España
Diego Camacho López-Escobar (30/5/2011)
Las elecciones autonómicas y municipales, que acaban de celebrarse, han dado un vuelco notable a la situación política. España sale de una profunda y prolongada resaca y en adelante las cosas no serán iguales. La victoria incontestable del PP, el hundimiento del PSOE junto con el éxito obtenido por UPyD y Bildu son los datos más destacables de la convocatoria electoral y la causa de aquello que está por llegar.
Muchos ciudadanos han respirado de alivio con el debilitamiento de ZP pues su cuenta de resultados durante más de siete años al frente del Consejo de Ministros ha sido decepcionante, en mi opinión, la peor de todo el periodo democrático. Lo peor no era que se le notara muy pronto su escasa preparación en diversos asuntos, no sólo económicos, sino su empeño en enrocarse en el error y echar mano a su voluntarismo para intentar variar una realidad que siempre se revelaba tozuda. Un inepto puede mejorar si se esfuerza, estudia y tiene la necesaria presencia de ánimo para escuchar a otros más dotados que él. Es imposible si a su falta de aptitud se suma un carácter visionario. En el arte de lo posible, la política, la orientación correcta es el pragmatismo lo otro es tarea de predicadores o profetas. Todavía no se con seguridad si este hombre era consciente de la influencia que sus actos tenían en nuestras vidas, pues si lo era resulta difícil aceptar tanta frivolidad ante el caos.
En todo caso una vez llegados al punto en donde nos hallamos, no hay otro camino que hacer de la necesidad virtud y lograr la catarsis, veremos si «la alternativa» se da cuenta y lidera ese cambio profundo o sólo vemos que la tarta cambia de manos. La primera enseñanza que es preciso sacar de este gran número de dislates emprendidos desde el gobierno es evitar que sea la militancia el único requisito para ocupar cargos públicos no electos, a la gestión de los asuntos públicos deben llegar aquellos que estén entre los mejores. Que militantes sin estudios, o con muy pocos, ocupen la cúspide de la Administración origina a corto plazo que esta no funcione y que el Estado acabe por paralizarse.
Los daños han sido grandes aunque en política casi todo puede solucionarse con más política, pero es necesario además de actuar acertar. No podemos resignarnos y considerar que lo hecho ya no tiene vuelta atrás; claro que la tiene. Muchos españoles queremos seguir siéndolo y situar a nuestra nación en el lugar que la corresponde en el mundo. Sólo de esa manera podremos dejar a nuestros hijos un país libre y solidario y son las mejores premisas para que un día ellos puedan alcanzar una felicidad razonable.
Ya se que hay algunos que siendo españoles no quieren serlo, al igual que otros nacen hombres y prefieren ser mujeres, están en su derecho pero no en obligar a los que están de acuerdo con lo que la naturaleza les ha dado a renunciar a su ser.
En el ámbito interno la lista de entuertos es muy amplia por ello hay que marcar prioridades y encauzar los temas que no admiten dilación. La reactivación económica debe iniciarse con una reforma laboral, necesaria para poder crear empleo a corto plazo, y unida al control y austeridad en el gasto público. Estos deberían ser los dos soportes que permitan reducir el déficit y así poder generar confianza en los mercados, requisito necesario para pasar de un ciclo de estancamiento a uno de expansión, que es la condición necesaria para generar empleo y acabar con la losa del paro. A partir de ahí se verá si la actual división administrativa de las 17 autonomías es asumible económicamente o si es más recomendable otro modelo.
Un Plan de Educación único para todo el Estado como herramienta para conseguir la cohesión nacional y la solidaridad regional pues es en el colegio y en la escuela donde se encuentra la posibilidad de crear estructuras sociales sólidas. Respeto a los idiomas locales en un plano de igualdad con el idioma español, sin exclusiones de ningún tipo.
Las familias son las que deben optar por los idiomas que estudian sus hijos, no las burocracias de ningún partido. Obligado cumplimiento de las sentencias judiciales y aplicación de penas de inhabilitación para aquellos funcionarios, que en este sector, apliquen en su función administrativa la arbitrariedad como modus operandi, lo que prohíbe expresamente el artículo 9 de la Constitución Española.
