Saturnino Ibongo y el embajador Jaime de Piniés al izarse la bandera de Guinea Ecuatorial en Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1968
Saturnino Ibongo y el embajador Jaime de Piniés al izarse la bandera de Guinea Ecuatorial en Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1968

España/Guinea Ecuatorial/Marruecos
Ana Camacho (26/11/2012)
Por primera vez, Marruecos ha asistido a una Cumbre Iberoamericana formando parte del selecto grupo de invitados especiales que gozan de la categoría de observador asociado. La marroquí  se ha convertido así en la única representación africana en el evento que la pasada semana se ha celebrado en Cádiz, cumpliendo ese compromiso de Rajoy con una política exterior centrada en el vínculo iberoamericano y «el papel de la lengua española como nexo de unión e instrumento económico de primer orden». 

No está mal, la idea de celebrar la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estados y de Gobierno con el telón de fondo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz (La Pepa), rescatando el mérito histórico que fue la elaboración de una constitución democrática ejemplar para la Europa que en 1812 seguía en lucha contra el absolutismo del antiguo régimen y con la participación de 60 representantes de las que todavía eran colonias iberoamericanas. Pero llama la atención el privilegio dado a Marruecos en un evento volcado en la hispanidad y que, en cambio, se haya hecho caso omiso de los pueblos de Guinea Ecuatorial y el Sáhara Occidental, los únicos en el continente africano que se aferraron con lealtad y pasión a la lengua y cultura española.

En el caso guineano podría aducirse que la tiranía de Obiang no va a juego con los valores que alumbraron La Pepa y que tan decisiva influencia tuvieron para las independencias al otro lado del Atlántico. Pero, Marruecos, un país donde los jueces permiten que los presos políticos sean apaleados incluso en el tribunal, tampoco es ejemplo digno de La Pepa.

En cualquier caso, la Cumbre Iberoamericana ha coincidido este mes con el 44 aniversario de la incorporación de este pequeño país como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas (el 126 de 193). El 12 de noviembre de 1968 (la independencia había sido proclamada el 12 de octubre), el representante ecuatoguineano ante Naciones Unidas, Saturnino Ibongo se había convertido en el primer delegado africano que intervenía en español ante un pleno de la ONU. En su discurso inaugural, Ibongo dedicó un «especial saludo a los países hispanoamericanos y los lazos comunes de idioma y cultura».

«En América, nuestra ex potencia administradora, España, se fundió y creó lo que un sociólogo mexicano ha llamado la raza cósmica»
, dijo Ibongo. «Nosotros, al participar en el ámbito cultural de la hispanidad, sin perder nuestra auténtica personalidad africana, la enriquecemos haciendo de ella una de las fuerzas humano-culturales más cosmocéntricas del globo, al extenderse sobre cuatro continentes. Esto no puede ser un estribillo lírico. No es una nostalgia; es una esperanza, un ariete para el futuro. Queremos ser el puente de Iberoamérica hacia África». 

Pocos meses después Ibongo murió torturado por el primer presidente Macías, tío del actual dictador Teodoro Obiang, con cuya complicidad exterminó a toda una generación de intelectuales en nombre del antiespañolismo. Desde entonces, lucha por la libertad y defensa de la hispanidad han ido de la mano en la causa por la democracia de un pueblo con un sufrimiento a sus espaldas tan inmenso como su riqueza petrolera. Su heroica contribución a las «afinidades culturales y lingüísticas» de la Cumbre Iberoamericana  (las que se supone Marruecos ha cumplido para poder ser observador), bien hubiese merecido una mención de apoyo en Cádiz. 

P.D. En la foto, Saturnino Ibongo y el embajador Jaime de Piniés al izarse la bandera de Guinea Ecuatorial en Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1968. / UN Photo/Teddy Chen.

Por cierto, para quien lo haya leído y se queje de mi escasa producción, aquí va una colaboración para Espacios Europeos de mi cosecha:

La justicia marroquí tolera y aprueba que Mohamed Dihani sea apaleado en el juzgado

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N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, además de secretaria de la asociación APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), que también e puede leer en su página de Internet  En arenas movedizas.