Mi Columna
Eugenio Pordomingo (22/5/2011)
Muerto Bin Laden, el presidente de Estados Unidos, Barack Hussein Obama, se ha lanzado a una frenética actividad en los asuntos de Oriente, que ha comenzado con un discurso sobre el conflicto palestino-israelí -el gran conflicto- que no ha gustado demasiado al mundo hebreo, pero tampoco a Hamas y Al Fatah, ahora más hermanados que antes, gracias a los buenos oficios de los nuevos mandamases de Egipto.
El rey de Jordania, Abdallah II Ibn Al-Hussein, aliado privilegiado de Estados Unidos y uno de los menos sátrapas de la zona, es apreciado en la Casa Blanca por su talante moderno y dialogante, razón por la cual la Administración Obama quiere ´utilizarlo´ como modelo y experimento democrático en el mundo árabe.
Durante el encuentro (esta semana) entre el rey jordano y el presidente estadounidense, éste no tuvo recato alguno en hacerle participe de sus intenciones políticas: «Confiamos en que durante este extraordinario momento de transición en la región, Jordania esté a la cabeza y sea capaz de impulsar un proceso que cree mayores oportunidades y, bajo el liderazgo de su majestad, se consolide como un modelo de prosperidad moderno y exitoso».
El presidente de Estados Unidos hizo hincapié en que la democracia en el mundo árabe «debe venir de la mano de cambios económicos para que se puedan cumplir las aspiraciones de la gente joven» -se olvidó de los de media edad y de la tercera-: «Lo que quieren es tener un trabajo digno y mantener a sus familias».
Obama se mostró encantado con las reformas -no sabemos cuáles- que ha llevado a cabo, o pretende, la monarquía jordana. Pero, por si esas mejoras son pocas, el presidente estadounidense le prometió un regalo de 50.000 toneladas de trigo con las que espera -dijo Obama– «ayudar a estabilizar el coste de la vida». Eso, huele a mitigar el hambre.
Pero, mira por donde en Jordania la gente parece que empieza a desconfiar de promesas, y muestra su malestar en la calle. Mientras Obama se reunía con Abdallah II Ibn Al-Hussein, varios miles de jordanos se manifestaban el pasado viernes en el país (varias ciudades) protestando contra la corrupción, a la vez que exigían reformas políticas serias. Los motores de esa osadía de salir a la calle a manifestar su malestar y hartazgo, han sido el movimiento islamista y los sindicatos.
Los manifestantes pedían «reforma del régimen» y «combatir la corrupción», que es algo así como una petición de «mínimos». Menos mal que a esos dos eslóganes les acompañaba este otro: «el pueblo quiere el fin de la tiranía». Señal inequívoca de que no aprecian esas mejoras que sí ve Obama.
Las protestas de los jordanos no son de ahora. En época reciente, comenzaron el 7 de enero de este año, cuando cientos de funcionarios se lanzaron a la calle exigiendo medidas contra el elevado coste de la vida -no participaron partidos políticos ni sindicatos-, que la prensa del país no recogió, y la internacional lo hizo tímidamente. No mucho más tarde, el día 26 de ese mismo mes, los Hermanos Musulmanes (mayor grupo opositor) congregaron en las calles a miles de jordanos, con el pretexto u objetivo de que el primer ministro, Samir Rifai, abandonase su cargo.
Todo parece indicar que unos cuantos sacos de trigo, palmaditas en la espalda y lisonjas de líder a líder, no van a detener el motor que ya está en marcha.
N. de la R.
La fotografia de Obama con el Rey de Jordania es propiedad de HispanTV.