Aplicar la ley a toda persona, incluidos cargos electos, que haga apología del terrorismo o colabore con él. La entrada, otra vez, de ETA en los Ayuntamientos ha sido el último regalo de ZP. Ello ha sido posible gracias a la complicidad de algunos miembros del TC nombrados por él, es la acción de gobierno que ha convertido a todo el Consejo de Ministros en ilegítimo, pues en su sentencia el citado tribunal se ha excedido de sus competencias al actuar como un tribunal de casación, competencia que le corresponde al TS. Esta acción ha convertido al TC en un tribunal político al servicio de Ferraz, no en un tribunal que defienda la aplicación de los principios constitucionales y que sea la última garantía para los ciudadanos. ¡Que indignidad la de esos magistrados! Eso sí, han conseguido un record: en sólo 24 horas han sido capaces de dictar una sentencia ¿Quién dice que en España la justicia es lenta?
En resumen, hoy tenemos un gobierno legal, al ganar las pasadas elecciones, aunque por sus actos es ilegítimo para seguir gobernando.
La colaboración con banda armada, bar Faisán, y la presión ejercida sobre este alto-indigno tribunal vulnerando la letra y el espíritu de la Constitución, son las causas de esa ilegitimidad que se han ganado a pulso ZP y sus muchachos.
Muchas veces hemos tenido que soportar la intoxicación gubernamental sobre la derrota de ETA. Siempre he defendido que la realidad era la contraria, para verlo tampoco era necesario ser poseedor de una inteligencia extraordinaria, visto el resultado obtenido por la franquicia etarra, la cara de estos y la de algunos políticos socialistas resultaba evidente que España era la que realmente había sido derrotada por ZP, mientras que este había proporcionado a los asesinos una gran victoria. Una derrota mayor que tener que pagar con nuestro dinero a los terroristas, reside en el hecho de haber conseguido ZP que en el País Vasco no exista libertad sino un ambiente espeso de intimidación generalizado sobre los habitantes que no comulguen con las aspiraciones nacionalistas.
Este gobierno incapaz nos ha colocado en una encrucijada, eso no quiere decir que unos pocos puedan con todos nosotros si no nos dejamos. Con la ETA, seguro que pierde mucho si no utiliza el tiro a traición, se trata de meterlos en la cárcel en el momento que utilicen cualquier tipo de intimidación con fines políticos, en una palabra hacer cumplir la ley.
Recuperar la independencia judicial respecto al poder ejecutivo, se hace condición esencial para poder alcanzar la democracia no este bodrio que tenemos y que se ha ido formando a la medida de las ambiciones particulares de los partidos mayoritarios y sin tener en cuenta el interés general. Sólo será posible si se acomete desde una reforma constitucional profunda pues lamentablemente nuestra Carta Magna está hoy obsoleta por la corrupción sistemática de los políticos que han alcanzado el poder y que poco a poco la han ido haciendo inservible.
Lograr que los ciudadanos estén en un plano de igualdad al elegir sus representantes es también algo consustancial con el sistema democrático. La reforma de la ley electoral es una asignatura pendiente en nuestro sistema representativo y la mejor manera de evitar que las minorías dominen sobre las mayorías, que es lo que está sucediendo en nuestro país repetidamente.
También es preciso acabar con los privilegios sociales de la clase política: Si hacen falta 35 años de trabajo cotizados para cobrar una pensión máxima debe ser para todo el mundo, sea militar, bombero, tendero o político. Estos últimos se han concedido graciosamente el solo tener que cotizar durante 7 años; Si a cualquiera le retienen, como mínimo, el 20% de sus ingresos ¿Por qué a un parlamentario sólo le retienen el 4%? En definitiva, es un contrasentido que la teórica igualdad ante la ley sea eso, solamente teoría.
