Nacional (ahora privatizada por Zapatero) que eso se cumpla. Otra opción es la  islandesa, conocida como la «revolución silenciosa», que ha llevado a banqueros y políticos a las mazmorras.

Pero, para decidirse por esta segunda opción hay que llevar otro tipo de vida. Para empezar, hay cuestionar casi todo y dejar de ver la televisión que como dijo Groucho Marx, la «Encuentro muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro».