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Diario el Peso (24/1/2012)
El Gobierno de Gran Bretaña se enfrenta con múltiples dificultades económicas que han colocado al país en recesión, siendo muchos los factores que han provocado esta situación. El indicador más importante de esta crisis, que ya aparece como estructural y de antigua data, es el índice de desocupación. En noviembre del año 2011 la cantidad de personas sin trabajo alcanzó el porcentaje récord de 8,4% sobre la fuerza laboral británica, superando incluso los pronósticos más pesimistas.

El actual Primer Ministro, David Cameron ha propuesto una severa política de ajuste en el gasto público, como parte de su programa de gobierno y cuya finalidad sería disminuir el enorme déficit presupuestario del país. Según las proyecciones del propio oficialismo el objetivo podría alcanzarse recién en cinco (5) años, aunque 700.000 personas perderán su trabajo en el sector público durante ese lapso.

Se estima que la cantidad total de desempleados sólo para el año 2012, alcanzará la cifra de tres millones (3.000.000) de personas. Algunos especialistas entienden que la recesión inglesa encuentra su origen en la escalada inflacionaria y la crisis monetaria del euro. En este contexto algunos economistas británicos proponen buscar nuevos mercados que no los haga tan dependientes de la economía europea, lo cual aparece como algo demasiado improbable.

El caso británico ha desorientado a quienes discutían sobre la conveniencia o no de ingresar al euro o de mantenerse monetariamente independientes, ya que la crisis a ambos lados del Canal de la Mancha parece similar, tanto los euroescépticos (que son mayoría en Gran Bretaña) como los europeístas tienen con qué lamentarse.

En el marco de su política exterior Gran Bretaña también ha perdido protagonismo e importancia, al convertirse, según la propia prensa británica, en un apéndice de segundo nivel del Pentágono, quien ha reducido en las últimas décadas a las fuerzas armadas británicas, a cumplir misiones militarmente menores, pero políticamente indignas e inconfesables como las realizadas contra civiles en Irak, algo que tuvo preocupado al ex Primer Ministro británico Tony Blair.

En el año que se cumplen 30 años de la «Guerra de las Malvinas», el actual Ministro David Cameron incurrió en un exceso premeditado al calificar a la Argentina como país colonialista por sus reclamos diplomáticos sobre las Islas Malvinas. Cabe destacar que las circunstancias políticas han cambiado radicalmente desde el año 1982 para Argentina.

Con una democracia que cumplirá en 2013 tres décadas, Argentina se ha convertido en el único país del globo que ha logrado avanzar en el juzgamiento y condena de militares y civiles responsables de crímenes de lesa humanidad, a diferencia de Gran Bretaña que hasta el momento ha ignorado las graves acusaciones que pesan sobre políticos y militares británicos por la guerra de Irak.

Argentina ha disminuido sus gastos militares, ha suprimido el servicio militar obligatorio y ha descartado hipótesis de conflicto, en tanto que Gran Bretaña ha mantenido intactos y en aumento sus presupuestos militares y ha intervenido en cuanto conflicto militar propuso el Pentágono y la OTAN.

Tampoco se entiende la retórica distorsiva del legislador malvinense Dick Sawle, cuando dijo «…no entender por qué Argentina amenaza tanto a un país que tiene solamente 3 mil habitantes…» Primero: las Islas Malvinas tienen el estatus de Colonia Británica, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas y segundo ¿Cómo puede amenazar un país que ha reducido de manera sistemática y progresiva sus fuerzas armadas y cuyos reclamos fueron, desde la finalización el conflicto bélico, siempre por la vía pacífica? Por otro lado en ningún ámbito diplomático Argentina ha proferido amenaza alguna.

Resulta interesante destacar que hasta el desencadenamiento de la Guerra de las Malvinas, las relaciones entre la dictadura militar argentina (responsable de crímenes de lesa humanidad) y el Gobierno de la entonces Primer Ministra británica Margaret Tatcher, eran excelentes y fluidas.

Cabe también destacar que la cúpula del ejército argentino que gobernó durante la dictadura y la mayoría de los oficiales de alto rango del momento, recibieron instrucción militar en la academia militar estadounidense de West Point, incluso Leopoldo Fortunato Galtieri (quien tomó la decisión de invadir las islas y que luego terminó juzgado y condenado). ¿Será una mera coincidencia?

A diferencia de la política implementada por Argentina, Gran Bretaña ha reforzado su presencia militar en el Atlántico Sur, su Estado Mayor tiene el propósito de enviar a uno de los Príncipes de Gales a las islas, lo cual tendría la finalidad (según la propia prensa británica) de ser una verdadera maniobra para distraer la atención, destinada a exacerbar los ánimos tanto de los británicos que ocupan las islas como los de la metrópolis.

En este sentido resulta una herramienta formidable del Gobierno Británico para dos objetivos: 1) justificar asignaciones presupuestarias que de otra manera no se podrían explicar y 2) aplicar, con más comodidad y distracción mediante, las recetas recesivas que tienen como destinatario a los súbditos británicos tanto continentales como extra-continentales.

Gran Bretaña vive un ocaso largo y doloroso, en su propio seno Escocia intenta abandonar el Reino Unido y la tensión entre Londres y Edimburgo crece día a día. Ante ello Malvinas es un tema menor. La independencia de Escocia afectaría la economía de todo el Reino Unido y los viejos resentimientos emergen a flor de piel. En este contexto un conflicto extra-continental ayudaría también a Gran Bretaña a postergar su desmembración y a disimular su decadencia.

N. de la R.
Esea artículo se publica con la autorización de Diario el Peso.