Es muy diferente la desigualdad social generada por la capacidad o el trabajo de la persona que aquella que se establece por un tratamiento de privilegio o favor haciendo una excepción en la aplicación de la ley. En el primer caso el resultado es justo pues se debe al esfuerzo y a la valía del sujeto, en el segundo es simplemente despotismo. Es evidente que hay que aprovechar las vacas flacas para enderezar la situación y que cuando haya que pedir sacrificios para salir de la crisis, el ejemplo es el mejor argumento político que se puede emplear. ¿Serán capaces estos dirigentes egoístas y miopes, de darse cuenta?
En el ámbito exterior el papel desarrollado por los gobiernos de Zapatero ha sido igualmente penoso. Muchos españoles hemos visto con pena como nuestro jefe del gobierno hacia el ridículo en Nueva York, ante los empresarios, al hacer alarde de la fortaleza financiera de nuestro país en relación con Italia y Francia; era ninguneado en las diferentes Cumbres a las que ha asistido en Europa; o era dejado en evidencia por Berlusconi en su viaje a Roma. En poco tiempo sus colegas captaron la insoportable levedad de su personalidad y lo poco fiable que resultaba como aliado. La consecuencia inmediata fue su ´apartamiento´ en las decisiones importantes en aquellos temas que requerían una armonización política por parte de los miembros de la UE. Sencillamente no se contaba con él se le «indicaba» lo que tenía que hacer.
Lo peor de todo era que ese ninguneo llevaba aparejado una perdida de prestigio internacional, que se reflejaba en una pérdida de influencia y credibilidad en la defensa de nuestros intereses en el mundo. El camino emprendido para soslayar la soledad internacional fue convertirse en satélite de la política francesa de la mano de Moratinos primero y de Jiménez después, por eso el cambio en la cartera de Exteriores no llevo aparejado ningún cambio de rumbo era sólo una cuestión interna del partido.
Esa renuncia a desarrollar nuestra propia política tuvo como consecuencia inmediata el desprestigio internacional completo: en nada había que contar con España pues se sabía, con la excepción de Cuba, que Madrid iba a opinar lo que quisiera París.
El asunto estrella en esta pérdida de prestigio es el Sáhara Occidental. Para la ONU, en una Resolución del año 2002, este territorio es un territorio autónomo y pendiente de descolonizar según señala la letra y el espíritu de la Carta de San Francisco, que fue el acta fundacional de las Naciones Unidas. También señala dicha Resolución que España es actualmente la potencia administradora y que en 1975 el acuerdo al que llegaron España, Marruecos y Mauritania no tiene validez internacional pues prima el derecho de autodeterminación de los saharauis.
Con estos mimbres el gobierno encabezado por ZP apoya los intereses franceses: la ocupación por Marruecos de un territorio con el que tenemos unas obligaciones ineludibles como metrópoli. La monarquía alauí es un Estado gamberro que desde hace más de 35 años no respeta la legalidad internacional y está sometiendo a los habitantes de ese territorio a un auténtico genocidio al no permitirles existir como pueblo. El número de desaparecidos sobrepasa ya los 550 y la tortura es la ocupación preferida por las fuerzas de seguridad marroquíes presentes en el Sáhara.
A pesar del apoyo francés y norteamericano a los deseos expansionistas de Rabat, ninguno de estos dos países ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, pues sería una violación formal del Derecho Internacional Público. La frivolidad de nuestro gobierno sí lo ha hecho, por la boca de Jaúregui o Jiménez, cuando debería ser el principal valedor del derecho de los saharauis a su autodeterminación.
En todo este desacierto hay que enmarcar la visita del Rey Juan Carlos I a Marraquech, pues como ha indicado la prensa marroquí, supone un respaldo tácito a la presencia de Marruecos en el Sáhara. En primer término el rey de España no tiene capacidad constitucional para desarrollar relaciones exteriores sin la presencia del gobierno español, ningún ministro le acompañaba en el viaje. No es la mejor tarjeta de visita para la Jefatura del Estado el apoyo a una monarquía teocrática y feudal y que además asesina y tortura sistemáticamente. Si además el viaje termina en Suiza el esperpento queda completo.
N. de la R.
El autor es coronel del Ejército, diplomado en Operaciones Especiales.